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Sociología Religiosa - Nº 5 - Enero 2002

  "En esto
   conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

          
Juan 13, 35

¿Religión a la carta o religión "kitsch"?

JUAN GONZÁLEZ-ANLEO
Catedrático de Sociología
de la Universidad Pontificia de Salamanca

Tomado de LA VANGUARDIA  08/04/2001

La quinta parte de los españoles que se declaran católicos "fieles" creen en la reencarnación. Si tienen o no tienen una idea clara sobre su sentido correcto no lo dice el estudio "España 2000. Entre el localismo y la globalización", en el que aparecen otras perlas de parecida rareza:

-El 14% de los ateos dice creer en Dios (?); una tercera parte de los católicos "fieles" no cree en una vida después de la muerte, ni en el cielo ni, aún menos, en el infierno, y aunque el 82% de los españoles se declara católico, sólo una tercera parte asiste a misa al menos una vez al mes, sólo un 46% cree en un Dios personal, y el 27% identifica a ese Dios con el revelado en Jesucristo.

-¿Incoherencias? El mensaje de la Iglesia no llega a los fieles, o lo hace con cuentagotas. Sólo uno de cada cuarenta jóvenes menciona a la Iglesia como uno de los lugares donde se oyen las ideas importantes sobre la vida.

-Y ese mensaje es mal aceptado. Menos de la mitad de los españoles confía en la Iglesia católica, y aunque la desconfianza institucional se ha generalizado en toda Europa, sorprende que la gente confíe más en el Parlamento, la policía y las fuerzas armadas que en la Iglesia en la que fueron bautizados, recibieron su primera comunión, se casaron, bautizaron a sus hijos y dieron el último adiós a sus difuntos.

Cuando decae la fe, crecen la credulidad y el recurso a lo esotérico. Esta rendición del espíritu, junto con una secularización que debilita el control de las iglesias sobre sus fieles, y la autonomía frente a instituciones, creencias y prácticas, explica la emergencia de las religiones a la carta. Sin olvidar la fuerte influencia de la pluralización religiosa, que derriba las vallas y permite asomarse al jardincillo espiritual del vecino, echar una ojeada, comparar y poner en duda "lo dado siempre por supuesto" (Berger).

Y ya tenemos servida la religión a la carta, religión pastiche, "patchwork", cóctel.... Y, a veces, "kitsch", como cuando una pareja casada por la Iglesia celebra la primera comunión de su niña con un rito civil, penosa parodia del católico. La religión a la carta, mezcla de ingredientes y condimentos de diversas tradiciones religiosas o para-rreligiosas, respeta muchas vigas maestras de la noble arquitectura original. La creencia en el Dios de la Biblia, la aceptación de una benévola escatología, sin infierno, "los sacramentos blandos", como el bautismo, la primera comunión, el matrimonio o los ritos funerarios. (Sufren aguda anemia "los sacramentos duros", de compromiso personal como la confesión, o de reafirmación de la identidad y militancia cristianas, como la confirmación.) Y el culto a la Virgen y los santos, los ritos y fiestas de la religión popular, la misa, todo eso tan vital que Günter Grass echa en falta en el protestantismo y que le atrae en el catolicismo, como le atrae "una muchacha".

Estos elementos perviven en la religión a la carta, pero al "consumidor religioso rey" le apetecen exquisiteces foráneas para enriquecer su menú: "el libre examen", cuasi protestante, de toda norma moral dictada por el magisterio; aires posmodernos de la "new age", como la confianza en el poder salvador de la tecnología y de la ciencia, el recurso a la psicología transpersonal y profunda o el encanto de un ecumenismo envolvente; la eterna fascinación por lo oscuro y esotérico, como las cartas, la astrología o el tarot. Un 25% de los españoles cree en los amuletos. Las sectas no han aprovechado el declive de la religión oficial pero una quinta parte de los jóvenes españoles juzga a los mormones, los testigos de Jehová y los Hare Krishna formas religiosas válidas. Y así, con variantes a gusto del consumidor rey, reza la religión a la carta en este nuevo siglo.


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