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Vida simple
Si formamos parte de la gente más rica de la Tierra, ¿por qué no somos los más felices? ¿Es posible dejar atrás los ritmos acelerados de la vida actual y buscar alternativas que llenen nuestra existencia? ¿Es posible mejorar la calidad de vida consumiendo menos? ¿Es posible vivir en mayor armonía con los ritmos de la naturaleza y de nuestro cuerpo? La
cultura occidental, capitalista y neoliberal prosigue su marcha inexorable hacia
un mundo cada día más sofisticado y artificial, proyectando en el resto del
planeta la misma fascinación y culto al dinero, la prisa, la movilidad, el
consumo, la competitividad, el trabajo deshumanizante, la acumulación, el éxito,
la imagen, las drogas de todo tipo, la realidad virtual que desfigura la vida...
Como becerros de oro, son nuevos ídolos que exigen la sumisión total de sus
fieles. La publicidad, verdadero compendio de todas las ciencias, se encarga de
programarnos para que no nos escapemos de este paraíso-jaula diseñado por los
departamentos de márketing. Las estadísticas
no cesan de darnos datos preocupantes: utilizamos y despilfarramos más recursos
de los que el planeta puede dar. Un quinto de la humanidad consume más que las
otras cuatro quintas partes, que viven en situación de pobreza. Aumenta la
tensión, el estrés, las relaciones humanas de quita y pon, la falta de tiempo
para el silencio y la introspección, la comida basura, la atmósfera
enrarecida, el agujero de la capa de ozono... Se nos invita a ir hasta el último
rincón del planeta mientras seguimos sin conocer a los vecinos de nuestra
escalera ni la vida interna de nuestro pueblo o barrio… o la de nuestros seres
más queridos. ¿Un
programa de vida que contrarreste esta tendencia? Optar por la simplicidad
voluntaria. Ser más libres interior y exteriormente. Ser más personas. Vivir
con una mayor armonía entre el cuerpo y el espíritu. Redescubrir la belleza de
la naturaleza y de las relaciones humanas profundas. Encontrar formas más
naturales de re-crearnos, de usar nuestro tiempo libre, de enriquecer la mente y
restablecer nuestras fuerzas. Depender menos de las cosas para sentirnos
felices. Hacer que nuestras vidas tengan menos ataduras y dependencias. Ser más
desprendidos y más solidarios. Ser, en definitiva, como Jesús. Jesús es el hombre sencillo por excelencia. Totalmente desprendido, se pone siempre en las manos del Padre y confía. Invita a sus discípulos a vivir sin acumular, a no preocuparse por cosas innecesarias, a ser pobres de espíritu, a repartir lo que sobra y aún lo que se precisa con los más necesitados, a orar con confianza plena en tiempos de escasez, a fiarnos de la gente que el Padre pondrá en el camino para ayudarnos. Sólo los sencillos y humildes pueden entender su mensaje. La Iglesia ha vivido este tema en eterna dialéctica, cayendo en la tentación de amasar riqueza y poder y de hacer complejo, sofisticado, barroco y distante lo que en un principio era sencillo y asequible a la gente. Por ello ha tenido que ser sacudida cada cierto tiempo por profetas como los padres y madres del desierto, Francisco de Asís, Carlos de Foucault, Dorothy Day, Juan XXIII,… El Espíritu Santo sigue alentando hoy la respuesta generosa de personas que, desde opciones humanistas o planteamientos religiosos, nos alertan con su testimonio del peligro y nos invitan a vivir vidas más sencillas. Son muchos ya los que, interesados en algunas de las múltiples áreas de la vida simple, se han "echado al monte" y han comenzado a caminar por senderos alternativos. ¿Por dónde empezar? En el presente número publicamos una apretada colección de artículos, materiales y sugerencias que esperamos sirvan de guía para orientarnos en tan necesario tema. Esperamos que sean de utilidad. No obstante, dada su importancia, seguiremos publicando artículos sueltos en los próximos números que profundicen en la opción evangélica por una vida más sencilla.
He
aquí diez sugerencias. Algunas están inspiradas en el libro
La
vida simple de Carlos Fresneda, que reseñamos en otra sección, otras
son fruto de mi experiencia y el testimonio de otras personas. Seguro que hay
muchas más. Intenta añadir tus propias máximas y, sobre todo, vamos a
vivirlas para que nuestro testimonio humano y cristiano sea luz para un mundo
cada día más sofisticado y menos feliz.
1.
Disfruta
de tu hogar Siéntete cómodo en tu
casa. Haz que sea y parezca simple. No la recargues de adornos innecesarios.
Evita que el televisor haga las veces de «hogar» o chimenea, desplazándolo a
un lugar menos visible o poniéndole puertas. Aprende a decorar y reparar las
cosas con tus manos. Redescubre el rito de las comidas en familia y sin televisión.
No seas esclavo .del teléfono. Invita a tus amigos a tu casa y hazles sentirse
bienvenidos. ¿Por qué no les preparas tú mismo la comida? 2.
Corta
con «El Corte» No vuelvas a salir de
tiendas por impulso o diversión, ni te creas todo lo que predican grades
tiendas como, en España, “El Corte Inglés”. Evita que tu familia pase la
tarde del sábado en la fórmula 9C: Coche (o carro en Hispanoamérica),centro
comercial, compra, consola (de juegos de pago en vez de juegos en el parque),
cine, cola (de la fila o de la famosa marca de Atlanta), cena y caravana (de
vuelta a casa). No compres nunca en domingo. Establece días de consumo bajo o
cero, en los que no se compra más que lo estrictamente necesario. Invierte más
en las tiendas y comercios del barrio. Practica el trueque y el uso compartido.
Compra cosas de segunda mano, productos con poco embalaje, de comercio justo y
ecológicos. Sé fiel a la regla de las tres erres: reducir, reutilizar y
reciclar: Abre los armarios y despréndete de cuanto no hayas usado en el último
año. Dónalo o véndelo a una tienda de segunda mano. Aprende a decir no. Evita
acumular cosas y costumbres innecesarias. 3.
Sé responsable con tu dinero Salda tus deudas. Intenta
pagar siempre que puedas al contado; gastarás menos. Haz ajustes para vivir
dentro de tus posibilidades. Analiza y recorta tus gastos. Calcula cuánto podrías
ahorrarte si no compraras ciertos productos de marca. Que tu austeridad sea
desde la alegría. Motívate con un compromiso solidario: lo que te sobra es lo
que otra persona necesita para llevar una vida digna. 4.
Detente
a oler las flores Quítate el grillete de la
muñeca -al menos de vez en cuando- deja de depender tanto del reloj. Escucha tu
reloj interior. Tómate días de retiro, de verdadero descanso, sin programa
alguno. No estés hasta la última hora del día haciendo cosas o viendo la
televisión. Un día a la semana acuéstate y levántate antes. Huye de todo lo
que «enganche» y cree adicción. Vivir equilibradamente implica saber combinar
las actividades que nos agradan y recrean. Cuando algo se convierte en una
obsesión hay que buscar la forma de liberarse de su esclavitud. 5.
Viaja hacia dentro Sal con tiempo y camina; tu
ser entero lo agradecerá. Si has de tomar un vehículo, que sea de transporte público.
Haz que el tiempo en el autobús o el tren sea enriquecedor y cada día te
parecerá más gratificante respecto al tiempo perdido en los atascos. Viaja
hacia tu mundo interior con un tiempo de calidad dedicado a la meditación;
descubrirás paisajes increíbles y enriquecerás todas las dimensiones de tu
vida. Escribe un diario y disfruta mas de tu existencia. Visita a la gente que
está sola, y pasea también, con respeto y admiración, por sus mundos
personales. Si quieres conocer de verdad el mundo, descúbrelo por carreteras
secundarias, comiendo su comida, bebiendo su vino, bailando su música y estando
en contacto con la realidad. 6.
Apaga la tele Evita caer en la tentación
de la televisión y su creciente número de canales como forma de pasar el
tiempo. Cada día estamos ante ella una media de tres horas. Huye de la ilusión
de que estás informado porque ves el telediario. Lee más. Pasea más. Escribe
más a quienes amas. Aprende nuevas habilidades. Si hay niños pequeños en la
casa, mira la tele con ellos y dales criterios para elegir. Dales alternativas,
léeles cuentos, participa en sus juegos. Proponte leer todas las noches media
hora. y recuerda: detrás de los medios de comunicación y de Internet hay
grandes intereses políticos, sociales y económicos. Sé crítico con la
información y contrástala. Separa los hechos de las opiniones y busca
apasionadamente la verdad en todo momento, sin dejarte manipular. 7.
Vive en la realidad Cuida las relaciones humanas
cercanas a ti y no caigas en una vida de simples amistades «virtuales».
Convivir con los demás es siempre más difícil-y hermoso- que charlar con
desconocidos en la red. El amor verdadero se vive en la vida diaria. Es más
bonito y enriquecedor jugar un partido de fútbol o baloncesto que echar una
partida con un simulador virtual. Un tamagotchi nunca será igual que una
mascota. 8.
No corras detrás de todo lo nuevo Las nuevas tecnologías
deben estar a nuestro servicio, no al revés. Utiliza el ordenador como
herramienta y no como un fin en sí mismo. Compra sólo la cantidad de
programas, periféricos y accesorios que vayas a utilizar. Párate a pensar si
de verdad necesitas un teléfono móvil. Hay muchas formas de invertir tus
recursos económicos que pueden ser más interesantes, humanamente
enriquecedoras y baratas que el último videojuego. 9.
Lleva una vida sana y cercana a la naturaleza Haz ejercicio regularmente,
pero sin caer en el culto al cuerpo perfecto. Cambia de hábitos alimentarios y
renuncia totalmente a la comida basura. Utiliza productos menos procesados, más
naturales. Consume más productos frescos, verduras y legumbres. Redescubre los
sabores puros de la leche, el agua... y el vino. Asocia siempre el tiempo libre
con la naturaleza. Date tiempo suficiente para dormir. Evita caer en la
dependencia del alcohol, el tabaco y otros tipos de drogas. No merecen la pena. 10.
Recupera el sentido de comunidad No caigas en el
sedentarismo. Comprométete en actividades que te obliguen a salir de casa.
Conoce a tus vecinos. Participa en las asambleas de tu parroquia y en los grupos
de jóvenes y de tiempo libre de tu barrio. Comprométete en acciones
comunitarias o en una ONG. Sé solidario, sé un voluntario. Comparte lo que
tienes, sobre todo lo que te sobra. Camina con otros por esta senda de una vida
más simple y plena. |