Además reafirmamos la necesidad de crear un
estatuto especial para la ciudad de Jerusalén, que la convierta en una
ciudad abierta, no politizada, y que respete su carácter multireligioso.
Las tres principales religiones monoteístas la reclaman como una ciudad
santa. Sólo la tolerancia y el diálogo pueden llegar a un acuerdo
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El Estado de Israel, por tanto,
debe acabar con sus pretensiones de convertirla en su capital política a
costa de arrojar fuera los tradicionales derechos de las palestinos, tanto
musulmanes como cristianos, que son ciudadanos legítimos de Israel, como
de la comunidad palestina más amplia y de todos los cristianos del mundo.
En la ciudad de David, el pequeño David de hoy y el
gigante Goliat han cambiado las tornas. El pueblo "filisteo"
(palestino) es el oprimido y el opresor es el pueblo judio. ¡Paz
para todo Israel!
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