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Testimonio vivo de El Salvador Os escribo al hilo de la catástrofe en que estamos sumidos en El Salvador. Escribo de forma agradecida a mis amigos y amigas, a mis compañeros, párrocos, a las Parroquias, Comunidades, Colegios e instituciones de religiosos y religiosas, y en especial, a la Delegación de Misiones que está canalizando vuestra solidaridad con este sufrido pueblo salvadoreña, y, en concreto, con esta comunidad de Las Granadillas que atiendo pastoralmente. El día del terremoto, sábado día 13, después de unas horas de pánico, desconcierto y desolación, nos pusimos mano a la obra. Intentando dar respuesta a las necesidades más urgentes que se iban presentado: organización de comités de emergencia, recabar información de lo ocurrido, conectar con personas cercanas... búsqueda de alimentos, medicinas, agua, plásticos, mantas... Ésta fue la tónica en casi todas las comunidades y cantones del país. A los pocos días fueron llegando las ayudas nacionales e internacionales, de tal forma que ahora vemos circular cientos de camiones y furgonetas por todas las carreteras y caminos, hasta los cantones más perdidos, incluso a pie porque no tienen acceso, para que a nadie le falte lo mínimo para vivir. Les voy a hablar del Cantón Las Granadillas, donde está la Parroquia, situado a unos 10 km. de Santa Tecla, ciudad muy afectada como bien saben por las noticias. Aquí viven unas 300 familias con una población de unos 2000 habitantes. Allí pronto se organizó el Comité de emergencia y empezamos a actuar en las necesidades más apremiantes. En los siguientes días, con ayuda de los catequistas y otras personas de la comunidad, hicimos el censo de los damnificados, resultando un total de 95 casitas destruidas totalmente y 133 casitas, parcialmente. Aquí no hubo muertos, aunque sí heridos de distinta consideración pero gracias a Dios están fuera de peligro. A todos se les sigue atendiendo y distribuyendo los víveres que necesitan. Las familias afectadas viven en el solar de sus casitas con cuatro palos y un techo de plástico, lona o manta... Gracias a que el clima es benigno y aún no llegaron las lluvias. La carretera se cortó por distintos puntos, quedando incomunicados, el servicio de agua dañó y aún seguimos sin agua potable ni luz. El teléfono no está aún instalado en este cantón. El pasado domingo día 22, celebramos una reunión en la iglesia, con todas las familias afectadas. Fue una reunión muy importante y positiva. Fue el primer encuentro de toda la comunidad desolada. Que ha perdido lo único que tenía: su casita. Allí estábamos reunidas con personas de otras iglesias, incluso de sectas, (celebrábamos la Semana de la Unidad) y de los distintos partidos políticos. El comité de emergencia supo transmitir un mensaje de confianza y unidad. A todos nos convocaba la misma necesidad de organizarnos y aunar esfuerzos en este momento. Los presentes dijeron que era una oportunidad, que Dios nos ofrecía, para crecer como personas y crecer de forma comunitaria. Debemos olvidarnos del interés personal o familiar y unir fuerzas y que cada cual diese lo mejor de sí mismo. Los presentes dijeron también cómo podíamos organizarnos y los criterios que podíamos seguir para la reconstrucción de las viviendas, como por ejemplo, que se construyesen de bloques o ladrillos, que al menos tuviese cada casita unos 30 0 35 m2, dos dormitorios, un salón y un corredor exterior cubierto, que la cocina y letrina estuviese fuera de la vivienda, como es costumbre... Que ellos estaba dispuestos a poner la mano de obra, si recibían los materiales, e incluso a colaborar, en la mano de obra, con algunos familias de ancianos o con muchos hijos. Un grupo de mujeres se ofrecía para hacer la comida. Y así fueron expresando otras ideas y compromisos, que realmente fortalecía la solidaridad y confianza en la propia comunidad. ¡Qué poquita cosa piden los pobres -pensaba- mientras ellos iban relatando la forma y manera de salir adelante! El comité de emergencia y el coordinador de la comunidad evaluamos muy positivamente este primer encuentro, y coincidimos en que a esta clase de personas y familias sí merecía la pena ayudarles y acompañarles porque no sólo esperan recibir sino que están dispuestos a dar. Es la única forma de hacer comunidad. Hablamos del coste económico también. Para la construcción de las 95 viviendas destruidas, se necesitarían, sólo para los materiales, unos 50 millones de pesetas, Es decir, el material (cemento, arena, bloques, láminas, losas, puertas, ventanas, etc.) para cada vivienda, se elevaría a unas 500.000 ptas. Además, para el arreglo de las 133 viviendas dañadas parcialmente, se necesitaría un adicional de unos 25 millones de pesetas. Estas cifras han sido dadas por personas entendidas, tanto para las viviendas nuevas como las que hay que reparar. Amigos y amigas, creo en la solidaridad y ésta se ha despertado fuertemente con lo pasado en este país. Desde aquí, en nombre de los salvadoreños y salvadoreñas de este cantón, Las Granadillas, les agradecemos muy sinceramente cualquier ayuda que recibamos. Agradecemos el millón y pico del Colegio Los Escolapios. Igualmente de AHIMSA, una ONG de Vélez Málaga que nos ha enviado un millón. Que Dios les bendiga a todos y a todas. Primero Dios, como repiten los salvadoreños, lograremos reconstruir las viviendas y ojalá también nuestras vidas, colaborando para un futuro mejor. Ésa es la esperanza y por ello apostamos. Mi experiencia personal me confirma que la necesidad une y refuerza los lazos entre las personas, y si éstas están dispuestas, encontrarán la forma de darle solución. Este momento, de dolor y desgracia para nuestros hermanos y hermanas, es también momento de gracia, que nos llama a compartir y salir de un estilo de vida, repleto de muchas cosas, pero tal vez vacío de calor, cercanía y afecto de unos para con los otros. Aquí, gracias a Dios, aún respiramos esa brisa fresca de unas personas, magníficas personas, que no tienen nada que dar, pero que dan lo mejor que poseen, ellas mismas. Así son los pobres, los que tienen un corazón pobre, a éstos Jesús los llama dichosos en la Bienaventuranzas. Pues es verdad que ellos tienen la llave de nuestra felicidad. Gracias de nuevo a todos y todas en nombre de esta sufrida gente, gracias por esta comunión intereclesial que estamos viviendo. Tened plena confianza de que toda la ayuda que recibamos para este proyecto será bien recibida y bien administrada. Deseamos que ellos y ellas sean los protagonistas, Así creceremos todos y todas como personas. Os seguiremos informando de la marcha de este proyecto, que es proyecto de todos ustedes. Que el Dios de la Vida, que se hace presente en nosotros y nosotras, especialmente en estos momento solidarios, siga acompañándonos en nuestro caminar diario. Un abrazo, Paco Soto Nota .Estamos enviando estos escritos a las gentes de Comunidades Populares, de Somos Iglesia y algún que otro conocido y amigo. La cuenta en la que puedes ingresar tu aportación, si lo deseas, y que se hará llegar directamente a Paco Soto es 2103 2001 71 3000786033. Poned en la transferencia o ingreso: TERREMOTO. Para mayor información contactar con Manolo González magonsan@wanadoo.es
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