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Evangelio - Nº 3 - Diciembre 2000

  "En esto conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

             
Juan 13, 35

 

...de ellos es
el reino de Dios.
(Lc. 18, 18-17)

José Luis Graus
josete@bch.navegalia.com

 

            La relación entre Jesús y los niños podemos descubrirla en diferentes relatos, pero hemos preferido centrarnos en éste ya que nos parece el que más globalidad ofrece.
             Antes de comenzar y sin ánimo de hacer exégesis, pues no tengo la capacidad suficiente, me gustaría hacer un pequeño apunte sobre lo que suponía ser niño en tiempos de Jesús.
             En aquella época el niño formaba parte del amplio espectro de gente marginada, junto con las mujeres, los pobres y enfermos. Todos se encontraban en la periferia del pueblo judío, el núcleo, sabido es, estaba compuesto por los hombres y sobre todo por aquellos que de un modo u otro estaban vinculados al templo, a la religión, al poder en definitiva. Un niño dejaba de estar en el margen para pasar al centro del pueblo cuando se le reconocía como hombre y adulto. 
             Cuando uno lee tranquilamente el evangelio descubre que lo que Jesús hace es un proceso, un camino que va del centro del pueblo judío a su periferia. Hoy vamos a intentar ver ese viaje de Jesús al mundo de los niños.
             De ellos es el Reino de Dios. Jesús ha venido a anunciar el Reino de Dios, es lo que encontramos en el núcleo de su predicación y ahora nos dice: sabed que aquello que he venido a anunciar ya tiene dueño, es de los niños, de aquellos a los que vosotros habéis colocado en el margen, en la periferia de vuestra existencia. Jesús señala con el dedo el camino a seguir.
             Hay que ir al margen y hay que encontrarse con los niños. Pero en este relato, Jesús da un paso más, no sólo hay que ir dónde estén los niños, sino que además hay que hacerse como uno de ellos.
             En mi opinión las interpretaciones que se han hecho de este texto han sido  terriblemente edulcoradas ya que se han destacado ciertas virtudes de los niños virginales e inocentes, que para nada nos acercan al fondo de lo que Jesús transmitió.
             No se trata de hacer un viaje a la periferia que nos de cómo premio el reino de Dios. Se trata de ser capaces primero de ir al margen, pues allí encontramos a los niños, pero una vez allí tenemos que aprender a ser uno más con ellos,  como ellos. Intentemos comprender lo que un niño de aquella época vivía; desprotección, desvalimiento, ninguneado, no reconocido, ignorado, marcado por el único hecho de ser niño, anhelando dejar de ser niño (renunciar a su esencia), hacerse mayor para abandonar ese margen de indiferencia y maltrato, utilizado como siervo de los mayores...
             Experiencias lo suficientemente duras, como para marcar el crecimiento de un pequeño. Ahora bien en Jesús descubrimos un proceso apasionante que nos llena de vida:

  • Es capaz de mirar a otro lugar distinto de dónde miraba el grueso del pueblo. Es capaz de mirar al margen y descubrir que allí habita gente, tiene una mirada educada por Dios para, entre tanta espesura, poder descubrir un margen lleno de seres pequeños e insignificantes llamados niños.

  • Es capaz de caminar, de ponerse en marcha en contra de la dirección y el ritmo de la gente hacia aquel lugar que nadie quiere visitar, pues está lejos del discurso oficial que se impone social y religiosamente. Se deja convencer por lo que ve y se pone en camino.

  • Es capaz de relacionarse de igual a igual con los niños y desde ahí descubrir que de ellos, y no de otros, es el reino de los cielos. Los niños frente a los mayores, los chiquillos ignorados, frente a los sacerdotes reconocidos, los siervos frente a los señores, los pequeños enmudecidos frente a los grandes de voz potente, los infantes ignorantes frente a los sabios ancianos... Es en la relación con los niños donde Jesús descubre que Dios ha hecho una opción preferente por ellos y que ha decidido regalar el Reino, su Reino a ellos y a los que son como ellos, y no a otros. Y todo esto lo descubre en relación de iguales.

  • Es capaz de  encarnarse, es capaz de hacerse uno como ellos, uno con ellos y asumir las consecuencias que eso supone. Porque se encarna Jesús se va al margen y desde allí empieza a gritar una buena noticia que irrita a la clase dominante. Una buena noticia que viene del mugriento margen y que molesta el pulcro oído de los “hombre de dios”. Porque se encarna asume el riesgo hasta el fin. Porque se hace niño con los niños acepta la cruz impuesta

Como en anteriores números de Discípulos propongo una serie de preguntas que puedan animar a la reflexión personal o en grupo:

  • ¿Cómo consideras que está tu mirar?, ¿eres capaz de mirar como Jesús  a otro lado y de descubrir el margen actual de la sociedad?.
  • ¿Cómo estás de abierto o abierta para ponerte en camino y dirigirte al lugar de dónde proviene la voz de Dios?.
  • ¿Qué tipo de relaciones estableces con la gente que se encuentra en situación de mayor desfavorecimiento?.
  • A la encarnación se llega por abajamiento, ¿qué piensas de esta afirmación?.

 

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