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Discipulado - Nº 3 - Diciembre 2000

  "En esto conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

             
Juan 13, 35

 

EL ACOGIMIENTO FAMILIAR
COMO ALTERNATIVA AL INTERNAMIENTO

Ester, José Luis y Paloma
josete@bch.navegalia.com

 La realidad social de nuestros menores es variopinta y cambiante tanto como nuestra sociedad. En la mayoría de los casos son sujetos pasivos de lo que los mayores vamos decidiendo sobre ellos. Hay mayores que deciden que sus hijos crezcan sanos física, intelectual y afectivamente y otros que por su historia personal o por sus condiciones sociales no pueden optar por un crecimiento adecuado para sus hijos. Muchos de estos niños que sufren directamente las injusticias de nuestro sistema, de raíz injusto, acaban en manos de la administración pública porque ni sus padres ni su sistema familiar extenso puede o quieren hacerse responsables de su sano crecimiento. El proceso de separación de su familia biológica en algunos casos es doloroso y en otros una liberación para el menor. Tanto en la Comunidad de Madrid como en el resto del estado español existe una red de centros habilitados para la protección de estos menores que quedarán en diferentes situaciones jurídicas dependiendo de la relación posible con su familia biológica. A partir de este momento la institución pública es la encargada de velar por los intereses del menor a todos los niveles; es la encargada de que crezca sano física, intelectual y afectivamente. El sistema público de protección a nuestra infancia tiene algunos errores de funcionamiento, a veces graves y evidentes, pero ese no es el objeto de este artículo. Aunque no los tuviera, un internamiento permanente y largo en el tiempo no es el medio más idóneo para sustituir las amplias funciones de una familia en el crecimiento de un menor.

        Otra alternativa al internamiento en un centro es el acogimiento familiar. En unas ocasiones estos acogimientos son de forma temporal (vacaciones, fin de semana) porque se vive una situación de dificultad transitoria en la familia biológica y en otras de forma permanente porque el deterioro de la familia biológica es tan grande que se considera prácticamente imposible la vuelta al hogar de los menores. En esta situación hay muchos en nuestro país. Algunos de ellos además de tener una problemática social y familiar tienen otras características (enfermedad, deficiencia, minoría étnica, grupos de hermanos) que hacen más difícil todavía su acogimiento en una familia. Sin duda estos son también los niños que más la necesitan. En los últimos años se está llevando a cabo una tarea de búsqueda de familias que quieran acoger en su seno a uno o varios menores. Son todavía pocas e insuficientes, aunque sin duda muy generosas, las familias que abren su vida a uno de estos niños y permiten que tengan en su seno el desarrollo que como personas necesitan.

       El proceso de acogimiento en su forma es sencillo. Comienza por una seria reflexión sobre a lo que los miembros de la familia acogedora les supone la llegada de un nuevo miembro. Si ya hay menores en ésta es muy importante tenerles en cuenta a la hora de tomar la decisión. Una vez tomada la familia debe expresar su ofrecimiento a la institución encargada de la guarda y custodia de los menores en ese territorio. En algunos lugares la institución pública ha delegado estas competencias en entidades privadas especializadas en el tema. Tras un proceso de entrevistas y visita a la casa de los técnicos correspondientes, la solicitud de familia acogedora es admitida. En algunas comunidades también se incluye un curso de formación con otras familias en proceso de acogimiento. A partir de ese momento comienza la espera hasta el momento de conocer al nuevo miembro de la familia. La familia acogedora ha podido manifestar qué tipo de niño puede acoger en función de sus características. Cuando la entidad responsable tiene una propuesta la comunica a la familia que puede admitirla o no. Posteriormente la familia conoce al menor y a partir de ahí el proceso con cada uno es diferente. El acercamiento es paulatino, con visitas de unos y otros hasta que todas las partes implicadas consideren que ha llegado el momento de vivir en el nuevo hogar.

       Legalmente el acogimiento familiar puede ser temporal cuando se trata de fines de semana o vacaciones, permanente si el menor vive en la familia acogedora, pero mantiene vínculos con la biológica o preadoptivo cuando hay imposibilidad clara de vuelta a la familia biológica por las razones que sea.

       El proceso de acogimiento familiar es vivido con una intensidad que sólo es posible contar por sus protagonistas. Por eso ofrecemos el testimonio de una familia acogedora cristiana que entiende su acogimiento  desde la experiencia de ser acogidos primero por Dios.

“El que acoge a este chiquillo por causa mía, me acoge a mí”. Lc 9,48

 

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

       Hace un año José Luis y yo decidimos que queríamos ser papás. Desde que empezó nuestra relación deseamos tener una familia donde cupieran todos los niños y no sólo aquellos que de forma biológica pudiéramos tener. Una familia abierta a niños que la pudieran necesitar y que por nuestro conocimiento de la realidad sabíamos que eran muchos. El evangelio del día que empezamos los trámites para el acogimiento de un niño con dificultades especiales fue “El que acoge a este chiquillo por causa mía, me acoge a mí”. Desde nuestro ser cristianos leímos esto como palabra de Dios hecha carne en nuestra vida.

       Vivimos nuestro embarazo de forma especial. Cambiamos los vómitos por entrevistas, los mareos por visitas a nuestra casa, la preparación al parto por compartir el proceso con otras familias que también lo estaban viviendo, las visitas al ginecólogo por un cursillo de formación. Nuestro parto no se hizo esperar; no fue doloroso, pero si lo vivimos con mucho nerviosismo.

       Desde que Paloma llegó a nuestra vida muchas cosas han cambiado: entramos en el mundo del cole, cambiamos sábanas a media noche, visitamos al médico mucho más a menudo, pasamos más tiempo en casa, tenemos menos tiempo para nosotros ¡qué os vamos a contar a los que ya sois padres!. Pero es cierto que su sonrisa, su alegría, sus cantos, su plácido dormir, su crecimiento, la forma en que nos llama mamá y papá compensan con creces todos los esfuerzos.

       Si bien es cierto que la opción de acoger a Paloma fue una opción de pareja queremos agradecer el apoyo en todo momento a nuestros hermanos de comunidad y a nuestros sobrinos “los peques” por la acogida a Paloma. También a nuestras familias y a nuestros compañeros de trabajo porque la han hecho suya aun antes de que fuera parte de nosotros. Agradecemos también a Dios el hogar donde vivió Paloma, las personas que la cuidaron y que la hicieron inmensamente feliz.

       Sabemos que en muchos de vosotros hay gran sensibilidad hacia el mundo de los niños os animamos a tomar esta opción en vuestras vidas porque “lo que recibisteis gratis dadlo gratis” y en vuestra Paloma Dios os dará el ciento por uno. Estamos a disposición de quien quiera compartir con nosotros esta experiencia.

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