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Mayor
felicidad en dar
que en recibir
Roberto Torres Collazo
Pitirre_2000 @ hotmail. com
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Un
calor sofocante, incómodo, apretado, hambre, sin descanzar, sin dormir,
con miedo y sin dinero, pasó "Juan" -- de apenas 15 años de edad --,
la
frontera escondido en el motor de un autobús. Llegó solo. Sin hablar inglés,
sin conocer a nadie y sin trabajo. Gracias a Dios consiguió un trabajo en un
restaurante, en el cual yo trabajaba. Mi esposa y yo lo invitamos a nuestra
casa a una comida. Al cabo del año le celebramos su cumpleaños, invitamos
amistades y conocidos, él estaba muy feliz, porque nadie lo había recibido
con tanta alegría en este país, pero también nosotros estabamos muy
alegres!. Porque el dar desinteresadamente, trae alegría y en nuestras vidas
lo hemos comprobado.
Pero la realidad es que dar a los demás, no es uno de los valores
principales en la sociedad. Regularmente, cuando se ayuda, esperamos
recompensa, algun tipo de paga. Se da, pero son migajas, otras veces para
mostrar al mundo lo "bueno" que somos. Hacemos precisamente lo
contrario a
lo que dice el Evangelio, que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la
derecha, cuando debería ser: "Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu
derecha" Mateo 6,3. Usualmente damos porque así "estamos
bien" con Dios.
En otras ocaciones, para "estar bien" con el sacerdote, jefe, amiga,
novia o
esposa. Para ser aplaudidos o ganar prestigio. Por lo general, regalamos
por ejemplo en las Navidades; pero estamos esperando que nos regalen
también. Nuestro lenguaje refleja inconcientemente el dar por interes, con
proverbios tales como: "Hoy por mí y mañana por tí" o "Un
favor se paga con
otro favor" entre otros. También, no pocas veces, damos con la intensión
de
aparecer en TV, periódico o en la radio. Aún así, con las ayudas del
Espíritu de Dios podemos comenzar a cambiar para dar desinteresadamente.
Humildemente, permitanme compartir otras experiencias que nos han sido
motivo de inmensa alegría y felicidad para mi gran esposa Cesi, mi buen
amigo, a quien llamaremos "Marcos" y este servidor.
Recientemente nos enteramos Cesi y el que escribe estas lineas de que una
familia está pasando una crísis. Despues de la noticia, fuimos a visitarles.
Conversamos, Oramos juntos y les dimos con amor un regalito para ayudarles.
Despues que salimos de la casa, nos sentimos con mucha serenidad interior.
Todavía seguimos pendientes de ellos. En estos y muchas otras situaciones
similares, experimentamos el soplo del gozo del Padre. Que es difícil
describir, pero cuando damos con amor, sentimos fuertemente el amor del
resucitado entre nosotros.
En otra ocación, trabajé en un retiro juvenil universitario en la
Universidad Sagrado Corazón, de Puerto Rico. Muchos sabemos el trabajo
fuerte y tenso de organizar retiros: llamar las personas, frecuentes
reuniones, buscar los charlistas, el local, los permisos, el dinero, intensa
Oración antes, durante y despues del retiro, la logística y muchas cosas
más. Pero que paz!! y sentido de bienestar; acostarse esos días cansado
por
llevar la Palabra de Dios y dar nuestro tiempo y talentos voluntariamente.
No tiene precio!!!. Es difícil explicar la paz que se experimenta al darnos
a los demás, el lector o lectora que no ha vivido la genuina paz de dar,
está invitado a hacer el bien para gozar de lo bueno de dar. Esto no
significa que vamos a dar para esperar recompensas de Dios o de los otros,
simplemente actuar como Jesús que: "El pasó haciendo el bien" Hechos
10,38.
.
Pero no todo es "color de rosa" en el darse a los demás. Porque hacer
el
bien a los que nos "caen bien" o nos parece simpático, puede ser fácil.
Pero hacer el bien a alguien que nos hizo un daño o nos puede hacer algun
mal, puede que no resulte tan fácil. El ejemplo de un amigo, a quien conozco
muy bien, es muy aleccionador. "Marcos" que hoy es un Católico
practicante,
está preso hace 17 años, acusado de robar 7 Millones de dólares (así
como
lo lee: 7 Millones!) y sentenciado a 60 años. Me cuenta que en una actividad
Católica en la cárcel se encontró frente a frente a uno de sus acusadores
federales. En una de sus cartas me cuenta detalladamente, que con las
fuerzas del Espíritu de Dios, con corazón limpio, abrazó fuertemente al
agente federal en señal de reconciliación. Ya que durante el juicio ese
agente fabricó pruebas adicionales a la acusación central. Pronto
"Marcos"
saldrá de la cárcel. "Marcos" le otorgó su paz, amistad, perdón y
recibió la
alegría de Dios. Ambos se sintieron muy felices. No podemos los cristianos
amar solamente a los que nos aman: "Porque si ustedes aman a los que nos
aman, ¿qué premio merecen?, ¿no obran así los pecadores? ¿Qué hay de
nuevo
si saludan a sus amigos" Mateo 5, 46-48.
Lo realmente importante es dar con alegría y desinteresamente, incluso a los
que nos "caen mal". Podemos dar nuestro tiempo, trabajo, donaciones,
bienes
materiales, nuestro servicio, ayuda, el perdón, etc, etc. Entonces
redescubriremos en la PRACTICA lo que acertadamente nos dice san Lucas en
Hechos 20,35: "Mayor felicidad hay en dar que recibir".
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