San
Francisco y las torres: Dr. Leonardo Belderrain.
Doctor en teología moral santaelena@interar.com.ar
Entre los desaparecidos en las
Torres figura un sacerdote franciscano de apellido Judge, que actuaba como
capellán del cuerpo de bomberos del distrito donde ocurrió la tragedia. Tubo
una gracia que tienen pocos, murió como había elegido vivir dando la vida por
los heridos, sobretodo los bomberos. Guardaba su coche en el mismo cuartel
para prestar sus servicios con la mayor prontitud. Su cuerpo fue hallado
días después y su sepelio fue precedido de una ceremonia litúrgica en su
parroquia y despedido con el Himno de la Alegría. 1- Ataques a las Torres: nuevos
ritos de sacrificio humano En
nuestra ciudad de la Plata
con diez
mil desaparecidos o Nueva York con seis mil. La destrucción o la
construcción de unas torres puede relacionarse con fenómenos religiosos donde
se confrontan
mitos y sacrificios. En nuestra tradición judeocristiana la “torre”
generalmente no cuenta con la bendición de Dios; es más bien un símbolo de
poder y control que expresa la soberbia humana. El
enfrentamiento entre dos grupos antagonistas se parece sospechosamente a dos triángulos
de sentido inverso que se superponen entre sí. De este modo, cada uno de los
dos rivales es a la vez, sin saberlo, sujeto de su deseo y mediador del deseo
ajeno, que es reflejo del suyo. Cada uno supone en el otro una indiferencia y
una autonomía sobrehumanas: cree al contendiente impermeable a su propia
carencia, ignorando la simetría que los identifica. En
algunos sectores de poder en los países del norte se pretende pasar por alto a
los mecanismos e instituciones de las Naciones Unidas creadas precisamente para
resolver conflictos internacionales como éste; la negación a entablar
negociaciones con el gobierno afgano o presentar evidencias jurídicas válidas
sobre la culpa de Osama bin Laden; habla de esto. La presunción de poder actuar como
fiscal, juez y ejecutor mundial contra otros entes; el ultimátum totalitarista
de Bush II al resto del mundo, declarando ante el Congreso estadounidense que
"quien no está con su gobierno está con los terroristas", todas
estas expresiones evidencian procesos simétricos entre el victimario y la víctima.
Bush empleo el término "bárbaros"
en su antigua acepción grecorromana: aquellos que no forman parte de nuestra
civilización. La gente que vive mas allá de la frontera. Bin Laden es el jefe
de los bárbaros. Tiene como tal un enorme poder, porque es la imagen material
de todas las fragilidades de la cultura occidental y de todas nuestras culpas.
Sobre su mito se publican las más extravagantes historias. Parece estar en
todos lados al mismo tiempo. Se le atribuyen riquezas y poderes sobrehumanos. Se
lo vincula con las profecías de Nostradamus.
Gente en Washington pretende actuar fuera del derecho internacional, tal
como hicieron los terroristas. La reacción de los gobiernos nacionales frente a
este posicionamiento del imperio es, por otra parte, extremadamente preocupante. Hoy
día, el peligro de una guerra mundial en el sentido convencional, tal vez pueda
no existir. Lo que sí existe es el peligro de una guerra sin bombas contra los
pobres, los movimientos nacionales y los movimientos democratizadores a nivel
mundial. Esa nueva guerra se llama exclusión, o su contracara globalización.
Solo el gobierno de Cuba se ha atrevido a diferenciar entre la necesaria condena
de los atentados y el necesario rechazo a las pretensiones ilegales de
Washington. Para muchos bioeticistas una
estrategia típica para diluir la culpabilidad es decir que todos somos
culpables o que el responsable es otro, un ente mal definido como la sociedad o
el sistema. Si bien muchos creen en la culpabilidad del sistema mundial, también
es claro que los principales responsables fueron los
que hicieron explotar los aviones: los 19 o 20 árabes que los
secuestraron, y en segundo término quienes los entrenaron . De allí que muchos
americanos,
en una encuesta se manifestaron en contra de la CIA por verla inepta y
corresponsable del odio generalizado contra este país. Hoy se duda de Bin Laden en la
organización. Los hechos parecieran mostrar militares iraquíes
profesionalmente entrenados y no fanáticos religiosos. No hay dudas de que el
ataque fue llevado a cabo por terroristas árabes. Sólo personas con una
peculiar filosofía de vida estarían dispuestos a morir como lo han hecho
ellos. Pero tanto en la “mercadolatría”
como todo fundamentalismo religioso puede encontrarse una suerte de adicción
religiosa. Hablamos
de adicción religiosa cuando la religazón que se da es mas por presión o
miedo que por una actitud de amor. Esto se puede ver en las actitudes que
manifiestan:
2- Un marco teórico para intentar
explicar Hay un pensador que resulta
esclarecedor a la hora de entender cómo se articulan en el inconsciente
colectivo estas tragedias. Según Girard, la cultura se construye entre la
violencia y el deseo de mímesis. Para
Girard, en la base de todas las culturas, todos los mitos, de los ritos, hay un
homicidio originario que tiene la virtud de aplacar esta crisis de violencia mimética.
Los ritos la reproducen profilácticamente transgrediendo las prohibiciones (de
una forma cada vez más elaborada, menos simbólica, menos cruenta a medida que
aumenta el desarrollo de las sociedades). La
víctima inmolada que en el asesinato primordial pertenecía totalmente a Ía
comunidad en conflicto se sustituye luego por un chivo expiatorio no por
completo ajeno al grupo social pero tampoco asimilable a él enteramente (como
los locos, enfermos, ancianos o niños, seres con alguna anomalía,
extranjeros o esclavos). Esta ambivalencia de cercanía/alejamiento conviene a
las condiciones del sacrificio que no debe desencadenar otra vez la violencia
através de la venganza posible. Determinados ritos insisten en la necesidad de
distanciar y distinguir a la víctima. Otros, en que es preciso acercarla, ser
semejante. En las culturas más complejas; las víctimas asumen un carácter que
se representa cada vez menos carnal. Los mitos recuerdan también, con
mayor o menor crudeza, este asesinato originario. En ambos casos se mata a la víctima
porque se la considera culpable de los males de la comunidad y se le adjudica
una doble naturaleza, benéfica y maléfica, monstruosa y sublime. Instituciones
sociales como la realeza (que muchas veces incluye una inmolación real o
simulada del monarca) o el culto a los muertos se fundarían también, dice
Girard, en la estructura ambivalente del sacrificio. Aun la domesticación
animal y la caza ritual hallarían su raíz en la necesidad de disponer de víctimas
sacrificiales. Ni en el mito ni en el rito hay
conciencia a que la violencia es inmanente, humana. Su desencadenamiento sé
vive cómo una catástrofe determinada por una Epifanía vengadorá de la
divinidad (a la que se termina sacrificando bajo la forma de la víctima). Tanto
mitos como rituales tienen el mismo sentido de inmovilización, de conservación
de una estructura diferenciada donde el cambio (fuente de terror para las sociedades
primitivas) está absolutamente reglamentado y controlado, previsto. La
tragedia -señala Girard comienza a operar una desmitificación, al menos
parcial, que elimina la diferencia entre los antagonistas trágicos. Por eso
despliega a menudo la experiencia colectiva del "doble monstruoso":
uno mismo y todos, máscara terrible inseparable del rostro, identidad del dios
y del mortal poseído. El
acontecimiento de la torres gemelas puede inscribirse como un sacrificio ritual,
en el marco que se acaba de detallar. A muchos occidentales nos hace profundizar
una crisis que ya se venia dando y que propone distintas actitudes. Como ante
cualquier trauma los humaanos nos ponemos en tres actitudes una en victimas
otras en victimarios y la tercera es la observador neutral. Para todas ellas se
recurre a los mitos de salvacion que cada uno posee. Conocer
esta crisis es importante porque en sus cimientos se revela una transformación
cuya toma de conciencia permitirá no solo padecerla sino actuar para gestar el
mundo que se manifiesta en ella. Para Girard, en la base de todas las culturas,
de todos los mitos, de todos los ritos, hay un homicidio que tiene la virtud de
aplacar la crisis de violencia mimetica. El
mito es una dramatización de un hecho inexplicable que responde al interés del
sujeto, su precariedad como explicación obliga a confrontar estos relatos con
otros que puedan darle mayor objetividad. Explicaciones interesadas que exigen
otras representaciones para su purificación y dan cabida a cierto margen de
error. Luego de la agresión terrorista a los
Estados Unidos, el presidente Bush declaró la guerra del bien contra el mal.
Reintrodujo, así, el maniqueísmo que la cultura occidental ya comenzaba a
sepultar, tras siglos de conflictos fundados en este equivocado principio. El
maniqueísmo fomentó las Cruzadas Cristianas contra los pueblos islámicos y, más
tarde, el exterminio de judíos por las tropas de Hitler y de disidentes por la
policía de Stalin. ¿Tiene sentido identificar a los Estados Unidos como el
bien, y lo civilizado, mientras que a sus críticos y enemigos se los identifica
con el mal? Cuando se enfrenta un hecho
inexplicable se recurre a los mitos. Es natural e imperiosa la necesidad de
encontrar respuestas cuando se tiene que enfrentar un hecho dramático de
inseguridad personal o la pérdida de un ser querido. El problema surge cuando
las respuestas se cierran en sí mismas y no se confrontan con otras posibles.
Noam Chomsky dijo que la primera forma de violencia y de intolerancia es no
considerar al otro un interlocutor válido, es decir considerar que el otro nada
válido puede decir. En una sociedad que grita al modo de
predicadores fundamentalistas que los culpables de la inseguridad son los políticos
corruptos, o los desempleados, o los jueces y legisladores inoperantes, o los
que se han olvidado de Dios, o los que vienen de malos hogares, poco se puede
esperar porque el mismo fenómeno de culpabilización encierra la violencia que
pretende superar. El acusado que tiene una base de
autoestima no escucha la prédica y se encierra. El que está bajo de autoestima
cree en la culpabilidad pero lejos de poder revertir la situación que se le
critica la realimenta cumpliendo con las expectativas depositadas. Es así como
se institucionalizan conductas que asocian ser empresario o policía con ser
corrupto, ser desempleado con ser delincuente o ser hijo de separados con ser
drogadicto o violento. Es sabido que nadie aprende lo que no vive. Los
ciudadanos norteamericanos han escuchado los
relatos de abusos creados por su propio país en los nuestros, pero no
supieron lo que era un desaparecido hasta el día en que 6.000 personas
desaparecieron en 5 minutos en el centro de una ciudad que es uno de los centros
del mundo. Ahora puede ser que muchos mejoren su comprensión, mucho se aprende
de las desgracias. 3-
Conclusión: de Nueva York a Asís El mito que “los intereses
capitalistas siempre llevan al cielo, debería confrontarse con el mito de
“que dice “solo los que viven por Ala se salvan”. Y de la misma
manera deberíamos creer que solo se salvan de ser esclavos de Ala los que
empiecen a tener intereses comerciales y seculares. Sacrificar algunos hombres
por amor a Ala es lo que atrae una sociedad que intenta sacrificar al dios de
todos por hacer prevalecer los intereses de algunas minorías con poder. Es
probable que en Haití y en Afganistán muchos ya no crean en los que gritan ser
sus salvadores. Si los
mitos se confrontaran y no se repelieran enriquecerían a la familia
humana. Lo que queda claro es que dios y la economía ya no se pueden pensar por
separado. En detrimento de Dios, de la economía pero fundamentalmente de todos
los hombres. A
pocos dias de la catastrofe Elena Torello narro: “que
muchos empezaron a sentirse ridículos haciendo lo que hacían siempre;
por ejemplo, desfiles de modas o venta de jeans, todo parecía trivial. Se toma
.conciencia de golpe con un sentimiento de culpa, muchos se acordaron de todos
los que habían muerto sin llamar su atención, muertos por tropas yanquis o
simplemente de hambre o Cuando
este sujeto, un hombre sin mayores escrúpulos, reunió a su gente, descubrió
que le faltaban 700 de sus 1000 empleados. Ninguno de los que estaban trabajando
ese dia sobrevivió.Y lloró desconsoladamente probablemente nunca sintió tan
claro que perdía algo mas que dinero. Este efecto fue Ignorar los mitos de salvación del
otro y hacer prevalecer los mitos de uno. Mimetizarse la víctima con el
victimario utilizando
mediadores y víctimas propiciatorias es mantenerse en un nivel de evolución
distante aun del dios que se entrega como el capellán franciscano sin victimar
a otros. Como señala Fray Beto muchos de nosotros somos pacifistas hasta que un
ladrón entra en nuestra casa y mata un ser querido. Entonces, somos dominados
por los mismos sentimientos del bandido, dejando salir al asesino que se escondía
en los pliegues de nuestro corazón. Al imponer el precepto de amar a los
enemigos, Jesús no respaldó al ingenuo que imagina que habrá paz sin ser
fruto de la justicia. Exigió, justamente, que no hagamos al prójimo lo que no
queremos que él nos haga a nosotros. Fue San Francisco en
Gubio, quién explicó que el milagro no consistía en que el lobo bebiera la
leche que le ofrecía el santo, sino que los habitantes de esa población,
creyeran en el poder transformador del amor de ellos. Volver al sumario del Nº 5 Volver a Principal de Discípulos
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