+ ISSN 1576-9925
+
Edita: Ciberiglesia
+ Equipo humano
+ Cómo publicar
+ Escríbenos
+ Suscríbete
+ Apóyanos



Reflexión - Nº 5 - Enero 2002

  "En esto
   conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

          
Juan 13, 35

San Francisco y las torres: 
Desaparecidos, adicciones  y bioterrorismo

Dr. Leonardo Belderrain. Doctor en teología moral santaelena@interar.com.ar  

Entre los desaparecidos en las Torres figura un sacerdote franciscano de apellido Judge, que actuaba como capellán del cuerpo de bomberos del distrito donde ocurrió la tragedia. Tubo una gracia que tienen pocos, murió como había elegido vivir dando la vida por los heridos, sobretodo los bomberos. Guardaba su coche en el mismo cuartel  para prestar sus servicios con la mayor prontitud. Su cuerpo fue hallado días después y su sepelio fue precedido de una ceremonia litúrgica en su parroquia y despedido con el Himno de la Alegría.

1- Ataques a las Torres: nuevos ritos de sacrificio humano

En nuestra ciudad de la Plata con diez  mil desaparecidos o Nueva York con seis mil. La destrucción o la construcción de unas torres puede relacionarse con fenómenos religiosos donde se  confrontan mitos y sacrificios. En nuestra tradición judeocristiana la “torre” generalmente no cuenta con la bendición de Dios; es más bien un símbolo de poder y control que expresa la soberbia humana.

 El enfrentamiento entre dos grupos antagonistas se parece sospechosamente a dos triángulos de sentido inverso que se superponen entre sí. De este modo, cada uno de los dos rivales es a la vez, sin saberlo, sujeto de su deseo y mediador del deseo ajeno, que es reflejo del suyo. Cada uno supone en el otro una indiferencia y una autonomía sobrehumanas: cree al contendiente impermeable a su propia carencia, ignorando la simetría que los identifica.

En algunos sectores de poder en los países del norte se pretende pasar por alto a los mecanismos e instituciones de las Naciones Unidas creadas precisamente para resolver conflictos internacionales como éste; la negación a entablar negociaciones con el gobierno afgano o presentar evidencias jurídicas válidas sobre la culpa de Osama bin Laden; habla de esto.

La presunción de poder actuar como fiscal, juez y ejecutor mundial contra otros entes; el ultimátum totalitarista de Bush II al resto del mundo, declarando ante el Congreso estadounidense que "quien no está con su gobierno está con los terroristas", todas estas expresiones evidencian procesos simétricos entre el victimario y la víctima.

Bush empleo el término "bárbaros" en su antigua acepción grecorromana: aquellos que no forman parte de nuestra civilización. La gente que vive mas allá de la frontera. Bin Laden es el jefe de los bárbaros. Tiene como tal un enorme poder, porque es la imagen material de todas las fragilidades de la cultura occidental y de todas nuestras culpas. Sobre su mito se publican las más extravagantes historias. Parece estar en todos lados al mismo tiempo. Se le atribuyen riquezas y poderes sobrehumanos. Se lo vincula con las profecías de Nostradamus.  Gente en Washington pretende actuar fuera del derecho internacional, tal como hicieron los terroristas. La reacción de los gobiernos nacionales frente a este posicionamiento del imperio es, por otra parte, extremadamente preocupante.

Hoy día, el peligro de una guerra mundial en el sentido convencional, tal vez pueda no existir. Lo que sí existe es el peligro de una guerra sin bombas contra los pobres, los movimientos nacionales y los movimientos democratizadores a nivel mundial. Esa nueva guerra se llama exclusión, o su contracara globalización. Solo el gobierno de Cuba se ha atrevido a diferenciar entre la necesaria condena de los atentados y el necesario rechazo a las pretensiones ilegales de Washington.

Para muchos bioeticistas una estrategia típica para diluir la culpabilidad es decir que todos somos culpables o que el responsable es otro, un ente mal definido como la sociedad o el sistema. Si bien muchos creen en la culpabilidad del sistema mundial, también es claro que los principales responsables fueron los  que hicieron explotar los aviones: los 19 o 20 árabes que los secuestraron, y en segundo término quienes los entrenaron . De allí que muchos  americanos,  en una encuesta se manifestaron en contra de la CIA por verla inepta y corresponsable del odio generalizado contra este país.

Hoy se duda de Bin Laden en la organización. Los hechos parecieran mostrar militares iraquíes profesionalmente entrenados y no fanáticos religiosos. No hay dudas de que el ataque fue llevado a cabo por terroristas árabes. Sólo personas con una peculiar filosofía de vida estarían dispuestos a morir como lo han hecho ellos.

Pero tanto en la “mercadolatría” como todo fundamentalismo religioso puede encontrarse una suerte de adicción religiosa.

Hablamos de adicción religiosa cuando la religazón que se da es mas por presión o miedo que por una actitud de amor. Esto se puede ver en las actitudes que manifiestan:

  • Incapacidad para pensar, dudar o cuestionar la autoridad o las informaciones recibidas.

  • Creencia basada en la vergüenza de no ser suficientemente bueno, o de que estén fracasando las practicas de los rituales que practico.

  • Pensamiento simplista solo existe lo blanco y lo negro.

  • Pensamiento mágico: Dios los sacará del problema (negociación con Dios, o búsqueda de recompensa).

  • Perfeccionismo, adhesión rígida y obsesiva a reglas, códigos de ética y principios rectores.

  • Tendencias a juzgar inflexiblemente a los demás.

  • Tendencia obsesiva a rezar, acudir a lugares sagrados (desde templos a Bancos} y  citar textos que se consideran sagrados.

  • Propensión a contribuir financieramente en forma desmedida con el grupo al que se adscribe.

  • Creencia de que el sexo es algo sucio y los placeres físicos son algo maligno.

  • Prejuicios con respecto a la ciencia, la medicina ,la economía y la educación.

  • Progresivo desapego al mundo real, aislamiento y ruptura de las relaciones.

  • Manipulación de la escritura o textos sagrados, sentirse elegido o declarar que reciben mensaje divino.

  • Apariencia similar a los estados de trance, con rostro brillante o beatifico, con posteriores momentos de derrumbe físico, mental y emocional.

2- Un marco teórico para intentar explicar

Hay un pensador que resulta esclarecedor a la hora de entender cómo se articulan en el inconsciente colectivo estas tragedias. Según Girard, la cultura se construye entre la violencia y el deseo de mímesis.

Para Girard, en la base de todas las culturas, todos los mitos, de los ritos, hay un homicidio originario que tiene la virtud de aplacar esta crisis de violencia mimética. Los ritos la reproducen profilácticamente transgrediendo las prohibiciones (de una forma cada vez más elaborada, menos simbólica, menos cruenta a medida que aumenta el desarrollo de las sociedades).

La víctima inmolada que en el asesinato primordial pertenecía totalmente a Ía comunidad en conflicto se sustituye luego por un chivo expiatorio no por completo ajeno al gru­po social pero tampoco asimilable a él enteramente (como los locos, en­fermos, ancianos o niños, seres con alguna anomalía, extranjeros o esclavos). Esta ambivalencia de cercanía/alejamiento conviene a las condiciones del sacrificio que no debe desencadenar otra vez la violencia através de la venganza posible. Determinados ritos insisten en la necesidad de distanciar y distinguir a la víctima. Otros, en que es preciso acercarla, ser semejante. En las culturas más complejas; las víctimas asumen un carácter que se representa cada vez menos carnal.

Los mitos recuerdan también, con mayor o menor crudeza, este asesinato originario. En ambos casos se mata a la víctima porque se la considera culpable de los males de la comunidad y se le adjudica una doble naturaleza, benéfica y maléfica, monstruosa y sublime. Instituciones sociales como la realeza (que muchas veces incluye una inmolación real o simulada del monarca) o el culto a los muertos se fundarían también, dice Girard, en la estructura ambivalente del sacrificio. Aun la domesticación animal y la caza ritual hallarían su raíz en la necesidad de disponer de víctimas sacrificiales.

Ni en el mito ni en el rito hay conciencia a que la violencia es in­manente, humana. Su desencadenamiento sé vive cómo una catástrofe determinada por una Epifanía venga­dorá de la divinidad (a la que se termina sacrificando bajo la forma de la víctima). Tanto mitos como rituales tienen el mismo sentido de in­movilización, de conservación de una estructura diferenciada donde el cambio (fuente de terror para las so­ciedades primitivas) está absoluta­mente reglamentado y controlado, previsto.

La tragedia -señala Girard­ comienza a operar una desmitificación, al menos parcial, que elimina la diferencia entre los antagonistas trágicos. Por eso despliega a menu­do la experiencia colectiva del "doble monstruoso": uno mismo y todos, máscara terrible inseparable del rostro, identidad del dios y del mortal poseído.

El acontecimiento de la torres gemelas puede inscribirse como un sacrificio ritual, en el marco que se acaba de detallar. A muchos occidentales nos hace profundizar una crisis que ya se venia dando y que propone distintas actitudes. Como ante cualquier trauma los humaanos nos ponemos en tres actitudes una en victimas otras en victimarios y la tercera es la observador neutral. Para todas ellas se recurre a los mitos de salvacion que cada uno posee.

Conocer esta crisis es importante porque en sus cimientos se revela una transformación cuya toma de conciencia permitirá no solo padecerla sino actuar para gestar el mundo que se manifiesta en ella. Para Girard, en la base de todas las culturas, de todos los mitos, de todos los ritos, hay un homicidio que tiene la virtud de aplacar la crisis de violencia mimetica.

El mito es una dramatización de un hecho inexplicable que responde al interés del sujeto, su precariedad como explicación obliga a confrontar estos relatos con otros que puedan darle mayor objetividad. Explicaciones interesadas que exigen otras representaciones para su purificación y dan cabida a cierto margen de error.

Luego de la agresión terrorista a los Estados Unidos, el presidente Bush declaró la guerra del bien contra el mal. Reintrodujo, así, el maniqueísmo que la cultura occidental ya comenzaba a sepultar, tras siglos de conflictos fundados en este equivocado principio. El maniqueísmo fomentó las Cruzadas Cristianas contra los pueblos islámicos y, más tarde, el exterminio de judíos por las tropas de Hitler y de disidentes por la policía de Stalin. ¿Tiene sentido identificar a los Estados Unidos como el bien, y lo civilizado, mientras que a sus críticos y enemigos se los identifica con el mal?

Cuando se enfrenta un hecho inexplicable se recurre a los mitos. Es natural e imperiosa la necesidad de encontrar respuestas cuando se tiene que enfrentar un hecho dramático de inseguridad personal o la pérdida de un ser querido. El problema surge cuando las respuestas se cierran en sí mismas y no se confrontan con otras posibles. Noam Chomsky dijo que la primera forma de violencia y de intolerancia es no considerar al otro un interlocutor válido, es decir considerar que el otro nada válido puede decir.

En una sociedad que grita al modo de predicadores fundamentalistas que los culpables de la inseguridad son los políticos corruptos, o los desempleados, o los jueces y legisladores inoperantes, o los que se han olvidado de Dios, o los que vienen de malos hogares, poco se puede esperar porque el mismo fenómeno de culpabilización encierra la violencia que pretende superar.

El acusado que tiene una base de autoestima no escucha la prédica y se encierra. El que está bajo de autoestima cree en la culpabilidad pero lejos de poder revertir la situación que se le critica la realimenta cumpliendo con las expectativas depositadas. Es así como se institucionalizan conductas que asocian ser empresario o policía con ser corrupto, ser desempleado con ser delincuente o ser hijo de separados con ser drogadicto o violento. Es sabido que nadie aprende lo que no vive. Los ciudadanos norteamericanos han escuchado los  relatos de abusos creados por su propio país en los nuestros, pero no supieron lo que era un desaparecido hasta el día en que 6.000 personas desaparecieron en 5 minutos en el centro de una ciudad que es uno de los centros del mundo. Ahora puede ser que muchos mejoren su comprensión, mucho se aprende de las desgracias.

3- Conclusión: de Nueva York a Asís

El mito que “los intereses capitalistas siempre llevan al cielo, debería confrontarse con el mito de  “que dice “solo los que viven por Ala se salvan”. Y de la misma manera deberíamos creer que solo se salvan de ser esclavos de Ala los que empiecen a tener intereses comerciales y seculares. Sacrificar algunos hombres por amor a Ala es lo que atrae una sociedad que intenta sacrificar al dios de todos por hacer prevalecer los intereses de algunas minorías con poder. Es probable que en Haití y en Afganistán muchos ya no crean en los que gritan ser sus salvadores. Si los  mitos se confrontaran y no se repelieran enriquecerían a la familia humana. Lo que queda claro es que dios y la economía ya no se pueden pensar por separado. En detrimento de Dios, de la economía pero fundamentalmente de todos los hombres.

A pocos dias de la catastrofe Elena Torello narro: “que  muchos empezaron a sentirse ridículos haciendo lo que hacían siempre; por ejemplo, desfiles de modas o venta de jeans, todo parecía trivial. Se toma .conciencia de golpe con un sentimiento de culpa, muchos se acordaron de todos los que habían muerto sin llamar su atención, muertos por tropas yanquis o simplemente de hambre o
de SIDA ante la indiferencia general. Se les reveló de pronto la diferencia entre lo esencial y lo accesorio. Entendieron el espacio que ocupa la vida cuando se llevaban los objetos personales de los pacientes de las habitaciones donde habían muerto.
Porque la muerte no es un cadáver es la cantidad de espacios vacíos, tareas inconclusas y sentimientos amputados que resultan de la desaparición. Por ejemplo, las decenas de chicos que esa manana se quedaron varados en el jardin de infantes esperando que alguien los fuera a buscar. O lo que paso con el responsable de una empresa financiera que ocupaba los ultimos pisos de una de las torres.

Cuando este sujeto, un hombre sin mayores escrúpulos, reunió a su gente, descubrió que le faltaban 700 de sus 1000 empleados. Ninguno de los que estaban trabajando ese dia sobrevivió.Y lloró desconsoladamente probablemente nunca sintió tan claro que perdía algo mas que dinero. Este efecto fue
temporario. El 15 de setiembre tenian que pagarse los cheques de la quincena y nadie pagó el sueldo de los muertos a sus familias pero bueno. Quiensabe. Quiza para algunos esa revelacion tenga un efecto permanente y cree una nueva perspectiva. En un pais consumista, por una semana, nadie compró un
auto. Pero la humanidad tambien esta aprendiendo UN hombre de un sector tan reaccionario como Bush se animó a ir a una mezquita el dia siguiente del ataque. Hubiera sido impensado un presidente yanqui yendo a un templo budista o sintoista japones al dia siguiente de Pearl Harbor.

Ignorar los mitos de salvación del otro y hacer prevalecer los mitos de uno. Mimetizarse la víctima con el victimario  utilizando mediadores y víctimas propiciatorias es mantenerse en un nivel de evolución distante aun del dios que se entrega como el capellán franciscano sin victimar a otros. Como señala Fray Beto muchos de nosotros somos pacifistas hasta que un ladrón entra en nuestra casa y mata un ser querido. Entonces, somos dominados por los mismos sentimientos del bandido, dejando salir al asesino que se escondía en los pliegues de nuestro corazón. Al imponer el precepto de amar a los enemigos, Jesús no respaldó al ingenuo que imagina que habrá paz sin ser fruto de la justicia. Exigió, justamente, que no hagamos al prójimo lo que no queremos que él nos haga a nosotros.

Fue San Francisco en Gubio, quién explicó que el milagro no consistía en que el lobo bebiera la leche que le ofrecía el santo, sino que los habitantes de esa población, creyeran en el poder transformador del amor de ellos.


Volver al sumario del Nº 5            Volver a Principal de Discípulos


Principal | Eclesalia | Discípulos | Jesús | Oración | Acción | Orientación | Educación Música | Enlaces | Solidaridad | Recursos | Portadas | Escríbenos