+ ISSN 1576-9925
+
Edita: Ciberiglesia
+ Equipo humano
+ Cómo publicar
+ Escríbenos
+ Suscríbete
+ Apóyanos



Poesía - Nº 4 - Mayo 2001

  "En esto
   conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

          
Juan 13, 35


ALMA BIENAVENTURADA

Emma-Margarita R. A.-Valdés
emmarav@teleline.es

Basada en Mt 5,1-12; 11,6; Lc 6,20-26; Jn 13,7;
Rom 4,7; 14,17; 1 P 3,14; Ap 1,3; 22,14)
                 



Bajo el sol, en el monte, me enseñaste
a ser dichosa, bienaventurada.
Señor, cerca del cielo me orientaste
y me siento feliz, reconfortada.

Porque eres Tú mi espiritual riqueza,
pues sin Ti soy arcilla mancillada,
infundes tu valor en mi flaqueza
y me proclamas bienaventurada.

Porque deseo hacer tu voluntad
y en Ti voy de mí misma abandonada,
me prometes la tierra en heredad
y me proclamas bienaventurada.

Porque ruego tu gracia, tu perdón,
y lloro arrepentida, atribulada,
me brindas tu indulgente compasión
y me proclamas bienaventurada.

Porque tengo hambre y sed de tu justicia,
de existir redimida, liberada,
me das tu pan, tu vino y tu Noticia
y me proclamas bienaventurada.

Porque atiendo al enfermo, al marginado,
y me abrazo a la Cruz de la jornada,
me das del manantial de tu costado
y me proclamas bienaventurada.

Porque ansío tu limpio sentimiento
para vivir en Ti santificada,
abres mis ojos al conocimiento
y me proclamas bienaventurada.

Porque exhorto a la paz en nuestro infierno
y acepto tu designio sosegada,
en el Padre me das tu amor fraterno
y me proclamas bienaventurada.

Porque estoy perseguida por mi celo,
por responder fielmente a tu llamada,
en tu Reino coronas mi desvelo
y me proclamas bienaventurada.

Bajo el sol, en el monte, tu verdad
acampó sobre mi alma desterrada.
Tu perdón me da acceso a la ciudad
por la puerta que abrió la cruel lanzada.


Estimados amigos:

Tengo el gusto de enviaros un pequeño artículo en prosa poética titulado "Calvario" en el que trato de relacionar la pasión de Cristo con la pasión de los hombres, concretamente personas jóvenes, como es es el caso que menciono, ya que me muevo mucho con alumnos adolescentes y he escrito ya varios libros y artículos sobre ellos y sus sentimientos. El Calvario es un lugar de mi pueblo, alejado de la población, donde hay un crucero que da a la inmensa vega.
Reciban un atento saludo.

Carlos José Romero Mensaque

 CALVARIO

La tarde estrena sus mejores galas en esa hora incierta donde la vida del pueblo parece detenida en una soledad densa que inunda calles y plazas. Es una soledad cansina, rutina del descanso, pero que descubre la vida oculta de las cosas...todo un paisaje de evidencias invisibles que ahora revelan su presencia,  como un milagro que sólo la fe entiende  y el sentimiento inscribe en el corazón.

Inesperadamente una sombra oscura, espesa, había dejado en penumbra el Calvario: La vega, sin embargo, resplandecía en su verdor de invierno. Se adivinaba la añoranza cálida de las cosas desde sus invisibles ojos, cuando el sol les devolvía a su frialdad. Los bancos dejaron de ser asiento agradable para aquellos dos abuelos que agradecían encantados cualquier gesto de acogida, el mínimo grado de calor...Para ellos, cada tarde era un rescoldo de añoranzas, recuerdos idos que arropan el paisaje de las cosas... 

También ella se había levantado del banco de enfrente y lentamente se aproximó a  la barandilla para contemplar el extraño fenómeno en toda su plenitud. Estaba de nuevo allí, sola, otra vez. Tenía frío, pero algo en aquel lugar, en aquel ambiente de incierta penumbra, la atraía. Era un sentimiento confuso de melancolía. Quizá –pensó- yo también soy como esta extraña nube, como estos bancos que se enfrían paulatinamente y cala en ellos la humedad del ambiente.. porque el sol se ha oscurecido para ellos, para mí... 

A veces la tristeza, como una sombra amarga de nube, oscurece y confunde sentimientos vivos, cálidos. Aquel Calvario irradiaba una angustia insondable, y, como el antiguo cinematógrafo, parecía reflejar en la vega imágenes diversas, contradictorias de personas muy cercanas, a las que su mente desfiguraba como caricaturas groseras y posteriormente las investía de rencores, hipocresías... pero todas sin excepción se reían de ella... No lo podía saber... pero su propia imagen resultaba patética con un rostro congestionado, la boca apretada y una mirada cargada de rencor... tan negra como la nube que cubría el Calvario. 

Se sentía morir en ese odio que envenenaba su ser, que se resistía a liberar a la mujer todo corazón que siempre había sido, la que animaba constantemente a sus seres queridos, la que luchaba con valentía frente a las injusticias y levantaba a los que se caían en el camino... los mismos que... después...la traicionaban, la olvidaban... No podía creer ya en nadie... Tampoco en ese Dios en el que creían esas personas... Volvió a mirar a la vega. Seguía radiante. Dos lágrimas parecían brillar en sus mejillas. Hacía mucho que no podía llorar.  

Volvió sus ojos hacia atrás. Allí estaba la Cruz. Sola, vacía. Era mucho lo que la unía a Quien fue allí crucificado. Siempre había admirado aquel sacrificio que parecía tan inútil... Uno de sus sueños era poder algún día estar frente a Él y hablarle de sus dudas, desconfianzas... Y también de sus sentimientos, los que reprime y ahogan su corazón... su secreto más escondido, el mismo que abrasaba el alma al Crucificado, el que la haría tan feliz...

Cuando se acercó a la cruz y se atrevió a decir sin palabras lo que soñaba con todo su ser, inesperadamente, el Calvario quedó inundado de la brillante luz de la vega, disipándose las sombras, la nube. La tarde renacía de nuevo con la vida de los hombres.


 

Principal | Eclesalia | Discípulos | Jesús | Oración | Acción | Orientación | Educación Música | Enlaces | Solidaridad | Recursos | Portadas | Escríbenos