+ ISSN 1576-9925
+
Edita: Ciberiglesia
+ Equipo humano
+ Cómo publicar
+ Escríbenos
+ Suscríbete
+ Apóyanos



Discipulado - Nº 2 - Septiembre 2000

  "En esto conocerán
   todos que sois
   mis discípulos,
   en que os amáis
   unos a otros."

             
Juan 13, 35

Textos para la meditación y la oración personal y en grupo

El Hijo del Hombre
no tiene dónde reclinar la cabeza...(Lc. 9, 58)

  Ésta es la respuesta de Jesús a alguien que se le acercó deseando ser su discípulo. Esta frase tiene una doble dimensión. Por un lado hace referencia a aquellos que intentamos responder a la llamada recibida, pero por otro nos obliga a mirar en la realidad actual a la cantidad ingente de hijos de hombre que no tienen dónde reclinar sus cabezas.
          Empezaremos nuestra reflexión por este punto. Pretendemos en este segundo número de Discípulos mirar un poco más en profundidad la realidad de todas aquellas personas que por una u otra causa se han visto obligadas a dejar su tierra, que han abandonado su familia, su país porque no tenían dónde reclinar la cabeza y lo que es peor, cuando han llegado a los países “más ricos”, se encuentran que siguen sin tener un lugar dónde reclinar su cabeza.
          Nos atrevemos a pensar que Jesús no inventó un estilo de vida, creemos que lo que hizo fue optar por un estilo de vida. Se situó en el camino, al margen, en la periferia, donde verdaderamente se encontraba la pena y el sufrimiento. Quizás Jesús antes de decirle a aquel que quería seguirle la  frase que nos ocupa hoy habría visto a mucha gente que no tuviera dónde reclinar su cabeza; la mirada de Jesús es una mirada que lo penetra todo, que lo invade todo. Esa mirada quedaría afectada de algún modo y en lo profundo de su corazón descubriría la llamada del Padre a estar con ellos, con aquellos que no tienen dónde reclinar la cabeza.
          Pero el ser y el estar de Jesús no es un ser y un estar parcial, la única forma que tiene Jesús de ser y estar es la forma que tiene Dios de ser y estar y es hacerse como uno de ellos. Cuando Jesús descubrió la vida de aquellos que no tenían dónde reclinar la cabeza; leprosos, ciegos, pecadores... en ese momento Jesús se siguió haciendo carne y acampó entre nosotros.
          Por eso mirar a Jesús es, sin duda, mirar a los que en nuestra realidad actual no tienen dónde reclinar la cabeza. En nuestras sociedades cada vez son más las personas que no tienen dónde reclinar la cabeza según los estudios de prestigiosas organizaciones humanitarias.
          Por medio de estas líneas nos gustaría hacer presentes a los inmigrantes como ya hemos dicho con anterioridad y en ellos deberíamos descubrir a Jesús inmigrante. Nos tocará escuchar en alguna ocasión aquello de “fui extranjero y no me acogisteis”.
          Pero sin duda las palabras de Jesús también tienen un planteamiento que nos afecta directamente. Seguir a Jesús, ser sus discípulos, supone no tener dónde reclinar la cabeza. Ser capaces de vivir en lo provisional, sin la seguridad de un lugar en el que poder descansar. No tener nada, no poseer ya que sólo Dios basta y quien a Dios tiene nada le falta, significa poder vivir desde la acción de gracias, desde la gratuidad más absoluta del que vive la propia existencia como don, como regalo y por tanto lo que se es y se tiene es partido y compartido con el hermano y más aún cuando éste ha venido de lejos y el camino es largo.
          Poder llegar a vivir como el hijo del hombre que no tiene dónde reclinar la cabeza, sin duda es don de la Gracia y en nuestra súplica al Padre debemos pedir esto con insistencia. Pero al tiempo es vivir con la confianza de que sólo desde el seguimiento de Jesús podremos hacer real la existencia del reinado de Dios entre nosotros.
          Que todo aquel que viene de lejos y no tiene dónde reclinar la cabeza pueda ser acogido por nosotros ya que lo nuestro no es nuestro, está al servicio del reino. Esto es tan difícil que estas palabras pueden sonar huecas y vacías y sólo si somos capaces de mirar a los ojos de Jesús hecho carne en las personas desplazadas por diversos motivos y somos capaces de ver al hijo del hombre que no tiene dónde reclinar la cabeza podremos compartirlo todo, dejar nuestras ataduras y seguir en camino luchando por un mañana mejor.
           En cualquier caso lo importante no es lo que aquí podamos reflexionar sobre esta cuestión, sino lo capaces que seamos de ponernos frente al evangelio y frente a la vida para dar respuesta a la llamada del Padre.

 Proponemos a continuación unas pautas para la reflexión, el diálogo, la oración:

  • ¿Cuál es nuestra experiencia con la realidad de la inmigración.

  • ¿Cómo resuena en nosotros la cita del evangelio que reflexionamos?

  • ¿Qué relación descubrimos entre una y otra?

  • Necesito poco y lo poco que necesito lo necesito poco.

  • ¿Qué compromisos concretos podemos adquirir desde esta realidad?

  • Ora deseando ser discípulo del Hijo del Hombre...

Volver al sumario del Nº 2             Volver a Principal de Discípulos

Principal | Eclesalia | Discípulos | Jesús | Oración | Acción | Orientación | Educación Música | Enlaces | Solidaridad | Recursos | Portadas | Escríbenos