A punto de comenzar milenio, en un mundo donde el mal hace ruido y daño, en
un mundo donde el bien debe multiplicarse por mil para ser hoy. En este mundo y en este
tiempo, seguimos recibiendo la llamada de un Dios amoroso a seguir a su Hijo impulsados
por el Espíritu.
Recibimos la llamada a ser discípulos hoy,
aquí y ahora. Pero ¿Cómo?, ¿Cómo seguir hoy a Jesús?.
Pretendemos con estas líneas generar pregunta
en el corazón del creyente, más que dar respuestas pautadas sobre el discipulado hoy.
Es difícil pensar en ser discípulo de Jesús
y no mirarle a los ojos y preguntarle a Él, ¿Cómo puedo seguirte hoy?. ¿Cómo puedo
andar por los caminos, sin tener dónde reclinar la cabeza?, ¿Cómo puedo hacerme hermano
de los que más sufren, de los que momento a momento son excluidos, de aquellos a los que
nadie quiere?, ¿Cómo puedo enfrentarme al poder establecido, civil o religioso, que
humilla y destruye a la persona humana?, ¿Cómo entrar en los templos de hoy, en todos
los templos de hoy y denunciar que son cuevas de ladrones que sólo piensan en el dinero,
o en el poder?, ¿Cómo aprender a llamar a Dios, papá?, ¿Cómo transmitir que Dios es
papá/mamá?, ¿Cómo asumir que el trono de Jesús es la Cruz, que su corona real es de
espinas?, ¿Cómo ser testigo resucitado del Resucitado?........................................
Es difícil pensar en ser
discípulo de Jesús y no mirarle a los ojos y preguntarle a Él, ¿cómo puedo seguirte
hoy?
.....................................
Infinidad de interrogantes surgen en el
corazón del creyente, infinidad de interrogantes de respuesta complicada, en cualquier
caso la respuesta difícilmente vendrá desde la mera intelectualidad, es fundamental que
el corazón ocupe su lugar. Porque el discípulo lo es porque opta con su corazón
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón..."
|
Pero el discípulo del nuevo milenio, y también del viejo ha descubierto que seguir a
Jesús individualmente es tarea ardua y difícil, que el soplo del espíritu impulsa a
ejercer el discipulado en comunidad de hermanas y hermanos. Hoy urge más que nunca poder
transmitir un testimonio de fraternidad/sororidad, y que mejor testimonio que el de
aquellos que se saben y sienten amados incondicionalmente por un Dios padre/madre que
"todo lo puede en quien nada puede..."
Por tanto entendemos que el mejor modo de ir
buscando respuestas a las preguntas anteriormente planteadas, es sin duda desde le seno de
la comunidad de hermanas y hermanos que se reúnen en un esfuerzo común.
Creemos también que hay otra clave fundamental
a la hora de buscar respuestas sobre nuestra forma actual de vivir el discipulado:
colocar en el centro de nuestra
existencia aquellos a quienes Jesús colocó en el centro de la suya. Pobres, marginados,
excluidos, están en el mismo corazón de Dios "lo que hicisteis con uno de estos, a
mi me lo hicisteis..."
Los pobres son sacramento actual y vigente de
la presencia de un Dios que se ha entregado por nosotros. Desde esta óptica a la hora de
reflexionar sobre nuestro modo de ser discípulos deberíamos ver por dónde andan las
personas que viven pobreza. Si andan lejos, deberíamos revisar nuestra vida cotidiana.
Ahora bien, colocar a los pobres en el mismo
centro que se encuentra Jesús, supone que como personas que son, no podemos manipularlas,
haciéndolas objeto de nuestra caridad, sino que debemos luchar para que sean sujetos de
su propia historia y desde ahí recuperen la dignidad que les ha sido arrebatada.
Por tanto ser discípulo hoy nos supone capaces
de generar preguntas sobre el devenir de nuestra existencia en confrontación con la
existencia de Cristo el Señor, haciendo un camino común con el resto de hermanas y
hermanos, reconociendo que sólo Dios y los pobres pueden ocupar el centro de nuestra
existencia.
Un reto que sólo podremos correr si estamos
abiertos a los impulsos del Espíritu que XX siglos después sigue aleteando en las
inmediaciones de la periferia social.
Continuaremos hablando en el próximo
número... |