37- Diciembre, 2004. Laicidad         

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ECLESALIA

02/12/04

MARIA DE NAZARET: OTRA IMAGEN ES LA REAL

Faustino César Vilabrille

ECLESALIA

09/12/04

“OTRA IGLESIA ES POSIBLE... ¡Y NECESARIA!”

Comunidades Cristianas Populares

ECLESALIA

13/12/04

OTRA VOZ DE IGLESIA

VV.AA.

ECLESALIA

13/12/04

CARTA DE LA COMUNIDAD CRISTIANA POPULAR “SAN JOSÉ” DE CÁDIZ A SU OBISPO

Comunidad San José

ECLESALIA

13/12/04

VUELVE LA OFENSIVA DE LA IGLESIA CONTRA EL GOBIERNO

CCP de Zaragoza

ECLESALIA

13/12/04

LO QUE DICE LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA CATÓLICA NO ES “PALABRA DE DIOS”, NI LA VOZ DE TODOS SUS MIEMBROS

CCP de Granada

ECLESALIA

14/12/04

‘LAICISMO, LAICIDADAD, ESTADO LAICO’

VV.AA.

ECLESALIA

16/12/04

‘HEMOS TOCADO EN LA LLAGA’

José Luis Cortés

ECLESALIA

17/12/04

LA NAVIDAD DE PAPEL MONEDA

Jairo del Agua

ECLESALIA

20/12/04

LA FÁCIL Y DIFÍCIL NAVIDAD

Jon Sobrino

ECLESALIA

22/12/04

EL JESUS DE MI FE

Jorge Bisbe I Fábregas

ECLESALIA

24/12/04

LA VOZ DE LOS POETAS EN NAVIDAD

José Ignacio Calleja

ECLESALIA

28/12/04

UN NUEVO NACIMIENTO

Miguel Ángel Mesa

ECLESALIA

29/12/04

IGLESIA: DIÁLOGO SÍ, IMPOSICIÓN NO

VV.AA.

ECLESALIA

29/12/04

ESTADO LAICO, IGLESIA LIBRE

Cristianos por el socialismo

ECLESALIA

29/12/04

MANIFIESTO DICIEMBRE 2004

VV.AA.

ECLESALIA

29/12/04

IGLESIA Y SOCIEDAD EN LA ACTUAL SITUACIÓN ESPAÑOLA

VV.AA.

ECLESALIA

30/12/04

MANIFIESTO “OTRA NAVIDAD ES POSIBLE”

Movimiento “Otra Navidad es posible”

 

ECLESALIA, 2 de diciembre de 2004

MARIA DE NAZARET: OTRA IMAGEN ES LA REAL

FAUSTINO CÉSAR VILABRILLE LINARES

GIJÓN (ASTURIAS).

ECLESALIA, 02/12/04.- No es gran cosa lo que nos dicen los Evangelios sobre María de Nazaret, pero sí lo suficiente para captar su línea de fe, su compromiso, su vinculación a la comunidad creyente.

La imagen que nos dan los Evangelios de María no se parece casi nada a la mayoría de las vírgenes que tenemos en nuestras iglesias con la luna bajo los pies, coronada de estrellas, de cara perfecta, manos impolutas, corona de perlas en la cabeza, ropajes bordados en oro, colocadas en retablos de plata robada a los indígenas, etc.

María, como casi toda la gente de su época pertenece al pueblo pobre y sencillo. Estaba mucho más cerca de la condición de esclava que de ciudadana y mucho menos matrona romana. De hecho le dice al ángel que le anuncia la maternidad divina que es esclava, y esto no es una metáfora, porque lo era la inmensa  mayoría de la población pobre. Cuenta un documento primitivo que unos familiares de Jesús, sospechosos de ser alborotadores del pueblo, fueron llamados a declarar sobre su conducta y contestaron que eran trabajadores del campo y “tenemos callos bien marcados en las manos”.

En las bodas de Caná de Galilea, María más bien no aparece entre los invitados a la boda como Jesús y los discípulos, sino trabajando entre los sirvientes.

Cuando fue a casa de su prima Isabel, tampoco fue de visita de cortesía, sino a ayudarla, pues fue a prisa y se quedó con ella tres meses. Seguro que no estaba de vacaciones, ni haciendo un crucero por el lago de Tiberíades.

Cuando dio a luz a Jesús tuvo que buscar una cueva donde los pastores guardaban los rebaños de ovejas, pues ni una simple posada les quiso acoger: les contestaron que estaba todo completo. Seguro que aquella cueva no era la clínica Mayo, ni el Reina Sofía, o la clínica del Opus de Navarra.

Pero donde mejor vemos la calidad  humana, social y creyente de María es en el Canto del Magníficat que San Lucas pone en su boca, y entre otras cosas dice: “mi alma da gracias a Dios porque puso en mi sus ojos que soy una esclava... Porque desplegó la fuerza de su brazo para dispersar a los soberbios, derribar de sus tronos a los potentados y exaltar a los pobres, colmar de bienes a los hambrientos y despedir a los ricios sin nada”. Lo que fue María en su vida real en la tierra y lo que le dice a Dios no concuerda en nada con las imágenes y pinturas con que la hemos representado, en muchos casos también vestida con los ropajes de moda de la burguesía de la época en que fue esculpida o pintada. Vimos en Guatemala que los conquistadores-colonizadores llevaron de aquí la imaginería de Jesucristo, vírgenes, santos, retablos, procesiones y pasos de Semana Santa etc. occidentalizados. Las imágenes de María que hay en las iglesias de los indígenas no solo tienen cara de virgen occidental, sino que están talladas y vestidas como las de aquí. No vimos ninguna con rostro, forma, manos, ropa,  pelo o peinado indígenas. Puede que haya alguna excepción, pero en bastantes iglesias donde estuvimos no las vimos. Haciendo al pasado el beneficio de la comprensión cultural de su época, que ya es mucho conceder, resulta inconcebible que ahora no corrijamos estas cosas, pues incluso aún ahora les imponemos los ritos de culto occidentales (todavía ahora Roma lo quiere tener todo atado y bien atado). Con ser esto importante, mucho más lo sería asumir sus valores religiosos, cultuales y culturales.

Pongamos un ejemplo: Para nosotros los occidentales, un árbol es simplemente madera para la tabla de un mueble o la viga de una casa o un puente de un riachuelo; excepcionalmente es un adorno aislado en un parque de una ciudad o villa. Casi en el cien por cien de los casos es solo un objeto de negocio. De hecho las multinacionales madereras les pagan a los indígenas por un árbol de caoba entre 3 y 5 dólares al que venden luego en Europa entre 3000 y 5000. (Sin comentarios). En cambio para el maya-indígena el árbol es un ser con brazos (ramas) que dirige hacia arriba como signo de gratitud a Dios por su vida, con miles de lenguas (hojas) que lo alaban con el susurro del aire, duerme en el invierno, en la primavera sonríe de alegría y gratitud a Dios con el colorido y el perfume de sus flores, es madre generosa en el verano con sus frutos (para ellos Dios es Padre-Madre a la vez) que generosamente los entrega todos y a todos (hombre, animales, pájaros...) y se recoge a meditar en la intimidad del otoño.

Los occidentales, y hoy más que nadie los EE.UU., hemos sido y somos unos brutales imperialistas, no solo en lo económico, sino también en lo cultural y hasta en lo religioso: queremos imponer lo nuestro y acapararlo todo para nosotros y somos así la causa de muerte por hambre de millones de seres humanos, y de la misma tierra que cada día explotamos y esquilmamos más y más. Es cierto que Jesucristo dijo: “id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”. Pero el mensaje de Jesús, el Evangelio, es justicia, es amor, es fraternidad, es paz, es opción por los empobrecidos y marginados, justo todo lo contrario de esos imperialismos antes señalados.

María era pobre, pues cuando ella y José presentan al niño en el templo hicieron la ofrenda de dos pichones: era la ofrenda de los pobres. Por qué ahora tenemos que representarla vestida de ropajes lujosos, con coronas de perlas, con rostro de misses, manos de sangre azul, etc. Tampoco lo justifica que nos digan que se trata de regalos. Donde María necesita de todo es en sus hijos empobrecidos que están muriendo de injusticia, de hambre, de enfermedad, de ignorancia, de explotación, de violencia, de falta de trabajo, de tierra, de agua...

Mucha fe tuviste que tener María, cuando tu marido José se despierta de noche y te dice: “María, levántate ya, que un ángel me acaba de decir en sueños que tenemos que marchar con el niño para Egipto, que lo quieren matar”. Tu pensarías: “Que cosas sueña este hombre: quién puede querer matar a un niño recién nacido”. O sea, que tu también fuiste emigrante, y seguro que fue bien duro, pues Egipto quedaba muy lejos y los medios de entonces para viajar eran nulos, y peor llevando a un niño pequeño. Pasaron dos mil años y se repite la historia en miles de mujeres que llegan hoy a España de Bosnia, Colombia, El Salvador, Africa, etc., muchas engañadas por criminales del tráfico de seres humanos con promesas falsas y mentiras para luego abandonarlas o dedicarlas incluso a la prostitución. Aquí en Gijón las tenemos pidiendo por las calles, a las puertas de los supermercados o de las iglesias, o revolviendo en los contenedores de la basura. Todo esto es fruto de la pobreza extrema del país donde nacieron y del egoísmo y la miseria moral de los que vivimos en el primer mundo, en el que unos pocos tienen cada vez más y los más cada vez menos, hasta el punto de que entre nosotros hay también cada vez más pobres, sobre todo entre mujeres y jóvenes. Varios cientos de familias viven en Asturias bajo el umbral de la pobreza.

También en reuniones con jóvenes de Guatemala los vimos soñar con irse a los EE.UU., y se aventuran a entrar allí en camiones de doble fondo (aquí las pateras). A los que logran pasar les esperan años en la clandestinidad. A muchos los cogen y les dan la vuelta, pero si dicen que se alistan para el ejército de los EE.UU., entonces los admiten. Pero no saben que les espera Iraq u otro sitio parecido para defender o conquistar petróleo para las multinacionales petroleras de los EE.UU., como la Exxon Mobil que gana dos millones de dólares a la hora. María, seguro que tú y José no fuisteis a buscar petróleo a Egipto. Menos mal que tu marido te trataba bien y no fuiste víctima de la violencia de género, como lo son hoy muchas mujeres aquí en España, y peor aún en otros países donde miles, ya adolescentes, son secuestradas, violadas, mutiladas, como en el entorno de Ciudad Juárez donde cuatrocientas aparecieron victimadas de esa manera, y muchos miles en Guatemala durante la dictadura militar, donde a algunas incluso les cortaron el cuello cuando estaban amamantando a su hijo: la madre sangrando y el niño mamando. Por este camino de violencia y muerte por hambre de más del 80 % de la humanidad el mundo no tiene futuro. Ayúdanos, María, a creer, aunque sea soñando como José, que otro mundo es posible.

A María, la encontramos también muy preocupada, angustiada, buscando al niño que se le había “perdido” en Jerusalén, como les pasa hoy a millones de madres del Tercer Mundo que ven perderse a sus niños muertos de hambre entre sus brazos, o los tienen  que vender por una vaca y a los cuatro años tienen que dar otro para seguir con ella, que son conducidos a la esclavitud o despiezados como animales de matadero para negociar con sus órganos para trasplantes en el Primer Mundo. Léase Colombia o Mozambique, donde unas monjas están amenazadas de muerte por denunciarlo. Horrible!!!, horrible!!!

Amigo fiel es aquel que en los momentos felices espera a ser llamado para acudir, pero en los difíciles acude sin ser llamado. Esto hizo María: acudir al lado de su Hijo en el momento más difícil de su vida, la crucifixión, el asesinato de un hombre justo por orden de Pilatos, instigado por los que se consideraban los sagrados guardianes (fariseos y sumos sacerdotes: vaya sumos y vaya sacerdotes!!!) de la religión verdadera. Qué contradicción! Eran unos ritualistas leguleyos, fanáticos del templo, farsantes e hipócritas, muy anclados en el pasado, que vivían bien a costa de exprimir al pueblo: por eso Jesús los criticaba muy duramente y con frecuencia. Toda religión que no tiene como centro de su razón de ser la justicia, la lealtad, el amor, la misericordia hacia los demás, se convierte en una traidora para el hombre y para Dios, aunque le haga reverencias a todas horas, le celebre ceremonias deslumbrantes en Iglesias, Catedrales o Basílicas (pronto vamos a tener una buena entre nosotros), mientras millones de sus hijos se le están muriendo de pura miseria. Oímos con mucha frecuencia sobre todo a los políticos neoliberales, y a los clérigos conservadores hablar muchas veces de paz y casi nunca de justicia, porque para ellos la paz se impone con la guerra o la sumisión servil al opresor, pero hay que decirles que con la guerra y el servilismo no se consigue la justicia. Sin justicia no puede haber paz verdadera.

Quizá pensemos que María vio muy clara la misión de Jesús. Pero no era así, hasta el punto que ella y sus familiares llegaron a pensar que Jesús no estaba bien de la cabeza (no entendían su mensaje) y querían llevárselo para casa. Es decir, María también tuvo sus dificultades para creer en Jesús, pero no abandonó y estuvo con El junto a la cruz. El mismo Jesús,  colgado del palo de arriba, se sentía abandonado de Dios, pero desde tanto dolor, y sintiéndose ya morir, desde aquella humanidad tan prodigiosa que tenía para sentir como suyos, tanto los gozos como sobre todo los sufrimientos de los demás, le dice a Juan: “ahí tienes a tu madre”. No quería que su madre quedase sola y desprotegida. Creer es comprometerse, arriesgarse, decidirse. Dios nos respeta en todo y por eso también respeta nuestra libertad de creer, pero creer sin comprometerse es no creer. Y este compromiso es con los hombres, con las personas, no con Dios porque Dios ya lo tiene todo, no le falta nada. Dios no nos necesita pare El, sino para nosotros, y sobre todo en los más empobrecidos, marginados, despreciados. Sin amor comprometido con los más necesitados del mundo es imposible amar a Dios. Nuestro amor le hace falta al hombre, no a Dios. Por eso Jesús nos pide que amemos a los demás hasta dar la vida por ellos. Muy bien lo entendieron los discípulos de Jesús, como Juan, que dice: “quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso, porque si no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Tenemos de El este mandato: que quien ama a Dios ame también a su hermano”. Jesús nos explicó muy claramente que el amor a Dios pasa a través del amor a los demás: “lo que hacéis a los demás a mi me lo hacéis”. Cuando amamos a los demás, y de modo especial a los más necesitados, estamos amando a Dios aunque no lo pensemos ni lo sepamos.

Finalmente María, después de la Ascensión de Jesús, aparece reunida, en una casa de Jerusalén,  con los Apóstoles, con algunas mujeres y otros familiares. La fe adquiere su mayor sentido y plenitud vivida en comunidad y comprometida con los demás y por los demás.

Muchas gracias, María, por el ejemplo que nos diste. Ahora ya eres feliz, mucho más de lo felices que hiciste a aquellos novios de Caná, que a media comida se quedaron sin vino, al mediar para que tu Hijo convirtiera 600 litros de agua en el mejor vino. O muchos eran o tuvo que sobrarles cantidad. Es que tu como Dios, quieres que sobre para todos. Hoy la tierra produce alimentos para el doble de la humanidad actual. Sin embargo el 80 % no tiene lo suficiente y cientos de miles se mueren de hambre cada día: de esto  tienen  la culpa unos cuentos ladrones, cada vez más ladrones, que hay en este mundo. Porque somos hombres somos libres, y con nuestra libertad podemos hacer mucho bien y mucho mal. Dile a tu Hijo que con su Justicia repare tanta injusticia como los hombres cometemos en este mundo, porque quién sino hará justicia a  tantos hombres que murieron a lo largo de la historia y mueren hoy tan injustamente tratados. No pueden haber muerto para quedar muertos: nadie les repararía tanto daño como recibieron en este mundo. María, échanos una mano para hacer el bien con generosidad como se la echaste a aquellos novios, para que podamos dar la vuelta al rumbo de la historia.

Gracias, María.

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ECLESALIA, 9 de diciembre de 2004

“OTRA IGLESIA ES POSIBLE... ¡Y NECESARIA!”
XIII Encuentro Estatal de Comunidades Cristianas Populares

COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES, 07/11/04

VALLADOLID

ECLESALIA, 09/12/04.- Doscientos representantes del centenar de Comunidades Cristianas Populares existentes en España hemos celebrado este encuentro en el Centro Vedruna de Valladolid desde el sábado 4 hasta hoy 7 de diciembre, acompañados por el Colectivo Europeo de Comunidades Cristianas de Base que paralelamente han tenido su reunión ordinaria.

Comenzamos nuestra andadura hace mas de 30 años en una época de convulsión social hacia la democracia a la que ofrecimos una gran colaboración junto a otros movimientos de la Iglesia y respaldados por parte de la Jerarquía de entonces.

REAFIRMAMOS también hoy que los Derechos Humanos son patrimonio de todos los hombres y mujeres, creados “a imagen y semejanza de Dios”, y nuestro compromiso en defender la dignidad humana, especialmente de los más desprotegidos, por encima de cualquier otro interés. Para evitar la doble moral imperante en la Jerarquía católica, es necesario que la Iglesia sea la primera  en reconocer los Derechos Humanos en su propio ámbito.

En este sentido QUEREMOS vivir en una Iglesia de hermanos en nuestras comunidades, sin exclusiones, ni privilegios  entre varones y mujeres, pobres y ricos, clérigos  y laicos, célibes o casados; del mismo modo que actuó Jesús de Nazaret con sus discípulos y discípulas.

CONDENAMOS  los intentos de justificar guerras e intervenciones armadas en otros países. La guerra es una lucha fratricida, el mayor mal que puede sufrir una sociedad.

DENUNCIAMOS el actual sistema económico neoliberal que despoja de sus bienes a continentes enteros para transferirles a manos de una minoría  y desplaza a millones de seres humanos fuera de sus casas para sobrevivir en los países ricos. La propiedad privada es radicalmente inmoral cuando arrebata a miles de millones de personas las riquezas que tienen para vivir.

DECLARAMOS  que ningún emigrante puede ser ilegal en la tierra que -según la Biblia-  hemos recibido para vivir todos los descendientes de Adán y Eva.

NOS COMPROMETEMOS  en movimientos interreligiosos de fraternidad con cuantos creen en el mismo Jesús de Nazaret o el mismo Dios y también con las personas  y grupos sociales, creyentes o no, que trabajan por la justicia social, la dignidad y la paz para toda la sociedad. Estos son los verdaderos signos del reino de Dios.

APOSTAMOS, finalmente, por vivir ya en este mundo la salvación del cuerpo y del espíritu de todo mal físico y moral y así ser portadores de la esperanza y el gozo de vivir que en palabras de San Pablo son “las arras de lo que nos espera en el futuro” según nuestra fe.

Valladolid, 7 de diciembre de 2004 

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ECLESALIA, 13 de diciembre de 2004

OTRA VOZ DE IGLESIA

1 .ACO Mallorca (Acció Catòlica Obrera), 2. Animadors del MIJAC (Moviment Infantil i Juvenil d’Acció Catòlica), 3. Associació Infantil i Juvenil “Es Molí”. 4. Capellans Casats, 5. Comunitats Cristianes de Mallorca, 6. Creients i Feministes, 7. Cristians pel Socialisme, 8. Drets Humans de Mallorca, 9. Forans i Creients, 10. Fundació S’Olivar, 11. Gais Cristians, 12. Grup de Joves “Dinos”, 13. Justícia i Pau, 14. Moviment Cristià de Professionals. 02/12/04

CIUDAD DE MALLORCA.

ECLESALIA, 13/12/04.- Nosotros, cristianos y cristianas católicos de Mallorca, ante los comunicados y las manifestaciones de una parte de la jerarquía y de algunos grupos de nuestra Iglesia, en relación a la situación que vivimos hoy los creyentes católicos en el Estado Español, desde una convicción humana y creyente y con la voluntad de participar activamente en la construcción de una sociedad cada vez más solidaria, MANIFESTAMOS:

1. Estamos sorprendidos y decepcionados por la falta de denuncia -y de actuaciones consecuentes- ante los problemas urgentes que hoy sufren millones de personas. Nos referimos, entre otros, a la guerra, al hambre, a la emigración impuesta, a la devastación ambiental, a la pérdida de culturas, al consumo irresponsable, a la violencia contra las mujeres, a la corrupción de muchos políticos, a la necesidad de un orden mundial justo ...

2. Nosotros, creyentes cristianos católicos, constatamos que vivimos en paz y libertad en nuestro país. De ninguna manera nos sentimos perseguidos o dificultados para practicar la fe.

3. El ámbito religioso (de cualquier confesión o creencia) y el ámbito civil deben ser independientes; uno y otro con total libertad. Juzgamos conveniente y necesario llegar a la plena separación entre Iglesia y Estado. Consecuentemente, los gobiernos tienen el derecho y el deber de legislar para el conjunto de ciudadanos y ciudadanas de su país y no sólo para un grupo de gente, por muy mayoritario que éste sea.

4. La Iglesia Católica —o cualquier otra confesión religiosa— no debe recibir dinero ni trato especial de parte del Estado, sino que debe ser sostenida económicamente por sus propios fieles y por el trabajo de sus miembros.

5. Cada comunidad religiosa debe educar en la fe a sus seguidores. A la escuela corresponde la enseñanza del hecho religioso como realidad cultural en la historia de la humanidad.

6. Nuestra sociedad es plural; por esto, siempre y en todo lugar, débese respetar la decisión de las personas que optan por el divorcio, el aborto, la eutanasia o la convivencia homosexual y reclaman su correspondiente legislación civil. Desde la fe y como cristianos, debemos acompañar a las personas que viven en alguna de estas situaciones. Deseamos un esfuerzo permanente de los poderes públicos, y de la misma Iglesia, para una mejor educación en valores y en sexualidad.

7. “Atentos al gozo y a la esperança, a las tristezas y angustias de las mujeres y de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y de los que sufren” (según palabras del Concilio Vaticano II), nos sentimos interpelados a construir, conjuntamente con todas las personas de buena voluntad, una tierra nueva donde reine la justicia, el amor y la paz. Queremos que la Buena Nueva de Jesús de Nazaret nos oriente y empuje a vivir libres, con igualdad y hermandad.

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ECLESALIA, 13 de diciembre de 2004

CARTA DE LA COMUNIDAD CRISTIANA POPULAR “SAN JOSÉ” DE CÁDIZ
A SU OBISPO

COMUNIDAD SAN JOSÉ (CCP), jgi@ono.com ; jucecal@ono.com

CADIZ.

ECLESALIA, 13/12/04.- La Comunidad cristiana Popular “San José” de Cádiz , ha escrito una amplia carta a su Obispo D. Antonio Ceballos con motivo de la postura de los obispos sobre las medidas sociales anunciadas por el Gobierno. Exponemos aquí las principales ideas de esa carta.

1.- Estamos verdaderamente desconcertados, perplejos y muy dolidos por el fondo y por la forma como los obispos están actuando con sus declaraciones y movilizaciones, ante este tipo de medidas que se anuncian y que están previstas en el programa electoral.

Expresiones como : “se quiere despedazar a la Iglesia Católica”,”El PSOE está acometiendo una pulverización religiosa y cultural de nuestro País”, “Las medidas anunciadas por el Gobierno son una involución cavernícola y cicuta” etc… son sólo algunas de las muchísimas que hemos escuchado estos días.

Igualmente, nos parece un gasto excesivo los millones y millones de folletos distribuidos en contra de la eutanasia ( que no está en las medidas anunciadas por el Gobierno ), y en contra de los preservativos, diciendo ( contra la opinión de la OMS ) que no son eficaces contra las infecciones sexuales y el sida.

2. Estamos de acuerdo que los obispos tienen todo el derecho del mundo a hablar y decir lo que piensan, pero nos hubiera gustado que se hubieran distribuido esos millones de folletos contra la inmoralidad que supuso la guerra de Irak. Una guerra injusta, cruel, que ha ocasionado y está ocasionando todavía miles y miles de muertos. O contra las muertes de los inmigrantes que cruzan con frecuencia el Estrecho o las costas canarias. O contra las injustas relaciones internacionales entre países ricos y pobres que ocasiona la muerte de millones de seres humanos, o por los graves problemas sociales existentes en nuestro país ( de vivienda, de precariedad en el empleo, de violencia de género etc…etc…)

3.-Estamos convencidos que nuestros obispos no acaban de saber situarse bien en la nueva etapa que en este momento se está viviendo en nuestra España Democrática . Los Gobernantes deben dictar leyes para todos los ciudadanos, sin pedir previamente el visto bueno de las autoridades religiosas, ni siquiera de la Iglesia Católica, mayoritaria en nuestro país ya que estamos en un Estado no confesional.

4.- Nos gustaría tener unos obispos más comprometidos en la defensa de los derechos humanos y de los más débiles de nuestra sociedad. Unos obispos lejos del poder, del prestigio, del dinero. Unos obispos más mediadores y aglutinadores de las distintas sensibilidades que se dan en nuestra Sociedad y no identificados con un solo partido político( el ejemplo de la COPE, la cadena de los obispos, es clarísimo)

5.- Por eso vemos muy bien que el Gobierno intente aprobar una serie de medidas de corte social que va a favorecer a muchos miles y miles de ciudadanos que están viviendo una problemática muy dura en sus situaciones personales. Y que la clase de Religión más bien debiera limitarse a una explicación de la influencia de las distintas religiones( al menos las más importantes) en la Historia de la Humanidad, pero sin ningún carácter de adoctrinamiento( que debe quedar para otros ámbitos) y mucho menos como una signatura evaluable como las demás.

6.- Porque nos gustaría una Iglesia más fiel a las enseñanzas de Jesús de Nazareth, desearíamos que la Iglesia sólo viviera de las aportaciones de sus fieles, renunciando a las cuantiosas sumas provenientes de los presupuestos del Estado. Y que el actual concordato, se revisara lo antes posible para que se adapte a una nueva situación, superada ya la época en que se firmó o se renovó.

Sólo una Iglesia así, libre, pobre, auténtica, podría ser testimonio de Jesús de Nazareth y podría ser luz, sal y levadura en medio del Mundo.

(Quien desee el texto íntegro de nuestra carta, puede pedirla a : jucecal@ono.com)

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ECLESALIA, 13 de diciembre de 2004

VUELVE LA OFENSIVA DE LA IGLESIA CONTRA EL GOBIERNO
COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES DE ZARAGOZA, 11/04

ZARAGOZA.

ECLESALIA, 13/12/04.- Hacía tiempo que la jerarquía de la Iglesia católica no atacaba con tanta virulencia al gobierno como lo está haciendo últimamente. Nos dicen los medios de comunicación que se está preparando una manifestación en contra de la postura que está tomando el gobierno socialista sobre la eutanasia, el divorcio, el aborto, el matrimonio de homosexuales y la enseñanza de la religión, bajo el slogan “Familia, vida, educación”. Que la jerarquía de la Iglesia católica manifieste su opinión sobre determinadas cuestiones éticas es un derecho que nadie niega; pero que quiera imponer su criterio a toda la ciudadanía en una sociedad constitucionalmente aconfesional, es intolerable. Da la impresión de que ciertos sectores del catolicismo actual quieren volver al nacional-catolicismo de la época franquista, o todavía no han salido de él. La postura que tiene sobre la vida nos parece si no falsa, al menos muy cuestionable. Decir que Dios es el dueño de la vida y hacerle único responsable de ella, es creer en un Dios que maneja a la persona humana como si fuera una marioneta. El ser humano es responsable de la vida, y de él depende que una vida sea verdaderamente humana o simplemente una vida fisiológica, vegetal o animal. A él le compete mejorar las condiciones de vida, para que el desarrollo de la persona sea lo más completo posible. Y eso es responsabilidad del ser humano, y no de Dios. Ese Dios que maneja a la persona humana no es el Dios cristiano. Por otra parte, la jerarquía puede hablar en nombre propio y de un sector de la Iglesia, el más conservador y trasnochado, pero nunca en nombre de toda la Iglesia. El sector más progresista dentro de la Iglesia no pensamos lo mismo. Por ello no hablan en nuestro nombre, porque pensamos de manera totalmente diferente, y también somos Iglesia.

Respecto al viejo problema de la enseñanza de la religión en los centros educativos públicos, pensamos que no es el lugar idóneo para la enseñanza religiosa. Estamos en un estado aconfesional, que constitucionalmente no tiene ninguna obligación de atender esta petición. Si una familia quiere que sus hijos reciban la enseñanza católica para eso está la enseñanza privada confesional. Por otra parte, el mismo derecho asiste a cualquier confesión religiosa, y no solamente a la católica, por más que sea la mayoritaria en nuestro país. Además no es el lugar adecuado para recibir una enseñanza religiosa. Para eso están las parroquias, las mezquitas, las sinagogas, y los diferentes lugares de culto religioso. La fe cristiana no es principalmente una doctrina que se aprende como cualquier otra asignatura. Es una experiencia, personal y libre, que no se hereda sino que se elige voluntaria y libremente. La jerarquía de la Iglesia católica no tiene ningún derecho en tener el privilegio de utilizar la institución educativa pública para llevar a cabo su adoctrinamiento. Es hora de prescindir de privilegios trasnochados y transmitir la experiencia de la fe desde y en la comunidad cristiana, verdadero lugar de evangelización.

Esa otra parte de la Iglesia que no se considera representada en la postura de la jerarquía en torno a los temas arriba reseñados reclama su derecho a ser tenida en cuenta , a que no se le ignore , a manifestar su opinión públicamente y a que no se hable en nombre de ella. Es la parte de la Iglesia más conservadora y reaccionaria quien así piensa, y no toda la Iglesia. Hoy muchos católicos y cristianos estamos de acuerdo con lo que plantea el gobierno, o al menos respetamos lo que él decide. Hace tiempo que se acabó la pertenencia sociológica a la Iglesia católica.

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ECLESALIA, 13 de diciembre de 2004

LO QUE DICE LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA CATÓLICA
NO ES “PALABRA DE DIOS”, NI LA VOZ DE TODOS SUS MIEMBROS

COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES DE GRANADA, Secretaría Técnica

GRANADA.

ECLESALIA, 13/12/04.- Somos muchas las comunidades de base que revindicamos nuestro derecho a disentir.

Nos sentimos pertenecientes a la comunidad de Jesús y con el mismo derecho que los obispos a opinar, aunque sea de manera radicalmente distinta y a veces contraria.

Somos conscientes de que la Jerarquía apoya y se siente apoyada por la derecha política más conservadora y por los grupos eclesiales más ultraconservadores: Opus dei, neocatecumenales (Kikos), comunión y liberación...que alienta a manifestarse y a presionar socialmente cuando siente amenazados sus criterios, generalmente por gobiernos de corte más social.

Porque somos iglesia entendemos que la escuela pública y subvencionada debe ser laica y la religión como catequesis o moral debe relegarse a las parroquias y a las comunidades de fe.

Porque somos iglesia entendemos que el estado no debe subvencionar a ninguna Iglesia, y serán sus miembros, si quieren, quienes la mantengan.

Porque somos iglesia entendemos que es el amor maduro y adulto el ingrediente fundamental para constituirse en pareja o matrimonio sea cual sea la opción sexual que uno tenga o elija, con plenitud e igualdad de derechos civiles .

Porque somos iglesia tenemos derecho a plantearnos de manera distinta a la jerarquía temas tan personales como la eutanasia, las células madre, el aborto, la sexualidad…

Porque somos iglesia pensamos que ni ésta ni ninguna confesión religiosa debe manipular cuestiones pertenecientes a la sociedad civil, de la que forman parte todo tipo de personas, creyentes y no creyentes, y por las que esta misma sociedad se ha pronunciado a través de los cauces democráticos y representativos de los que se ha dotado.

Porque somos iglesia instamos a la jerarquía a ser voz de todos y no sólo de los que piensan como ella y sobretodo a no contribuir a la crispación y al enfrentamiento social.

Apostamos decididamente por una Iglesia sin privilegios que sea capaz de inculturarse y ser fermento en las sociedades laicas, plurales y democráticas, promoviendo ciudadanos activos que vivan y luchen por la paz, la libertad y la justicia, con una opción decidida por los pobres y los que sufren.

Creemos firmemente que la Iglesia debe ser una comunidad de comunidades sin discriminaciones de orientación sexual y género en el acceso a los distintos ministerios comunitarios.

Nos parece importante alentar y fomentar espacios de encuentro eclesial para compartir experiencias y aunar esfuerzos; para alzar una voz en contra del miedo a los cambios y a dejarnos interpelar por el Espíritu y el proyecto de Jesús de Nazaret.

Compartimos el testimonio de muchas comunidades cristianas, grupos y personas que trabajan conjuntamente con otras de diferentes religiones y también ateos, para conseguir una mayor justicia social y en definitiva una verdadera felicidad para todos los seres humanos.

Nos identificamos con una espiritualidad no basada en el temor y el pecado, sino en la alegría que viene de la promoción de todo ser humano en su crecimiento personal, hacia la liberación de toda sumisión, codicia, rencor y desconfianza.

Finalmente, ante la coyuntura actual de tensiones entre el gobierno y la jerarquía eclesiástica, exigimos de nuevo que el sentir plural que hay dentro de la Iglesia sobre los temas que se están debatiendo pueda expresarse con libertad y sea escuchado con pleno derecho. 

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ECLESALIA, 14 de diciembre de 2004

 ‘LAICISMO, LAICIDADAD, ESTADO LAICO’

Postura compartida en relación con el enfrentamiento obispos-gobierno

CERCA DE UN CENTENAR DE CRISTIANAS Y CRISTIANOS; 06/12/04, día de la constitución española

ÁVILA.

ECLESALIA, 14/12/04.- En Ávila, entre el 4 y el 6 de diciembre pasados, hemos celebrado las “39 Conversaciones de Ávila”, en el que hemos dialogado sobre Laicismo, laicidad, estado laico. Al final del Encuentro nos pareció oportuno manifestar por escrito de manera breve la postura compartida en relación con el enfrentamiento obispos-gobierno. Las “Conversaciones” se iniciaron en el año 1965, promovidas por la revista Pastoral Misionera. Desde entonces se han venido celebrando ininterrumpidamente. Desde el año 1996 nos cobija la revista Frontera, que es continuadora actualizada de Pastoral Misionara.

Reunidos en Ávila casi un centenar de cristianas y cristianos procedentes de nueve Comunidades Autónomas*, vinculados a la revista FRONTERA, para conversar sobre la laicidad, el laicismo y el estado laico, entre el 4 y 6 de diciembre, queremos manifestar:

  1. Nuestra conversación nos ha llevado desde el principio a compartir los conceptos más utilizados en el debate actual. Así, consideramos el laicismo como el movimiento histórico, iniciado varios siglos atrás, que busca la emancipación del espacio público respecto a cualquier tutela o imposición religiosa, afirmando a la vez la autonomía de cada persona para optar libremente entre opciones culturales, morales y espirituales diversas. En su sentido más riguroso, el laicismo es inclusivo, es decir, crea un ámbito público abierto a la expresión de cualesquiera formas de pensar y sentir, con el único límite de la paz pública. En consecuencia, laicidad es la característica del Estado laico constituido como organización jurídica y política, al servicio de la totalidad de los ciudadanos, en la que ninguna ideología, cultura o confesión religiosa se impone al conjunto de la ciudadanía, ni limita su desarrollo.
  2. La laicidad de la sociedad española es fruto de un largo proceso histórico, acelerado en las últimas décadas, cuya complejidad no debe ser desconocida a la hora de resolver las nuevas situaciones. Sin ser todos históricamente nuevos, por diversas razones han adquirido relevancia en la opinión pública problemas tales como la aceleración de trámites para la obtención del divorcio; la ampliación de nuevos supuestos en la interrupción del embarazo; el reconocimiento legal del matrimonio de personas homosexuales, incluida la posibilidad de adoptar; la apertura legal de vías de investigación bioética, hasta ahora oficialmente cerradas; el replanteamiento de la ordenación de la enseñanza de la religión en la escuela y la reconsideración de los acuerdos del Estado español y la Santa Sede referidos a la financiación de la Iglesia católica en España.
  3. Frente a la reducción frecuente del debate ético-político entre los Obispos y el Gobierno a temas relacionados con la moral sexual y familiar, hemos proyectado nuestra mirada a otra lista de temas de interés para la ciudadanía, que serán objeto de atención política en estos próximos años y podrían ser tal vez puntos de debate y colaboración entre creyentes y no creyentes, así como entre gobiernos e instituciones religiosas: la guerra preventiva; el diálogo de civilizaciones; la cooperación internacional; la generalización y mejora de la protección social; las políticas contra la violencia de género; las políticas de control de la telebasura, sobre todo en su relación con los menores; las políticas de inmigración, etc.
  4. Ante los temas aludidos, el marco de un Estado laico como el que nos cobija, aun con las deficiencias que otros ciudadanos y nosotros mismos constatamos cada día, es quizá el único adecuado para construir una sociedad plural y democrática de mayor calidad. Los aquí reunidos nos reconocemos ciudadanos y cristianos en este estado y en esta sociedad, junto a otras y otros ciudadanos de diferentes tradiciones religiosas o agnósticas, culturales y sociales. Las dificultades que surjan en este camino seguirán siendo una provocación estimulante para arrimar nuestro esfuerzo al esfuerzo de nuestros conciudadanos.
  5. Pero no basta la buena voluntad ni la generosidad. Los que nos atrevemos a hablar en nombre de nuestra condición de cristianos, tenemos un motivo añadido para exigirnos información y estudio rigurosos de cada uno de los temas enunciados, no sea que, en lugar de revelar a Dios, estemos velando su manifestación a través de los signos de estos tiempos.
  6. Al Gobierno de España y a la Jerarquía de la Iglesia Católica les pedimos que, en el ejercicio de su respectiva autonomía, establezcan un diálogo sincero, acorde con el espíritu de cooperación apuntado en la Constitución.
  7. Tras 26 años de Constitución democrática, y a la vista del acelerado cambio cultural y social registrado en nuestro país, creemos que es tiempo propicio para afrontar la actualización de los Acuerdos entre la Santa Sede y España, así como los del Estado con las restantes confesiones religiosas de notorio arraigo social.

Para más información: albarran@mi.madritel.es

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ECLESALIA, 16 de diciembre de 2004

 ‘HEMOS TOCADO EN LA LLAGA’

JOSÉ LUIS CORTÉS SALINAS

MADRID.

ECLESALIA, 16/12/04.- "Tus amigos no te olvidan" es, dentro de la Biblioteca Cortés (PPC), una propuesta de reflexión sobre la Iglesia (o, mejor, la comunidad de Jesús) a partir de los Hechos de los Apóstoles. Una comunidad que se hace grande precisamente porque no se cierra en sí misma, sino que se abre, comprendiendo, por don del Espíritu, que hay mucha riqueza y mucho don de Dios en los que son distintos, en los que piensan distinto (samaritanos, heterodoxos), en los que sienten distinto (el eunuco, los homosexuales), en las mujeres (pilar robusto de la nueva comunidad), en los no religiosos (Cornelio, los ateos)... Y con todos ellos, sin exclusiones, pone en marcha el Reino.

Este es el texto que, como "Carta a Teófilo", cierra el capítulo dedicado al eunuco que Felipe encuentra yendo de Jerusalén a Gaza (un tema que nuestros jerarcas han contribuido a poner de actualidad).

LOS QUE SIENTEN DISTINTO*

Bueno, Teófilo, creo que con esto de los eunucos hemos tocado en la llaga, hemos llegado a un punto sensible en cuanto a los destinatarios del mensaje de Jesús. Porque parece que si hoy día hay alguien que está excluido de su comunidad de buenas noticias, alguien “impuro” por antonomasia, son precisamente ellos: aquellos y aquellas que no sienten como la media estadística, que no se enamoran como la media, que no practican el sexo de acuerdo con las estadísticas. Nunca, que yo sepa, en la historia del cristianismo hubo tanto documento ni se dedicó tanta artillería contra un colectivo en base exclusivamente a sus peculiares sentimientos.

A mí me cuesta escribir sobre este tema, pero no porque lo considere escabroso, sino porque soy incapaz de comprender los argumentos de la otra parte, la parte de los condenadores. Soy incapaz de entender cómo alguien puede negar la realidad, la existencia de sensibilidades distintas, de inclinaciones sexuales diversas, cuando estas no son una opinión, sino un hecho, tal vez minoritario (¿realmente tan minoritario?), pero tan real como la otra realidad, la de la mayoría; por qué alguien se empeña en hablar del día y de la noche, ignorando el atardecer, la penumbra, el anochecer, la noche profunda, el rosicler, la aurora, el arrebol, el amanecer, la mañana, la media mañana, el mediodía, la tarde... La flor es masculino en italiano (“il fiore”, el flor), en francés es masculino la tarde (“le soir”, el tarde), en alemán es masculino la luna (Der Mond, el Luna)... Es así: nadie se escandaliza por ello, por raro que nos resulte ir contra costumbres “de toda la vida”. Es así, y así es “no más”.

Me dicen que este maniqueísmo sexual, este tener que estar necesariamente de una parte o de la otra, se basa en la propia naturaleza, que nos hizo a todos o machos o hembras.

La verdad, me parece un postulado poco inteligente y más bien vergonzoso, porque reduce la esencia del hombre y de la mujer a la genitalidad, cuando si algo tiene el ser humano de específico, algo que lo distingue de los animales, no es el sexo, en lo que somos parecidísimos, sino su capacidad para superar sus limitaciones fisiológicas con sus cualidades típicamente humanas (el cerebro, la inteligencia, el corazón). Puede ser que aparatos genitales los haya solo de dos tipos, pero con un cerebro humano con cien mil millones de neuronas, cada una capaz de establecer diez mil sinapsis, resulta evidente que hay miles de formas diferentes de ser “normal”.

¿Qué habría sido de toda la cultura humana si mujeres y hombres se hubieran limitado a seguir sus instintos primarios (muy respetables, pero primarios)? Alguien ha podido escribir, a propósito de estos aspectos, que lo mejor que ha dado de sí mismo el ser humano lo ha hecho siempre “contra naturam”, puesto que, efectivamente, seguir nuestra “naturaleza” nos habría llevado a pasar la vida acoplándonos sexualmente, cuando no matándonos unos a otros, o dominándonos por la fuerza unos a otros: cosa que no pocas veces sucede pero que, desde luego, no se puede presentar como culmen de la humanidad ni mucho menos de realización evangélica.

Me dicen que solo en la familia heterosexual tienen garantizados los hijos los referentes básicos: padre y madre.

Lo cual es dar por asentado, en primer lugar, que la principal finalidad de cualquier pareja sea la reproducción, argumento muy querido por algunos que jamás se reprodujeron, pero demasiado “animal”, que ignora o minusvalora todos los aspectos de enriquecimiento personal, de manifestación del amor, de ayuda mutua y de compañía... y que reduce este argumento al primero, es decir, vuelve a entender cualquier relación entre seres humanos en clave sexual, o, hablando en plata, concibe la pareja como instrumento para el aparejamiento que produce hijos. Sabemos cuánto le debe este argumento a la mentalidad típica de una sociedad campesina en la que los hijos (aquellos que sobrevivían a las muchas enfermedades) eran la única riqueza de los proletarios, su prole, además de cantera para fieles de la Iglesia y semillero de vocaciones religiosas. La verdad, no me gustaría tener que defender esta postura en cualquier foro medianamente civilizado.

Eso, por no sacar a colación el triste ejemplo que una buena parte de las parejas rigurosamente heterosexuales constituyen para sus hijos. Y no hablo solo de los casos evidentes de violencia doméstica, un fenómeno siempre existente y que ahora aflora en una espantosa progresión. Por cada ejemplo de pareja heterosexual armoniosa y bien avenida, ¡cuántos desencuentros, cuánta frialdad, cuánto odio acumulado, cuánto aburrimiento, cuánto consumismo ofrecido a los hijos como único ideal de vida! ¿Sería este el ejemplo a proponer a los hijos para que los hijos se realicen “como Dios manda”?

Se sigue considerando imprescindible e innegociable que cada niño y cada niña tenga los dos referentes, el masculino y el femenino. ¿Pero es realmente así? ¿Importa más el referente sexual que el amor entre los padres, del sexo que estos sean, la entrega y el respeto mutuo, la dedicación a los hijos? ¿Es que los referentes de sexo no los encuentra el niño en la sociedad mayoritariamente heterosexual en la que se mueve? ¿Qué significa ser “madre”? ¿No puede un homosexual masculino ser “madre”? ¿Es que todos los padres son para sus hijos referentes modélicos de virilidad, y todas las madres de feminidad? Querido Teófilo, yo me temo que, como en tantos otros campos, también aquí este argumento sea más fruto de la costumbre, de la rutina, de la pereza en el pensar que de auténtico y profundo requerimiento. Y lo que en ningún caso me parece justo es recurrir a un modelo perfecto de pareja cuando se habla de heterosexualidad y acumular las más amenazadoras nubes negras cuando no. Yo creo que cuando lo que se defienda de una familia no sean las formas externas y jurídicas, sino el amor, la entrega, la capacidad de sacrificio... la diferencia entre los sexos, aunque siga siendo lo habitual, no será lo principal a defender en la familia.

Me dicen que las parejas homosexuales son inestables.

Pero lo son cada vez menos, y lo serían menos aún, creo yo, si la sociedad colaborara a su estabilidad, en lugar de plantearle continuos impedimentos y poner lo más difícil posible la construcción de una relación asentada entre sus miembros. Eso por no compararlo con la estabilidad de las parejas heterosexuales, con un porcentaje de divorcios que pronto superará al de fidelidad.

Me dicen que los homosexuales son promiscuos, que solo piensan en el sexo...

Sin comentarios. He oído aducir este argumento a mentes auténticamente sucias, cuando no frustradas o envidiosas. Y aunque fuera así (que no lo es) ¿es que no defendíamos más arriba unas parejas heterosexuales en las que lo primordial parecía ser la relación sexual, hasta el punto de establecerlo como norma sine qua non?

SEXUALMENTE CRISTIANOS

Pero no quisiera, amigo querido, quedarme en ese toma y daca de argumentos que podríamos utilizar hablando con cualquier grupo de personas. Porque aquí no estamos considerando el caso de los homosexuales en sí o de las parejas, sino de los homosexuales en la comunidad de Jesús. ¿Hizo bien Felipe, a pesar de sus iniciales reticencias, en admitir en la comunidad a un eunuco? (ya sé que no todos los exegetas aceptarían esta identificación entre eunuco y homosexual, pero, en cualquier caso, se trataba de gente con una sexualidad peculiar, ciertamente no la norma. Y, fuera o no fuera eunuco, el problema de los homosexuales en la Iglesia existe y es real). 

En el evangelio no hay ni una sola condena por motivos sexuales (todo lo contrario: considérese el lugar otorgado a las putas) y tampoco por motivos homosexuales (Jesús muestra su admiración por la fe del centurión que tenía un siervo “a quien quería mucho” –“En todo Israel no he hallado una fe así”-, y ama abiertamente al joven que había observado la ley desde niño, entre otros casos). Es cierto que el evangelio nos aporta una normativa moral (no todo da lo mismo), pero esas normas no están precisamente basadas en la entrepierna, sino mucho más hondo. En el amor entre homosexuales, por ejemplo, es mucho más decisivo, según esa norma, el elemento amor que el elemento homosexual. Y para valorar ese amor habrá que ver la calidad del amor, no el adjetivo.

A pesar de lo cual, nuestros benditos guardianes de la fe persiguen sospechosamente y con fruición verdaderamente sorprendente todo aquello que tenga que ver con el sexo, y tanto más si se trata del sexo “desviado”, negándoles el pan y la sal dentro de la iglesia. Afirmando, naturalmente, con típica y sibilina hipocresía, que lo que condenan no es a las personas sino su desviación: ¡como si la sexualidad fuera separable de la esencia más íntima de una persona! Mientras la Iglesia siga pensando que la homosexualidad es cuestión de sexo, no entenderá nada. Como tampoco entiende nada cuando supone que el sexo, cualquier sexo, es cuestión de genitalidad.

Cuando (y no falta mucho) la homosexualidad sea vista como una opción perfectamente natural (porque es perfectamente natural), nos asombraremos de que hubiera en otro tiempo otra forma de verlo, y de que alguien pudiera condenarlo de un solo brochazo, como hoy nos cuesta creer que hubo un tiempo en que se mandaba a la hoguera a la gente por defender la circulación de la sangre. Ya es triste que, después de milenios de persecución de la homosexualidad, actualmente la Iglesia se haya quedado prácticamente sola en esa condena. Eso sí: como siempre, segura de sí misma, aunque sea en contra de un clamor mundial, aunque sea en contra de lo más humano de la humanidad, aunque sea en contra del evangelio mismo. Mientras el capitalismo más desvergonzado campa y crece; mientras el Tercer Mundo ha bajado ya del 3º al 7º lugar; mientras estamos enfrascados en un enfrentamiento entre civilizaciones, todo lo que se le ocurre a la Iglesia a principios del siglo XXI es lanzar una cruzada contra los matrimonios homosexuales. ¡Cuántos siglos perdidos! ¡Qué falta de perspectiva histórica! ¡Qué dejación de responsabilidad!

Si yo, en fin, no veía argumentos para excluir a los homosexuales de la sociedad, ¿qué argumentos puedo encontrar, como cristiano, para excluirlos de nuestra comunidad o, peor aún, para obligarlos a entrar en ella renegando de su modo más íntimo de ser? Porque aclaremos que de lo que se trata no es simplemente de aceptar a los que sienten distinto, de “tolerarlos”, como a veces se hace, sino de aprovechar positivamente el don que Dios nos ha hecho haciéndonos distintos: los carismas de todos, la sensibilidad propia de cada uno.

BENDITA AMBIGÜEDAD

Yo creo, Teófilo, que también aquí los cristianos deberíamos ser anunciadores de un mundo nuevo, más inteligente y más humano. Y lo mejor que tienen los seres humanos es que no responden a unos esquemas simplistas marcados por un cacho de carne; que son capaces de emociones distintas, de complejidades y sutilezas muy ricas, de un abanico de sentimientos enorme, y todos con igual honradez. El simplismo es propio de mentalidades zafias, y el maniqueísmo sexual es tan condenable como el otro, porque no existe un reino de Dios y un reino del diablo. El sexo es, mal que le pese a alguien, uno de los más hermosos regalos que Dios ha hecho a la creación. Quien juzga con criterios simplistas, aunque se trate de la mismísima Iglesia, nunca entenderá al ser humano, acusación bien grave tratándose de la casa de Dios entre los hombres.

Cada uno es como Dios lo ha hecho, y por eso está llamado a ser, en sí mismo, el colmo de la perfección. Y si alguien ha sido creado homosexual, tiene todo el derecho a sentir como tal y a vivir como tal hasta el fondo. No seremos juzgados con criterios estándares. El homosexual será criticado si no vivió a fondo su sexualidad propia, don de Dios; si se engañó a sí mismo o a otros; si se avergonzó de su condición; si no fue homosexual hasta el fondo, como lo será el heterosexual con su condición.

La pluralidad de sentimientos, como la de opiniones, enriquece a la comunidad, uno de cuyos gozos consiste en acoger con alegría la diversidad de dones y carismas. En el caso concreto de los homosexuales, su sentir diverso les da una particular agudeza para oponerse a cualquier rígida clasificación, para poner en duda todo orden precipitadamente establecido, para soñar con mundos nuevos, como desde hace tiempo lo vienen haciendo con la moda, los estilos, el arte; para inducirnos a sospechar de una excesiva cerebrización del mundo, reivindicando el papel del sentimiento que tan parecidos nos hace a Dios, Padre misericordioso.

Aunque solo fuera por prudencia, la Iglesia debería ser mucho más comedida en sus condenas a los homosexuales, porque sin ellos se habría quedado, todos el mundo lo sabe, sin sus mejores artistas, sin muchos y excelentes músicos, muchos literatos, una pléyade de presbíteros y hasta algún papa (por lo menos durante el Renacimiento).

Bendita sea entonces la complejidad, porque es claro que el crecimiento le viene al hombre por la aceptación de la mayor diversidad de que sea capaz, sin volverse loco. La gran conquista de nuestros primeros padres fue entender el bien y el mal, y, sobre todo, el bien y el mal que hay en cada cosa: la ambigüedad, los matices. Bendita sea la multitud de impulsos que Dios ha puesto dentro de cada uno de nosotros, homo y héteros: ¡cuándo llegará el día en que reconozcamos abiertamente todo lo que somos y lo que sentimos, sin vergüenzas, dejando de dar nombres vergonzantes a inclinaciones afectivas que no encajan  en los modelos políticamente correctos!

Repito: la comunidad cristiana debería ser abanderada de esta profunda liberación sexual: no como una incitación estúpida a la promiscuidad, sino como una respetuosa celebración de algo a lo que Dios, en su creación, ha concedido tanta importancia que sin ello sería simplemente imposible.

DONDE EL CORAZÓN TE LLEVE

Al final, querido Teófilo, el dilema sigue siendo siempre el mismo, ya se trate de samaritanos, eunucos, leprosos, rameras o publicanos: la cuestión es si confesamos que en la aproximación a Dios y a la causa de su reino importan las cosas más superficiales (cómo se viste uno, cómo piensa, cómo practica el sexo) o las más profundas: qué hay dentro de su corazón. Me parece que en eso Jesús no tenía ninguna duda, y que tenía claro que cuando de lo que se trata es de lo más interior del ser humano (su relación con Dios) importa únicamente lo más interior de cada uno. Lo inexplicable es que haya cristianos que hagan caso todavía a nuestros pastores cuando nos instan a que nos quedemos en el aprisco en vez de ir a buscar a la oveja “perdida”. Que no sea así en nuestras comunidades.

Precisamente porque me siento en mis entrañas hijo de la Iglesia de Jesús y heredero de su buen anuncio, precisamente porque me siento con tanto derecho como los de derechas, me da rabia que, en este como en otros temas, la postura oficial sea tan ciega, y los seres humanos no reciban de nosotros, siempre y en todo lugar, mensajes entusiasmantes. El sexo en todas sus manifestaciones es algo importantísimo, algo que nos hace temblar, que nos pone en contacto con energías cósmicas ¿Cómo se puede despachar en dos condenas y un listín de amenazas? ¿No podría la Iglesia tener, por una vez, una doctrina bonita y alegre sobre el sexo? ¿Es preciso que siempre sea la serpiente la que se lleve la parte mejor?

         No, por gracia de Dios.

         No, mientras nuestra luz sea Jesús.

         Un beso de Cortés.

* CORTÉS, José Luis; Tus amigos no te olvidan; PPC editorial; Madrid 2004; págs. 191-198. 

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ECLESALIA, 17 de diciembre de 2004

LA NAVIDAD DE PAPEL MONEDA

JAIRO DEL AGUA, jairoagua@caminantes.jazztel.es

MADRID.

ECLESALIA, 17/12/04.- Cada año nos ponen antes la navidad. Una navidad con minúscula, pequeña y mercantil, que abarrota los escaparates de suculentas ofertas, tan sofisticadas como innecesarias. Nuestros munícipes colaboran al festejo con sus bombillas de colores. La importación de interesada y barriguda imaginación siembra el ambiente de gordinflones colorados, ajenos a nuestra cultura.

Nuestras aspiraciones cristianas se tambalean y claudican ante la avalancha de profanos intereses. Nos ilusiona la paga extra, ganada con el heroísmo de todo un año, pero, apenas conseguida, la canjeamos por superfluidad. ¡Qué poco valoramos nuestro esfuerzo! No podemos permitir que nuestros hijos conozcan la recia y forzosa austeridad de años pretéritos. Hay que introducirles en el consumismo injusto, en el capricho fofo, en el gregarismo patrocinado por los traficantes de banalidad. ¡Que no se frustren, podrían sufrir traumas síquicos irremediables! Hay que compensarles de nuestra dilatada ausencia, de nuestra falta de atención, de nuestra nula escucha. Trabajamos mucho y no tenemos tiempo para hacer familia. Ahora, en esta navidad flácida y bullanguera, es imprescindible compensar ese vacío con unos regalos muy relucientes, muy ruidosos, muy agresivos; hay que canalizar la violencia mamada día a día en la televisión y en los videojuegos.

Todavía me escuecen y emocionan las suaves palabras de mi madre anciana ante aquel regalo caro: "No quiero joyas, hijo, te quiero a ti, tu presencia, tu voz, tus besos. Prefiero que me cuentes cómo en el trabajo tu honradez puede a tu ambición; cómo tu mujer y tus hijos disfrutan de tu bondad y de tu ejemplo; cómo respondes a los que te necesitan. Soy feliz, hijo mío, comprobando que la Navidad corre por tus venas, que vas haciendo nuevo cada año el tesoro que yo te transmití".

¡Cómo no me voy a rebelar contra esa navidad de papel moneda que colma los bolsillos hartos y vacía los corazones! Me repele la importación de vanas costumbres que agreden nuestras tradiciones y nuestra fe. Lo sé, para muchos la navidad no es más que un tiempo de banquetear y bullir con el efímero desplome del calendario. Nuestro Pablo ya lo advertía: "Hay muchos entre vosotros, de quienes muchas veces os hablé, y ahora tengo que repetirlo con lágrimas en los ojos, que son enemigos de la cruz de Cristo; su fin será la perdición, su dios es su vientre, su gloria sus vergüenzas y tienen puesto su corazón en las cosas de la tierra"  (Fil. 3, 18-19).  Pero me duele que los cristianos, los que debiéramos celebrar con alegría y paz el abrazo de Dios a nuestra querida Humanidad, caigamos en el ruido pagano, en la exaltación del alcohol, en el olvido de quienes nos observan estupefactos y ateridos desde su impotente miseria.

Cuando veo instalar las luces multicolores del ayuntamiento, me dan ganas de gritar: ¡Diógenes coge esas innecesarias bombillas y recorre el Consistorio!  A ver si, por fin, encuentras un hombre, a ver si a fuerza de voltios se ilumina el corazón hermético, frío, petrificado, tal vez corrompido, de nuestros regidores. A ver si se percatan de que, mientras ellos despilfarran en colorines, en pólvora de artificio, en fuentes y monumentos ociosos, hay personas que se consumen en la calle, que carecen de alimento y techo.

Individualmente nada podemos hacer, salvo denunciarlo, gritarlo, prestar nuestra alimentada voz a su abatido mutismo. A la compasión personal acuden tanto los verdaderos indigentes como los pillos negociantes de la mendicidad y los explotadores de la miseria ajena. Es muy difícil distinguirlos. Sólo desde la comunidad, desde el poder de la autoridad constituida, desde las instituciones al servicio del pueblo se pueden tomar medidas para ayudar a los necesitados y erradicar la galopante lacra de los farsantes y explotadores. De momento nuestros políticos se entretienen con pregones navideños de espaldas al más mínimo sentido de humanidad.

La Navidad, con mayúscula, nos trae el recuerdo de ese Niño frágil y balbuciente en el que se personó la piedad y paciencia de Dios, venido en persona para recordarnos nuestra esencia amasada a su imagen y semejanza. ¿Cómo podemos olvidar la justicia, la misericordia, la compasión, la dignidad del ser humano?  ¿Cómo pueden vendernos como productos navideños la superficialidad, el capricho, la comilona, el despilfarro y el olvido de los desamparados?

Hoy, como ayer en Belén, hay quienes se hospedan en el jolgorio, la confusión, el promiscuo hacinamiento y el hartazgo de las posadas. Siempre hay sitio junto a avispados posaderos que explotan oscuras pasiones. Pero, naturalmente, este no es lugar adecuado para una familia honrada y viajera que espera su primer hijo. Nuestro Dios prefiere para revestirse de Niño el silencio, la paz y la limpieza de una noche estrellada. Por eso los confidentes de la Navidad son humildes trabajadores de intemperie. Por eso las ofrendas son regalos de primera necesidad. Por eso la Gloria de Dios va unida con la Paz a los hombres de buena voluntad.

Pasados los años ese Niño, nacido al margen, nos dirá: «Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios... Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañe que te diga: Es necesario nacer de nuevo»  (Jn. 3, 3-7).

Por eso en la Navidad cristiana recordamos y celebramos la visita de Dios. Pero, sobre todo, renovamos nuestro propio nacimiento, el de cada día, el de cada año, el de cada paso fiel a Aquel que nos amó primero. Esta es la Navidad auténtica, la que se vive y no se ve, pero alegra y ensancha el corazón.

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ECLESALIA, 20 de diciembre de 2004

LA FÁCIL Y DIFÍCIL NAVIDAD
Meditación cristiana

JON SOBRINO

SAN SALVADOR (EL SALVADOR).

ECLESALIA, 20/12/04.- La Navidad da que pensar. Puede ser algo muy hermoso y muy humano, pero puede ser también algo trivial y hasta inhumano. Y esa ambigüedad es más clara precisamente porque se recuerda no cualquier nacimiento, sino el de Jesús de Nazaret.

Es cosa buena celebrar la vida que comienza. Aun con todas las dudas que plantea al recién nacido y a la comunidad que lo acoge, la alegría está justificada. De ahí, la intuición certera de rodear de celebraciones el nacimiento de Jesús en la liturgia y en la vida real. Y por cierto, dicho con humor, por mucho que se empeñen los liturgistas, el nacimiento de Jesús es una fiesta más “naturalmente” alegre que su resurrección. Y es que la “resurrección” es plenitud de vida más allá de la historia, pero nadie la ha experimentado. La “navidad”, sin embargo, es, desde siempre, vida y ternura -dolor también a veces- que todos hemos experimentado.

Por eso el que a un tal José y a una tal María les naciera un niño no necesita explicación, provoca alegría y mueve a la celebración. Es el eterno milagro de la vida. Nace un ser humano, abierto a amar y a pensar, a comprometerse y a crear, a sufrir y a gozar. Aunque también será tentado a cerrarse en sí mismo, y a renegar de lo humano. Todos entendemos esto.

Celebrar navidad, celebrar la vida un 24 de diciembre debiera ser, pues, cosa fácil, pero no lo es sin más. Los seres humanos podemos estropearlo todo, aun lo más profundo y bello, y lo hacemos. Dos cosas estropean la navidad en nuestros días.

La primera es -como siempre- el dinero. El consumismo nos pone en el centro de la navidad el dinero, y eso genera un dinamismo que a lo largo de la historia ha ido cambiando las formas de celebración hasta degenerarlas. Ahora veneramos a un Santa Claus -bonachón, vendedor de ilusiones infantiles, todo hay que decirlo, que alguna necesidad llena-, pero al servicio del dinero. Queda para los templos, y algunos hogares, recordar una tradición más ancestral y más humana: el nacimiento, bella idea que se le ocurrió a Francisco de Asís, enamorado de lo humano y de la ternura primordial de la vida. Hoy, para el pobre José, la pobre María y el pobre Jesús no hay lugar en los supermercados. No sabrían qué hacer en ellos, pues, en definitiva, respiran negocio, ambición del dinero -y eso creó el consumismo. Y los supermercados tampoco sabrían que hacer con ellos, pues no son símbolos que venden, no son buenos para el marketing. Y dígase algo parecido de la belleza de un árbol, su verde color, la esbeltez de su figura, atraen, pero han acabado convertidos -y a buen precio- en peana y estante para regalos, lo que no es una idea mala, pero sin llegar a los extremos actuales.

La segunda es más grave: la crueldad humana que perdura en navidad. Es la antinavidad. En la de este año, en estos mismos días se anuncia la existencia de 42 millones de enfermos de sida -el 60% en Africa subsahariana, de los cuales el 75% son mujeres- y solamente el 7% tiene acceso a tratamiento. Y nada se diga de la cruel hipocresía del árbol que se enciende en la Casa Blanca. Qué nobles sentimientos evocará, a qué nobles pensamientos dirigirá las mentes cuando en Irak han muerto decenas de miles de personas es pregunta más que cínica. Y entre nosotros, aquí en El Salvador, ¿qué dicen los árboles de navidad sobre los 300 homicidios al mes, y los 500 salvadoreños y salvadoreñas que cada día intentan abandonar el país, sobre la acumulación de más dinero cada vez más en menos manos? No es fácil celebrar navidad. Lo dijo Monseñor Romero, en palabras memorables, en la última navidad que celebró:

Es hora de mirar hoy al Niño Jesús no en las imágenes bonitas de nuestros pesebres. Hay que buscarlo entre los niños desnutridos que se han acostado esta noche sin tener que comer, entre los pobrecitos vendedores de periódicos que dormirán arropados de diarios allá en los portales. Entre el pobrecito lustrador que tal vez se ha ganado lo necesario para llevar un regalito a su mamá o, quién sabe, el vendedor de periódicos que no logró vender los periódicos y recibirá una tremenda reprimenda de su padrasto o madrasta. ¡Qué triste es la historia de nuestros niños! Todo eso lo asume Jesús esta noche! (24 de diciembre, 1979).

Y si ese niño llegó a ser el Jesús de Nazaret que recorrió Galilea y terminó mal en Jerusalén, ¿hace eso más fácil o más difícil celebrar la navidad? Aquí el problema es más hondo, pues, sepámoslo o no, encontrarnos con ese Jesús, es enfrentarnos con nosotros mismos, qué somos, qué queremos ser, qué debemos ser -preguntas esenciales ciertamente para un creyente. Y para todo el mundo. Si navidad es la aparición de lo humano de Jesús, de lo verdaderamente humano, significa enfrentarnos a nuestro mundo con honradez, alegrarnos con sencillez de lo bueno que tenemos y avergonzarnos sin disimulo de los males que hacemos. Jesús nos confronta con nosotros mismos. ¿Es eso fácil o difícil?

Dostoievski, el gran novelista ruso, vio que no era nada fácil, y así lo narró en su novela Los hermanos Karamazov. En ella Jesús se le aparece al cardenal arzobispo de Sevilla, que era gran inquisidor. Hablan los dos, de pan y de libertad, de lo que quieren y no quieren los seres humanos, de cuándo aceptan Cristo y cuando no. Pero lo que nos interesa es el final. El cardenal le dice a Jesús: “Señor, no vuelvas”. Y tenía buenas razones para decírselo.

Y es que, por una parte, Jesús de Nazaret, cuando vino a nosotros, decía cosas que asustan a muchos seres humanos. “¡Ay de ustedes los ricos, ya han disfrutado a costa de obreros y campesinas!”. “¡Ay de ustedes escribas y fariseos. No son más que hipócritas, aunque salgan en las primeras páginas de los periódicos y los condecoren los gobiernos como si fuesen gente de bien”. “No anden repitiendo por ahí ‘somos hijos de Abraham’, ‘somos una democracia’. Hablen menos, gloríense menos de ustedes mismos, y hagan la voluntad del Padre celestial”. Y dijo también otras cosas duras para todos: “si tu ojo te es ocasión de escándalo, arráncatelo”. No es fácil dejarse encontrar por Jesús de Nazaret.

Pero, por otra y más importantemente, Jesús hacía cosas que animan y humanizan, a los pobres sobre todo, y a todo el mudo, a condición de “ser humildes y sencillos, de ser honrados y no engañarse”. Así, fácil es en navidad -debiera ser lo más fácil de este mundo- alegrarse de que del lejano horizonte de nuestros anhelos se ha acercado a nosotros un ser humano cabal. Alguien que siempre recibió a los sencillos, pobres, pecadores, niños y mujeres; que siempre consoló a viudas, leprosos, marginados por la religión; que siempre defendió y dio esperanza a oprimidos por el poder, a emigrantes y extranjeros; que siempre hizo el bien, y no por obligación, o por obediencia servil, ni por deseo -vanidoso- de sobresalir, sino porque es bueno hacer el bien. Y porque así es Dios. Alguien que siempre tuvo tiempo para hablar con ese Dios, de ponerse ante el misterio de ese Dios con respeto y disponibilidad, pero nunca con miedo sino con gozo.

¡Pobre arzobispo de Sevilla que tenía miedo de que se acerque Jesús! Dándole la vuelta a ese miedo, Leonardo Boff, de cuya pluma han salido páginas muy bellas sobre Jesús de Nazaret, escribe: “en contacto con Jesús, cada uno se encuentra consigo mismo y con lo que de mejor hay en él: cada cual es llevado a lo originario”. Es la navidad feliz.

Quedemos, pues, en que la navidad es difícil y fácil. En elegir una u otra cosa está en juego nuestra fe. Con o sin lucecitas, con o sin cohetillos, con o sin un buen pavo -y ojalá haya luces, cohetes y pavo para los pobres, y ojalá no haya exceso de carnes y licores extranjeros para los ricos- tenemos que elegir entre el gozo o el miedo que trae Jesús. En el fondo entre el gozo o el miedo que nos da ser seres humanos.

Algunos ni siquiera piensan en eso, con lo cual ya han elegido. Navidad formaría parte de la cadena de la rutina de entretenimientos con que se puede uno alejar de sí mismo y de la realidad, con que se puede superar el horror vacui, que decían los antiguos, el miedo a la soledad, al vacío. Sería como la Champion o un viaje de compras a Miami o un safari -para los más pudientes. Eso es huir para que nada se nos acerque en serio, aunque el precio a pagar es vivir en lo vacío e irreal.

Para otros es la celebración de la aparición de la bondad en nuestro mundo, como la bondad de Ita y Maura, Dorothy y Jean -por citar a cuatro mujeres, religiosas, estadounidenses- a quienes recordamos estos días, 24 años después de su mayor testimonio de amor.

“Ha aparecido la benignidad de Dios entre nosootros”, dice la liturgia de estos días. “Así de humano sólo puede ser Dios”, dice Leonardo Boff.

¿Es fácil o es difícil celebrar la navidad? Mucho depende de nosotros.

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ECLESALIA, 22 de diciembre de 2004

EL JESUS DE MI FE

JORGE BISBE I FÁBREGAS, profesor jubilado de filosofía; Jorge@bisbejazztel.es

Leyendo a Pope Godoy

ECLESALIA, 22/12/04.- Leyendo a Pope Godoy*, advierto que nunca comprendí a Jesús. Ese juego de dos naturalezas, una divina y otra humana, y un sola persona, divina, esa complejidad inabarcable me alejó siempre del HOMBRE. Repetir lo de “Jesús verdadero hombre” no clarifica la complejidad manifestada. La primera consecuencia fue mi incapacidad de consolarle. Junto con ver la imposibilidad de que El sufriera. “Yo, un hombre limitado, consolar a todo un Dios, infinito, parece una burla”. De este modo se me derrumbó aquella devoción al Corazón de Jesús. Como algo incongruente. No puedo compadecer, sufrir solidario con quien lo sabe todo, lo prevé todo, lo puede todo, goza de la contemplación divina. Yo lo necesito a El todos los días y a cada hora, pero ¿qué necesidad tiene El de mí y de mi compasión?

Por eso yo tampoco comprendía la Pasión de Jesús. Cómo, siendo Dios, podía sufrir, aunque quisiera. Cómo, el Padre, tan Dios como El, podía haberlo entregado, por todos nosotros, a esa pasión. Ese desgarro en el seno del mismo Dios me era absurdo. Yo oía aquel grito “DIOS MÍO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?” Se siente entregado por el Dios del Antiguo Testamento, implacable, necesitado de expiación y de castigo. Y, a continuación, la total entrega filial al Dios del Nuevo Testamento : “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Durante años, muchos, no he podido deshacer ese nudo. Otros, sin duda, lo hicieron. Pero no me enseñaron el camino. Pope Godoy -mi amigo, mi compa- me abre el camino. Me da una respuesta a mi interpelación. Me desbloquea la imposibilidad de mi trato con El. Afirma taxativo: JESUS ES VERDADERO HOMBRE. El se llama a sí mismo, 98 veces, “Hijo del hombre”, frente a 38 veces “Hijo de Dios”. Sino fuera hombre, hombre, con intrínseca realidad humana, –no asumido por la 2ª Persona Trinitaria- hubiera sido un muñeco, y su vida y pasión una representación teatral.

Todos, a lo largo de la vida, maduramos, nos desarrollamos como personas, adquiriendo los valores humanos –tributando y reconociendo en los otros los Derechos HUMANOS. También Jesús, el Cristo, el enviado, tras una vida y pasión de “Hijo del hombre” fue constituido, en plena fuerza “Hijo de Dios”. Se fue haciendo “Hijo de Dios” a lo largo de su vida. Ese es su mensaje de Salvador. Su ejemplo es llegar a hijos de Dios.

Aquí se me ocurre otra consecuencia. Tras olvidar lo del “pecado original” el Cristo, como Redentor, pierde alguna fuerza. Pero adquiere todo su valor como Salvador del hombre, del sometimiento del intelecto a la animalidad y del pecado de explotación y utilización como medio, del hombre.

Leyendo a Godoy reconozco y agradezco que me ha devuelto el Hermano Jesús. En todo igual a mí, menos en el pecado. Limitado como yo. Empavorecido como yo. Rebosando dudas, más que yo. Sufriente mucho más que yo. Buscar la comprensión y abundar en el “JESUS DE MI FE” acrecienta MI FE EN JESÚS. ¡Gracias, Hermanos Jesús y Pope!

El proyecto de Dios

Sigo leyendo a Godoy. El prólogo del Evangelio de Juan, recién traducido, dice: “Al principio ya existía EL PROYECTO, y el Proyecto se dirigía, interpelaba a Dios, y un ser divino era el Proyecto...” En ese Proyecto ya estábamos todos los hermanos. Veamos qué cosa sea el proyecto, para quién y cómo.

Interpreta Juan que el Proyecto de Dios es la vida. Vida con mayúscula y personal, colectiva, planetaria. Abarca desde la vida biológica, hasta la calidades sublimes que desarrolla el humano al ganar sensibilidad: paz, alegría, felicidad, comunicación humana, bienestar, ternura, armonía con la naturaleza...

La Vida es la luz de los hombres. El criterio ético es la vida y cuanto la crea, protege, favorece y fomenta. Están netamente contra el Proyecto, el hambre, la marginación, la incultura, la exclusión, la guerra, la persecución, la pena de muerte...

La vida, como la luz, brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado. Nos rodean las tinieblas que matan la vida: guerra, infelicidad, abusos, marginación... La firme esperanza es esa LUZ, no apagada por ninguna tiniebla. Por eso el Obispo Casaldiga afirma: “Somos soldados derrotados de una causa invencible”. Aunque personalmente derrotados, la causa –la salvación del hombre- es invencible. Los hijos de la luz, aunque más cándidos, triunfarán porque nuestro jefe resucitó y fue sentado a la derecha del Padre.

Quienes aceptan el Proyecto se van haciendo hijos de Dios. La filiación divina está a nuestro alcance. Lentamente y con esfuerzo. ¡Una esperanza en que creer! No es imprescindible conocer el Proyecto. Porque la Ley de la Vida –la ley moral con la que Dios se nos aparece- está inscrita en lo más íntimo de nuestra intimidad. La consecución de la filiación divina, como causa final-ejemplar, moviliza y orienta todas las fuerzas. Cuantos, también increyentes, aceptan el Proyecto y luchan por la Vida –con mayúsculas-, serán llamados hijos de Dios. Imitan a Dios al crear Vida y de calidad, con amor, alegría, confianza, ESPERANZA. Esos han nacido de Dios.

El Proyecto se hizo hombre. Llegamos al hombre que encarna el Proyecto. Dice Juan: El proyecto se hizo carne. Frágil pero realidad visible, palpable, verificable... Y este hombre “se fue haciendo HIJO DE DIOS por su alta calidad de vida”. También cada uno de nosotros podrá hacerse hijo de Dios.

La categoría ética de Jesús profundiza la dimensión humana: su apuesta a favor de las víctimas, excluidas y marginadas por la sociedad y la religión. Son los Derechos Humanos: debidos a todo hombre, simplemente por ser hombre. No por su historia personal, ni por sus valores, ni por su jerarquía. La Iglesia jerárquica tardó siglos en adaptar su moral a los “Derechos humanos”. El Evangelio no fue suficiente. Hizo falta la presión social tras la Revolución francesa y las sucesivas revoluciones, hasta el Concilio Vaticano II.

Ese Hombre, Hijo de Dios, es Cristo, el Enviado, la Manifestación, el reflejo, de un Dios amoroso y cercano, cuyo poder es el amor. El JESUS DE NUESTRA FE.

*"MI FE EN JESÚS Y EL JESÚS DE MI FE". Publicado en la revista Tiempo de Hablar Nº 97, 2º trimestre 2004; enviado por Eclesalia los días 14 y 15 de julio de 2004.

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ECLESALIA,  24 de diciembre de 2004

LA VOZ DE LOS POETAS EN NAVIDAD

JOSÉ IGNACIO CALLEJA, profesor de Moral Social Cristiana

VITORIA.

ECLESALIA, 24/12/04.- Hace años, demasiados ya, cuando yo era niño, mi mundo era muy pequeño. Yo creía a pies juntillas que una Navidad cualquiera dejaría de haber guerras y pobrezas. ¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad! Yo lo sentía como algo en la punta de los dedos. ¡Lo decía aquel cura con tanta fe! ¡Lo contaba aquel locutor de radio con tanta emoción! ¿Cómo dudarlo? Eramos niños, casi adolescentes, y sentíamos la Navidad como una primavera de esperanzas. ¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad! Dios lo quería. Todo estaba, ahí, como un susurro presto a desvelarse; sólo hacía falta un poco de corazón y ya está, un mundo hermoso para todos. Éramos niños.

Hace menos años, demasiados ya, cuando yo era joven, mi mundo no era tan pequeño. Mi mundo creció a través de imágenes, viajes y lecturas; y creció a través de experiencias y diálogos, y entonces dejé de creer a pies juntillas que una Navidad cualquiera dejaría de haber guerras y pobrezas. Aquella convicción y aquella emoción de los juglares navideños ya no me conmovía del mismo modo. Y no por ellos mismos, que lo seguían intentando con igual sinceridad, sino porque las cosas iban imponiéndose en su cruda verdad. Algunos me decían que eran ataques de realismo, o ese conservadurismo que a los mayores poco a poco nos somete; pero no, no era el realismo y la pereza que agostan el alma desde dentro, sino el aprendizaje de la vida con su ritmo y condiciones, la experiencia de que los seres humanos y los pueblos somos prontos a la emoción pero lentos a hacerla compromiso duradero. Así que había que aprender a creer lo de siempre, a creer lo de siempre y a esperar más que nunca, pero cargando con la verdad de una historia hecha a golpe de silencios, abusos y víctimas. ¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

Hace aún menos años, como quien dice hoy mismo o esta mañana, mi mundo vuelve a ser más y más pequeño. Llegan por doquier rostros de gentes desfiguradas y voces de pueblos olvidados. No pensemos sólo en la guerra, no, no sólo en la guerra; es también el hambre, la enfermedad, la miseria, la ignorancia, la explotación, la soledad y el olvido. Son las gentes y pueblos que el poeta llama olvidados, sobrantes, víctimas fundamentalmente de un modo de vida que despilfarra en un lugar lo que expropia en otro. Nadie quiere escuchar la voz de los poetas. Profetas de calamidades, los llaman muchos. Aguafiestas, para entendernos. Pero la realidad es que una parte del mundo vocifera alegre, porque lo necesita, sí, es cierto, lo necesita y quizá lo merece, pero que nadie lo olvide: vocifera acallando llantos; propios a veces, cierto; pero muchas más, ajenos. ¡Qué digo! Ajenos, nunca, sino nuestros, hondamente nuestros, porque esos pueblos y esas gentes en situaciones y con vidas inhumanas son el eco amargo de nuestra riqueza y despilfarro. También a ellos se refería la pregunta de Pilar Manjón sobre las víctimas: ¿De que se reían, señorías, qué celebraban? 

Mañana será el tiempo de todo eso, por favor, - grita una voz al fondo del jolgorio -. Pero mañana no es nunca. Podría ser, sí; alguna vez podría ser. Pero no lo es, mañana no es nunca. Nos queda la esperanza, cierto. ¡Qué nadie nos robe la esperanza de que algo nuevo en la vida es posible! No la malogremos entre el desencanto y el espiritualismo. Pero mañana, hace mucho años que no es nunca. Es mejor gritarlo así, porque en el grito ya está apuntada la esperanza, la voluntad de que algo no debe ser. Ni lo quiere Dios, ni lo deberían querer los hombres. ¿Qué algo? Que nadie se merece una vida “perra” y que no podemos consentirla, lejos o cerca, sin conmovernos y movilizarnos contra esa condena. Y ¿el precio? El que toque, no nos engañemos. ¡Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

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ECLESALIA, 28 de diciembre de 2004

UN NUEVO NACIMIENTO

MIGUEL ÁNGEL MESA, 22/12/04

 

ECLESALIA, 28/12/04.-

Fana Omede temblaba debajo
de una manta de la Cruz Roja,

con la cabeza entre las piernas,
aún aterido por el frío, la humedad
y el miedo de la travesía en patera.
 
Cambió la imagen de la televisión
y aparecieron impacientes en pantalla

Tina y Faith,
madre e hija,

que habían llegado días antes
en otra embarcación de la muerte,
hija y mujer respectivamente de Fana,
al que Tina cubría apasionadamente
de besos y caricias, mientras él 
permanecía imposibilitado para percibir
quién le recibía de esa manera
tan particular, tan familiar.
 

La Navidad nos invita a contemplar
el misterio y el sueño
de un Dios encarnado,
el misterio de la carne herida,
el misterio de la ternura desbordante,
el misterio de la muerte
temprana e injusta,
el misterio de la mirada
reflejada y cómplice,
el misterio del hambre
y del dolor evitable,
el misterio de la caricia sincera,
el misterio de la emigración
que destroza los corazones,
el misterio del abrazo
y la lucha transformadora.
Una nueva Navidad que se desdibuja
lentamente en nuestra sociedad,
cada día más distinta y distante,
que se consume en los supermercados
y en las superficies comerciales,
que espera sólo que le toque el Gordo,
que se adelgace más el cuerpo
y que no baje la cuenta del banco
por el gasto incesante,
que aguante los dolores infames de los arañazos,
el aburrimiento del instante,
la soledad y el olvido por el trabajo incesante,
la separación por la falta de paciencia, palabras y caricias. 

Vivimos fuera de nosotros mismos,
tenemos mucho miedo de entrar
en nuestro interior,
de enfrentarnos a nuestros fantasmas,
al silencio incómodo que nos impide
permanecer a la expectativa,
a la sencillez de la vida

(“antes muerta que sencilla”)

a escuchar un reproche, una crítica,
a encontrarnos un día ante la Naturaleza
sin música, sin silla, sin televisión,
sin móvil, sin Internet.
 

Nuestra existencia acumula
una imperdonable e imposible ausencia
de sentimientos, de afectos, de ternura,
de amor profundo, verdadero.
Y lo intentamos olvidar
con el alcohol,   
con la química de las drogas,
con la pornografía
de la basura televisiva,
con la violencia verbal y física.
 

Buscamos incesantemente
nuevas aventuras de riesgo
para poner la adrenalina por las nubes,
cuando el abismo para lanzarnos
sin cuerda ni red,
en el gran salto de nuestra vida,
está ahí dentro,
en el hondón de nuestro ser.
 
Y sólo cuando nos decidimos
a cruzar el umbral, y nos adentramos
con humildad, en silencio,
se abren las puertas
de un camino acogedor,
con cantidad de señales abiertas,
tachonado su cielo con un universo
de estrellas conocidas y por descubrir.
En los recodos del sendero
hay fuentes de agua fresca y clara
para calmar la sed infinita,
para vislumbrar el futuro con seguridad. 

Cuando entramos confiados
a esa estancia interior,
es entonces cuando de verdad
nos descentramos y recibimos
el nuevo nombre del Otro,
con el que nos empezamos a sentir
y a llamarnos otro en los otros.
 
Nos obliga a reconocer
rostros, olores y dolores,
a instalar tiendas que llaman
al encuentro con rótulos como: Solidaridad, Resistencia,

Valores, Otro mundo, Fraternidad,
Ternura, Justicia, Amorosidad, Sentimientos, Amistad…

 
Nos invita a mostrar más cariño
sin recibir respuesta, a despojarnos
para encontrar lo mínimo vital,
a simplificarnos
para enfrentar lo complejo,
a desposeernos, a callarnos,
a comprometernos, a enfrentarnos,
a contemplar, a empezar a vivir
desviviéndonos por los demás…
 
Encima de mi portal de corcho y figuras de plástico
está pegada la fotografía
que recorté del periódico en la que,
como en un nuevo nacimiento,
aparecen abrazados, doloridos,
reencontrados, Faith, Tina y Fana.

En la imagen del informativo
posterior al encuentro inicial,

Fana
juega acariciando con su lengua

la de su hija Faith,
como queriendo transmitir con esa instantánea
(que quizá debería haberse
perdido en la intimidad)
todo su dolor, su amor, su esperanza,
su cultura, su travesía escalofriante
en la que murieron cuatro compañeros de viaje,
su miedo a tener que volver a empezar la lucha
contra el muro
de nuestras sociedades antirracistas,
civilizadas, democráticas y abiertas.

Son los nuevos Jesús, María y José.
Los emigrantes de siempre.
¡Qué inmensa tarea tenemos por delante, la de humanizar
encarnándonos, en esta dolorida
y anhelante humanidad!
 
Es una necesidad vital que nos adentremos en el corazón
para salir transformados,
en esta noche oscura y fría de Navidad,
donde sin embargo una luz,
como si fuera una estrella,
(o quizá sean millones, aunque pequeñas, pobres y tenues),
nos sigue mostrando el camino
que lleva a vivir la vida
como la tierna y pequeña Faith,

con confianza, solicitud y esperanza.

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ECLESALIA, 29 de diciembre de 2004

IGLESIA: DIÁLOGO SÍ, IMPOSICIÓN NO

DOSCIENTAS NOVENTA Y NUEVE FIRMAS DE TODAS LAS ZONAS DE LA DIÓCESIS DE BIZKAIA

ECLESALIA, 29/12/04.-  Los abajo firmantes miembros comprometidos de la iglesia de Jesús en Bizkaia, ante el conflicto que estamos viviendo en nuestra Iglesia en torno a la retirada de la confianza (despido) del responsable de pastoral de juventud de Deusto, queremos expresar nuestra opinión sobre este asunto.

Manifestamos en primer lugar nuestro desacuerdo con la postura que, en general, suelen ofrecer los portavoces de la jerarquía eclesiástica sobre temas conflictivos porque no se tiene suficientemente en cuenta los Derechos Humanos de las personas. Nos referimos en concreto a la doctrina sexual oficial sobre anticonceptivos, homosexualidad, celibato. Lo mismo podemos decir de la situación de las mujeres en la Iglesia y de la democratización de la misma. Se suele aducir, como en el caso de Urkiola del que arranca este conflicto, que no es el momento para manifestar una postura discrepante con la doctrina oficial; pero ¿cuándo hay momentos para ello?

Si la Iglesia de Jesús es asamblea (ecclesia) y comunidad, no entendemos que no se sigan los cauces democráticos de diálogo y consulta para abordar los problemas, y más si son conflictivos. Esto también ha fallado en el caso al que hacemos referencia. La jerarquía no suele escuchar y respetar las opiniones maduras y responsables de una parte importante del laicado en temas como la homosexualidad, el acceso de la mujer al ministerio ordenado o la plena participación de las personas divorciadas en la comunión eclesial. Al final este laicado o abandona la Iglesia o vive en conciencia en total desacuerdo con la doctrina oficial en estos asuntos. Por todo ello, nos parece imprescindible que, ante sucesos como el que nos ocupa, difíciles e incómodos, nadie lo duda, se establezcan cauces que favorezcan la reflexión y la comunión de los miembros de nuestra Iglesia de Bizkaia. No entendemos que estos temas sigan siendo tabú y que no se aborden en profundidad en nuestra Iglesia.

Tampoco estamos de acuerdo en la forma superficial con que se suelen abordar estas cuestiones en algunos medios de comunicación, en las páginas y programas del corazón y famoseo. Nuestra intención no es crear polémica por si misma, sino reivindicar la pluralidad y el contraste de opiniones entre los seguidores de Jesús.

En definitiva, lo que queremos decir a nuestros representantes jerárquicos es que hay que estar abiertos a los nuevos problemas que van apareciendo en nuestra sociedad, que debemos profundizar en ellos en diálogo y comunión entre todos (jerarquía, laicos/as, religiosos/as, teólogos/as y colectivos implicados). Y que ante los nuevos retos no valen las recetas rancias del pasado. ("Nadie echa vino nuevo en odres viejos… a vino nuevo, odres nuevos” Mc 2, 22).

Terminamos expresando nuestro deseo de que unos y otros seamos capaces de recuperar el diálogo y el buen criterio que necesitamos para ser fieles al Evangelio de Jesús y a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

299 firmas, al día de hoy.

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ECLESALIA, 29 de diciembre de 2004

ESTADO LAICO, IGLESIA LIBRE

Cristianos por el socialismo opina

CPS, 23/11/04

ECLESALIA, 29/12/04.-  Ante las reiteradas manifestaciones de gran parte de la jerarquía de la iglesia católica que no soporta las leyes y dictámenes políticos de un Estado a-confesional, el movimiento de CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO expresa su sentir en estas líneas.

Esta controversia no es nueva, es más bien la explosión de un conflicto latente que viene de antiguo y ahora sale a la luz. Una serie de realidades sociales que no estaban contempladas ni reguladas por la ley, el Gobierno trata ahora de incorporarlas a nuestro ordenamiento jurídico Se trata de la violencia ejercida sobre la mujer, el matrimonio entre homosexuales, la posible adopción de hijos por los homosexuales, la ampliación de los plazos del aborto, la agilización de casos de divorcio, las clases obligatorias de religión, la investigación científica con células madre embrionarias, la autofinanciación de la iglesia católica sin discriminar a otras religiones, no votar a partidos que estén a favor del aborto, etc.

No vivimos en una sociedad cerrada, sino abierta, es decir, en una sociedad democrática que implica el pluralismo y la laicidad del Estado. Parece ser, según se desprende de las declaraciones de algunos obispos y del presidente de la Conferencia episcopal, que está dispuesta al diálogo si el gobierno se somete al “orden moral”. No hay un único orden moral. La jerarquía no puede imponer a todos los ciudadanos una forma determinada de moral, porque existe el pluralismo y existen muchas formas de moral aun dentro de la iglesia católica.

La jerarquía no tiene la exclusiva. Esta puede ofrecer a los creyentes unas orientaciones morales, pero no imponer a los católicos una única moral para todos. Parece que niega al Estado la capacidad de legislar sobre una serie de temas, como los que hemos enunciado y que se viven en la realidad social. No necesitamos tanto adoctrinamiento. Los creyentes vivimos la fe en un mundo adulto y dentro de este proceso de secularización ejercemos la función crítica. Hay otras voces que deben oír los obispos, que no proceden de los sectores más conservadores del catolicismo.

Tal vez, en lugar de ocuparse tanto por cuestiones “morales” haría bien en manifestar su preocupación por el sufrimiento de las víctimas de este mundo, y denunciar las causas que producen el hambre, la marginación y la exclusión, su total oposición a la guerra de Irak, y a todas las guerras, reconocer dentro de la iglesia todos los derechos, deberes y responsabilidades de la mujer, ser más humilde y pregonar la Buena Noticia a los pobres, desde la independencia económica y política. Podría ser cauce de diálogo, de unión, de paz y no de confrontación. Está demasiado integrada en el sistema económico, social y político establecido para realizar su misión evangelizadora.

La iglesia católica no podrá pregonar el Evangelio de Jesús, no será verdaderamente libre, mientras siga manteniendo su situación de privilegio y siga dependiendo de los poderes económicos y políticos del Estado.

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ECLESALIA, 29 de diciembre de 2004

MANIFIESTO DICIEMBRE 2004

Grupo cristiano Comulga (Murcia); Grupo cristiano DecideT (Alicante); Grupo cristiano de Gayles de la Ribera (Valencia); Grupo cristiano de Lambda (Valencia)

ECLESALIA, 29/12/04.-  Estamos asistiendo a diferentes manifestaciones públicas por parte de la Conferencia Episcopal y de diferentes sectores conservadores de la Iglesia, en contra de las reformas sociales del Gobierno. El aborto, el divorcio, o los matrimonios homosexuales son algunas de ellas, pasando también por la reforma de la educación.

Como cristianas y cristianos dentro de la Iglesia, nuestra sensibilidad va dirigida hacia las realidades de opresión e injusticia. Consideramos realidades de injusticia la Ley de Inmigración vigente, en la que se excluye a personas solo por ser de otra nacionalidad. También consideramos injusta la situación de la educación actual, en la que se ayuda económicamente a la enseñanza privada y concertada en detrimento de la pública. Consideramos injusta la ocupación de Irak por medio de la violencia, así como el empleo de la violencia para la resolución de cualquier conflicto. También rechazamos los actos de terrorismo realizados por distintos grupos y países: Al-Qaeda, Hamas, ETA, o las incursiones violentas realizadas por Israel en territorio palestino. Además, otras acciones son injustas, como el enriquecimiento económico en perjuicio de otras personas, la falta de respeto hacia el otro, la desigualdad de la mujer, la precariedad laboral, y tantas otras.

Nos duele enormemente que la mayor preocupación de los representantes de nuestra Iglesia en este momento sea su oposición a temas morales con criterios discutiblemente evangélicos. Solo se ve pecado en actuaciones particulares que muchas veces son expresión de amor, y otras de justicia y de necesidad social. No es de recibo que la jerarquía católica solo se preocupe por mantener una vida personal casta acusando y condenando desde su posición, cuando millones de personas se ven afectados y mueren por la injusticia social.

Nos duele enormemente la contracampaña realizada contra el uso del preservativo para la prevención de enfermedades tales como el VIH/SIDA, que está amenazando nuestra salud con mensajes erróneos y falsos que confunden. También nos duele la condena que se vierte sobre las personas que quieren trabajar en pro de la ciencia para una mejor calidad de vida. Nos duele el machismo implantado en la estructura jerárquica. Nos duele la manipulación que se hace de la asignatura de religión para mantener un estatus de poder en la educación de nuestros niños y jóvenes. Y por supuesto nos duele que se ataque al colectivo homosexual y transexual con declaraciones homófobas y antisociales, que aumentan la crispación social y el desprecio hacia nosotras y nosotros.

Nos duele enormemente decir que la opinión de nuestros representantes no coincide con la opinión de toda la Iglesia, pero es así. El diálogo que se anuncia con el Gobierno, debe primero mantenerse dentro de esta nuestra Iglesia, y los obispos transmitir con humildad la voz de la misma. Defender únicamente la suya propia es dar la espalda a la pluralidad que construye.

Jesús dice: “Amarás a Dios sobre todas las cosas,… y al prójimo como a ti mismo”. Nosotros también somos el prójimo. Como cristianas y cristianos homosexuales, nosotros sí nos sentimos marginados y excluidos dentro de nuestra Iglesia. Pedimos ser escuchados. Nosotros también somos Iglesia.

Por último, dar el apoyo a todas las personas cristianas o no, que trabajan por la defensa de la justicia social, en concreto a D. Victorio Oliver, obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, por las iniciativas de sensibilización y acercamiento llevadas a cabo con inmigrantes.

Un abrazo en Cristo resucitado.

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ECLESALIA, 29 de diciembre de 2004

IGLESIA Y SOCIEDAD EN LA ACTUAL SITUACIÓN ESPAÑOLA

GRUP DE RECTORS DEL DISSABTE, sacerdotes en parroquias populares y obreras de Valencia, 18/12/04

VALENCIA.

ECLESALIA, 29/12/04.-  El “Grup de Rectors del Dissabte”, sacerdotes en parroquias populares y obreras de Valencia, sin más representatividad que la concedida por la fidelidad a nuestra vocación y por el servicio al bien común, nos vemos en la obligación de promover un diálogo con creyentes y no creyentes en orden a la construcción de una sociedad más convivencial y justa.

I.- CONSTATAMOS con preocupación

·  La frecuente beligerancia y combatividad de muchos obispos españoles ante las reformas y medidas legislativas propuestas o anunciadas por el Gobierno legítimo del Estado español (o temidas por aquellos), que recuerdan situaciones neoconfesionales y estilos anticonciliares.

·  La falta de discernimiento crítico y evangélico ante los cambios sociopolíticos que vivimos y un posicionamiento sectario ante cuestiones de índole política (pertenecientes a la autonomía de los creyentes), que producen división interna y un grave desencuentro con amplios sectores de las comunidades eclesiales.

·  La identificación de la jerarquía y muchos sectores del catolicismo español con posiciones partidistas que, con la pretensión de ser la única postura eclesial, fortalecen las convicciones conservadoras, encrespan el debate político y postulan dogmáticamente aquello que debe dilucidarse en unas elecciones democráticas y no en los púlpitos.

·  El abandono de aquella sabiduría evangélica que sabe de reconciliación, de diálogo, de consenso y de cercanía a los que sufren, para implantar en su lugar la confrontación sistemática, la oposición frontal a un gobierno legítimo, la división entre los creyentes y los llamamientos con sabor a cruzada.

·  La ambigüedad de ciertas declaraciones de miembros del partido gobernante que, por su generalización, no hacen justicia a la realidad de los creyentes.

II.- CELEBRAMOS con gozo

el alumbramiento de algunos signos del tiempo que conforman hoy nuestra situación y generan condiciones favorables, tanto para vivir la fe como para construir una sociedad convivencial, participativa y justa, a pesar de la intensa demonización a la que están sometidos por parte de algún sector de la Iglesia. Como signos del tiempo, son situaciones de hecho que deben abordarse con creatividad y justicia, el fortalecimiento de la conciencia personal, la laicidad de la sociedad española y la participación de los ciudadanos. Los tres signos constituyen hoy la calidad ética y evangélica de las Iglesias y el territorio para construir fielmente una historia según el Dios de Jesús de Nazaret.

1.- Aceptamos como signo del tiempo el primado de la conciencia personal, que deja en manos de la propia responsabilidad aquellas decisiones que afectan a los modos de amar, esperar, relacionarse y organizarse.

La conciencia personal reivindica hoy poder decidir entre creer o no creer, pertenecer a una u otra confesión, constituir un tipo u otro de familia, seguir una u otra orientación sexual y, por último, poder elegir entre una posición política u otra en referencia al bien común. Ni los decretos administrativos, ni las medidas legislativas ni las posiciones dogmáticas pueden hoy subyugar lo que pertenece al núcleo más personal de los seres humanos. Facilitar la decisión personal mediante la creación de aquellas condiciones que la posibiliten, es la tarea de un buen gobierno, y acompañar la decisión mediante el fomento de la responsabilidad, según criterios evangélicos, es la más urgente tarea de la Iglesia.

La conciencia personal, como signo de nuestro tiempo, significa que hay una libertad individual que valora la dimensión más íntima y personal de las convicciones de fe, y que hay una responsabilidad social en las acciones que dimanan de aquellas convicciones. Por tanto, hay una autoridad de la conciencia que antecede a la administración de las autoridades y rechaza pretensiones absolutizadoras,

La aceptación de este signo del tiempo supone respetar los procesos individuales, asumir las búsquedas colectivas y respetar las dudas personales. Sólo el acompañamiento pastoral parece la actitud indicada para discernir asuntos que pertenecen al núcleo mismo de la conciencia. La comprensión, la misericordia y la compasión son los criterios preferentes ante decisiones que suponen, con frecuencia, graves rupturas vitales o intensas soledades.

2.- Aceptamos, como signo del tiempo, los impulsos que nacen de la laicidad, y a ésta como principio que ha de regir la relación entre la religión y el espacio público.

Laicidad significa reconocimiento sincero del pluralismo de creencias, convicciones y religiones, cuyas potencialidades fueron afirmadas por el Decreto de Libertad Religiosa en el Concilio Vaticano II, a pesar de no ser aceptado de buen grado, en su día, por algunos obispos españoles.

Laicidad significa reconocimiento del uso público de la razón y de la argumentación como exploración de la verdad; un uso que no se practica cuando, en nombre del Evangelio, se quiere imponer una cosmovisión como la única verdadera y poseer el monopolio de la ética

Laicidad significa reconocimiento de la diversidad de esferas, ámbitos y poderes, que se rigen por su propia racionalidad; se trata de aquella autonomía de lo real que afirmó lúcidamente el Concilio Vaticano II y que no se respeta cuando, en nombre del Evangelio, se impone a los creyentes opiniones discutibles y discutidas. Sobre cuestiones científicas y éticas no tenemos un saber especial sino una sabiduría evangélica que lleva a confiar en el debate sobre las verdades que emanan del conocimiento científico y que puede aportar a este debate su sentido humanizador.

3.- Aceptamos como signo del tiempo el surgimiento de la ciudadanía, que se despliega en participación democrática, en leal colaboración en función del bien común y en defensa de los que están peor situados. La cultura de la participación responde a la sabiduría del Evangelio más que la imposición, el dogmatismo o la prepotencia, de la que han hecho gala declaraciones de algunos obispos.

La participación requiere el fomento, como valor, de la diversidad y del respeto a las divergencias. Pretender unificar a los creyentes en torno a la COPE es una operación tan inútil como antievangélica. No sólo resulta insultante al buen criterio el apoyo de la Conferencia Episcopal a dicha cadena de radio, sino que causa grave desprestigio a la Iglesia y una fuerte desorientación a los cristianos.

La participación significa respetar las distintas voces que constituyen el universo eclesial. Sorprende la convocatoria de manifestaciones de signo partidista, impulsadas por algún obispo, no sólo porque se hace en complicidad con el oscurantismo más rancio sino también porque convierte a los laicos en simples marionetas.

La participación significa valorar y atender al “sensus fidei” más que a la recogida de firmas; a la escucha atenta de los creyentes más que a las manifestaciones ruidosas, tan frecuentemente manipuladas; a la colaboración de científicos y teólogos cristianos mediante la consulta permanente en las nuevas cuestiones, más que a la imposición arbitraria.

La nueva cultura de la ciudadanía ha de significar la universalización y profundización en los derechos civiles, políticos y sociales, sobre todo de aquellas personas o grupos que necesitan ser protegidos por las Administraciones. Aquí encontrarán las Iglesias una tarea permanente de crítica profética ante los gobiernos de turno.

III.- PROPONEMOS con humildad

recuperar para la vida pública aquellas actitudes básicas a cuyo desarrollo ha colaborado tan decisivamente el Evangelio de Jesús, que constituyen hoy la sustancia de la cultura democrática, a pesar de un cierto sectarismo que se manifiesta en el laicismo decimonónico que todavía hoy está vigente en ciertas personas.

·  Dejar brotar la confianza en la razón, que nos sitúe por encima de los prejuicios sectarios ante el hecho religioso por parte de algunos partidos de izquierda y desactive las suposiciones de intenciones por parte de sectores de iglesia.

·  Apelar al diálogo constructivo como la forma evangélica y civilizada de resolver los conflictos. Ni los púlpitos ni los decretos pueden resolver los desencuentros. Necesitamos desactivar dogmatismos e invitar al entendimiento social.

·  Mantener viva la sabiduría que antepone la misericordia al reproche, la compasión al control, el acompañamiento a la condenación, la reconciliación a la agresividad.

·  Avanzar en la construcción no sólo de un Estado laico sino también de una sociedad laica, con el convencimiento de que benefician a la tarea evangelizadora, mediante el valor de la responsabilidad personal, la separación entre Iglesia y Estado y la participación ciudadana como virtud pública de alcance cristiano.

·  Caminar hacia la renuncia del poder político y social de la Iglesia y al clericalismo latente en ciertos posicionamientos que postulan un neoconfesionalismo encubierto.

·  Diferenciar la fe de la Iglesia de lo que es opinión personal de un obispo, respetable en cuanto opinión, pero rechazable en la medida en que quiera presentarse como única forma de expresar esa fe de la Iglesia.

·  Apostar por la defensa de la dignidad humana y sus derechos, que no están suficientemente reconocidos en personas y colectivos empobrecidos y excluidos de nuestra sociedad .

·   Fomentar la visión ecuménica, la colaboración entre las religiones y el diálogo entre las culturas, así como el respeto a los procesos nacionales de los pueblos.

·  Criticar aquellos fenómenos que desvirtúan los signos del tiempo señalados, como son: el individualismo que debilita el primado de la conciencia personal, el laicismo que niega el valor del hecho religioso y pervierte de este modo el impulso liberador de la laicidad y las guerras actuales que olvidan el nacimiento de una solidaridad mundial.

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ECLESALIA, 30 de diciembre de 2004

MANIFIESTO “OTRA NAVIDAD ES POSIBLE”

MOVIMIENTO “OTRA NAVIDAD ES POSIBLE”

NICARAGUA.

ECLESALIA, 30/12/04.- “Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor. En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 11-12).

Un grupo de personas, hombres y mujeres indignados por la total manipulación que estos días se hace de la Navidad, queremos manifestar públicamente nuestro sentimiento de que nos han robado la verdadera Navidad; que la locura de anuncios y adornos navideños que invaden las calles poco o nada tienen que ver con lo que significa el nacimiento de Jesús. Estamos hartos del bombardeo constante a que nos somete la publicidad incitando a consumir y a comprar lo que no necesitamos y a gastar lo que no tenemos, utilizando la Navidad simplemente como un medio para aumentar ventas y beneficios.

Nos damos cuenta como este neoliberalismo salvaje en el que estamos inmersos produce valores contrarios a la Navidad y al mensaje de Jesús, y hemos decidido hacer un llamado firme a recuperar los verdaderos valores que la Navidad implica y a denunciar la hipocresía de este sistema que utiliza a Dios para promover el beneficio empresarial mientras se olvida de los pobres, que son los preferidos del Padre.  Hoy, para el pobre José, la pobre María y el pobre Jesús no habría lugar en los centros comerciales, ni en los supermercados, ni en los hoteles de lujo que surgen por todas partes… porque no podrían pagar.

Queremos denunciar que este sistema neoliberal en el que vivimos excluye a las mayorías y beneficia  a los mas ricos, y dicta leyes, privatiza servicios básicos y ratifica tratados de libre comercio pensando solo en las grandes empresas nacionales y transnacionales. Nada más lejos del mensaje de amor, solidaridad y fraternidad que nos trae el nacimiento del niño Dios. 

Nos imaginamos “otra Navidad posible”, mas cercana a ese Niño Jesús nacido humildemente en un pesebre…  Donde en lugar de dar regalos, nos haremos presentes junto a los hambrientos, los necesitados y los excluidos y donde el Santa Claus comercial, interesado solamente en promover ese consumismo exacerbado, será colgado como Judas, y abriremos corazones y puertas a la llegada salvadora del Niño Dios. La solidaridad y la ternura se abrirán paso frente al individualismo, al egoísmo  y al consumismo.

Nos imaginamos una Navidad donde aprovechamos para hacer un viaje al interior de nuestro espíritu, allí donde habita el Dios de la Vida que, distinto de nosotros, da fundamento a nuestra verdadera identidad.

Nos imaginamos una Navidad sencilla, solidaria, alegre… sin lujos, donde haremos presentes en nuestros corazones a todas las personas que sufren y que son las preferidas de Dios Padre y Madre: niños/as de la calle, trabajadoras explotadas en las maquilas, desempleados/as, enfermos/as sin acceso a la salud, campesinos del interior y pobladores de tantos barrios que pasaran un día mas con hambre, nuestros hermanos trabajadores migrantes que pasaran la navidad lejos de sus familias, las mujeres golpeadas y abusadas en tantos hogares, las trabajadoras de la calle…

Pero nos imaginamos también que nuestros corazones no podrán permanecer impasibles ante tanto dolor e injusticia y nos moverá a ponernos en marcha para buscar la manera de que toda esta situación, que es escandalosa a los ojos de Dios,  cese de una vez por todas: la corrupción de los políticos, la explotación hacia los pobres, las privatizaciones de los servicios públicos,  los tratados comerciales –como el TLC- que al contrario de lo que dicen los políticos traerán mas miseria e injusticias…

Nos imaginamos y queremos otro Mundo Posible, otra América Posible, otra Nicaragua posible…

Y por todo ello queremos invitar e informar a la población que el propio día 24 de diciembre queremos celebrar la Navidad de otro modo posible*:

- Vamos a estar desde las 4 de la tarde hasta las 8 de la noche en la rotonda de Metrocentro, representando un Nacimiento Vivo que simbolice la realidad que vive nuestro país y el verdadero sentido de amor y solidaridad que creemos es parte fundamental de esta fiesta. Todas y todos están invitados a acercarse a verlo.

- Después seguiremos, desde las 8 hasta las 12 de la medianoche, siempre en la rotonda, celebrando, sin lujos ni grandes cenas, el nacimiento del niño Jesús, así en la calle; cantando a Dios y compartiendo esa alegría entre nosotros y nosotras y con los niños y niñas de la calle y con todas aquellas personas que no tienen hogar o nadie con quien estar… recordando de manera más cercana y vivencial la experiencia de aquella noche de navidad que les toco vivir a San José y a la Virgen Maria a quienes nadie les dio posada por ser pobres…

“El dulce Jesús dedicado a la reconciliación entre quien ostenta la riqueza y quien busca comida en la basura, sólo existe en la imaginación de aquellos que ignoran la paz como hija de la justicia" (Frei Betto).

"Lo que ustedes hagan puede ser absolutamente insignificante...

pero es absolutamente indispensable que lo hagan". (Gandhi).

*Lo que aquí se comunica, se realizó en la tarde-noche del 24 de diciembre en la Rotonda de Metrocentro-uno de los mayores y más elegantes centros del consumismo navideño de Managua (Nicaragua).

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