35 - Octubre, 2004. Financiación       

MEDIO

FECHA

TÍTULAR

AUTOR

ECLESALIA

01/10/04

IGLESIA CATÓLICA ESPAÑOLA 2005

Carlos Lanuza

ECLESALIA

05/10/04

¡ES TIEMPO DE ESCUCHA!

Jairo del Agua

ECLESALIA

06/10/04

LA OPINIÓN DE LA IGLESIA Y LA OPINIÓN DE LA JERARQUÍA NO SON LO MISMO

VV.AA.

ECLESALIA

13/10/04

MANIFIESTO FINAL DEL XIX FORO DE ENCRUCILLADA - IV ENCUENTRO DE LA CORRIENTE SOMOS IGLESIA

VV.AA.

ECLESALIA

15/10/04

¡ENHORABUENA, ÁFRICA!

Ana Isabel González

ECLESALIA

18/10/04

CRISTIANISMO Y SOCIEDAD NO CONFESIONAL

VV.AA.

ECLESALIA

20/10/04

OBISPOS-CATÓLICOS-ESPAÑOLES-2004

Carlos Lanuza

ECLESALIA

22/10/04

LAICIDAD, ESTADO Y RELIGIÓN

Benjamín Forcano

ECLESALIA

27/10/04

FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA: ¿CUESTIÓN DE ESTADO, O PROBLEMA DE COMUNIDAD?

Braulio Hernández

ECLESALIA

27/10/04

DEMOCRACIA Y PLURALISMO

José Mª García-Mauriño

 

ECLESALIA, 1 de octubre de 2004

IGLESIA CATÓLICA ESPAÑOLA 2005

CARLOS LANUZA

“Obispos buhoneros,
volved las baratijas a su sitio:
los ídolos al polvo
y la esperanza al mar”.

                                       (León Felipe)

ECLESALIA, 01/10/04.- Así comenzó el poeta su lamento por la vida (“Estamos en el llanto”, lo titula).

Así nos lamentamos muchos cristianos al leer algunas declaraciones y constatar silencios... ¿Ellos son la voz de la Iglesia? (¿De qué Iglesia?: ¿Nos han pedido la opinión?).

En 2005 termina el plazo fijado por el anterior equipo de gobierno con la Conferencia Episcopal Española sobre mantenimiento económico por parte del Estado Español.

No es poca cosa: ¡138,7 millones de euros, o sea: 23.078 millones de pesetas! De los cuales 115,2 millones de euros (17.504 millones de pesetas) corresponden a la voluntad de los contribuyentes. Total sólo son 23,5 millones de euros (3.910 millones de pesetas) de más cada año (¡¡¡)...

A parte están las aportaciones a ONG’s católicas, entre ellas las organizaciones de Cáritas. También a parte, los sueldos de los profesores de religión de Secundaria, de Primaria, etc. También a parte, los sueldos de los capellanes de prisiones, de hospitales y del ejército... También aparte las exenciones de impuestos como el de Bienes Inmuebles y otros.

Sin embargo, los servicios que presta la Iglesia, ciertamente esa que está interesada en seguir manteniendo la subvención, no son gratuitos: lo saben bien los novios que alquilan templos para sus bodas...

Vamos, que realmente nuestra Iglesia está, más que subvencionada mantenida (nótese la doble intención). Y si es así, ¿cómo va a alzar la voz contra la invasión de Irak, o hablar a favor de los trabajadores de Izar, pongamos por caso? Todo el mundo, sin embargo, comprenderá que hable de temas de moral sexual, que al fin y al cabo todos sabemos que nadie va a escuchar.

Así las cosas... me duele la Iglesia. Es como si un tumor fuera creciendo por dentro y el portador se da cuenta, sin poder hacer casi nada por remediarlo. A menos que escribir y/o decir a otros lo que piensas pueda servir de algo.

Seguramente, la Iglesia de Jesucristo, la que el Espíritu convoca, inicia y alienta a lo largo del tiempo, es algo demasiado importante como para dejarla en manos de los obispos...

Manifestar abiertamente nuestra opinión a favor de la independencia total entre el Estado y las Iglesias y demás confesiones religiosas, a favor de una educación religiosa no confesional ni partidista, dirigida por el Ministerio correspondiente e impartida por profesores iguales a los demás profesores, trabajar porque podamos vivir en paz en un Estado laico donde todos los ciudadanos tengan igualdad de trato y de oportunidades...

Frente a las hachas de guerra que algunos descerebrados, pero buhoneros, parecen querer desenterrar, nosotros apostamos por una sociedad libre, responsable y evangélica, donde se escuche más la Palabra de Dios que el Código de Derecho Canónico o las últimas consignas del Vaticano.

“Sabemos que mil veces y mil veces
pararemos de nuevo nuestro carro
y que mil y mil veces en la tierra
alzaremos de nuevo
nuestro viejo tinglado.
Sabemos que por ello no tendremos
ni ración ni salario.
Lo sabemos, Señor, lo sabemos
y seguimos contigo trabajando”.

(León Felipe). 

VOLVER ^

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 5 de octubre de 2004

¡ES TIEMPO DE ESCUCHA!

JAIRO DEL AGUA, jairoagua@caminantes.jazztel.es

ECLESALIA, 05/10/04.- En tiempos de oscuridad siempre nacen estrellas que iluminan y orientan. Ha habido épocas de mártires, de fundadores monacales, de predicadores, de teólogos, de misioneros, de místicos, de formadores, de solidarios ayudadores, etc. Así se ha ido tejiendo la historia de esta Iglesia nuestra hasta conseguir un brocado de sublime belleza y variedad. Véase, si no, la multicolor pluralidad de instituciones, movimientos y grupos integrados en el mosaico eclesial.

La Jerarquía de clérigos -los laicos no hemos llegado todavía a la mayoría de edad- se las ve y se las desea para aglutinar tanta diversidad en tiempos en los que la autoridad está en crisis, mientras la libertad y el individualismo se reivindican como valores irrenunciables. Hace, por tanto, muy bien nuestra Jerarquía en hablar para todos. Es su deber y es su derecho. Aunque los políticos y sus redactores quieran silenciarlos cuando denuncian partidistas decisiones antinaturales y degradantes.

Con todo, lo que debiera caracterizar la aurora del siglo XXI es la escucha. Ya no valen las viejas formas autoritarias, ni los temores opresores, ni la conciencia oficial, ni los nocivos servilismos, ni las manipulaciones piadosas. Los católicos -sin dejar de ser católicos- estamos descubriendo la autenticidad, la libertad y la conciencia individual. Es más, estamos descubriendo la liberación que trae la Buena Noticia (2Cor. 3, 17). Caminamos hacia la madurez humana y religiosa. Desde distintas praderas se oye gritar: ¡NO a la religión que aplasta, que aliena, que tergiversa o suple la responsabilidad y libertad personal! ¡SÍ a la religión que ensancha, que moviliza, que promueve, que ilumina los dones individuales, la responsabilidad personal y la conciencia profunda! A partir de ahí el respeto y eficacia grupal vendrán por añadidura.

Si observamos esta diversidad eclesial y el proceso de concienciación personal, deduciremos que nuestros responsables tienen ante sí un puzle difícil de encajar y mantener. No valen las trampas infantiles de colocar sólo las piezas del tamaño y color preferidos. Eso va contra el Evangelio. Las negras, las escurridizas, las ocultas, las perdidas, debieran ser piezas buscadas y preferidas (Lc. 15, 1). Sin embargo, se cae fácilmente en la tentación de quedarse con los grupos fáciles y arrinconar las piezas individuales, a pesar de que éstas constituyen la mayoría. Los que sólo somos católicos podemos vernos obligados a caminar por la cuneta. Un amigo me contaba hace poco la sorpresa de quienes, al preguntarle a qué grupo pertenecía, le oyeron contestar: “yo sólo pertenezco a la Iglesia Católica y a mi mujer”.

Ante tales dificultades, muchos responsables eclesiásticos se duelen y desasosiegan. Olvidan algo esencial: las piezas de este rompecabezas hablan, emiten señales sobre el lugar exacto en que encajan. Habitualmente son nuestros pastores los que hablan. Por eso no han aprendido, podido o querido escuchar. Complacidos en el manso mar de lana, han olvidado escuchar las aspiraciones, necesidades y heridas de sus ovejas. Está escrito: “el buen pastor conoce a sus ovejas” (Jn. 10, 14). Pero no puede haber conocimiento sin previa, atenta y profunda escucha.

Por tanto es urgente promover y priorizar la escucha. Los teólogos tendrán que bajar de sus elucubraciones para escuchar y dar respuesta a la vida que late en los individuos y en los grupos. Los maestros tendrán que distanciarse de las teorías para escuchar y enseñar a dar pasos concretos. Los presbíteros en general (tantas veces restringidos a “los suyos”, a la defensiva, apartados para no contaminarse, demasiado ocupados o instalados en el pedestal de la “casta sacerdotal”) tendrán que aprender a liberarse ellos mismos para poder después escuchar y liberar la vida que puja en el fondo del ser humano.

Hemos acumulado tanto saber y doctrina en nuestra Iglesia, tenemos tantas cosas que administrar y defender, que olvidamos el objetivo de la venida de Cristo y la misión eclesial: “He venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn. 10, 10). Y, por favor, que no nos confundan los profesionales de la abstracción, el retorcimiento y las etéreas interpretaciones. Se trata de la vida humana, la de aquí abajo, la interior y la exterior, la de todos los días. Sólo cultivando la vida humana en cada persona se podrá decir que se nos está salvando y preparando para la vida futura.

No me resisto a citar algunos medios de escucha, contrastados y sencillos, para empezar: - La utilización de “buzones de sugerencias” (físicos y virtuales) en todas las parroquias e instituciones. - Las “encuestas a los fieles”. - Los “balances de grupo” como medio respetuoso de pulsar lo que va, lo que no va y los deseos de cada miembro de un grupo. - La “formación experiencial” de los sacerdotes en psicopedagogía del crecimiento y, específicamente, en la relación de ayuda.

En esta necesaria implantación de la escucha es imprescindible un postulado previo: Que nadie se apropie del Espíritu Santo, ni los de arriba ni los de abajo, porque el Espíritu se manifiesta en lo profundo de todo corazón sincero. Sólo escuchando el latido de lo mejor de cada persona podremos vislumbrar la luz multicolor del Espíritu, “que sopla donde quiere…, no sabes de dónde viene ni adónde va” (Jn. 3, 8). Y, puestos a preferir, prestemos especial atención a las voces simples: “porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has manifestado a los sencillos” (Mt. 11, 25). Así podrá brotar una corriente continua de escucha atenta, respetuosa y recíproca, como si de una mutua transfusión de vida se tratara. ¿No será ésa la comunión de los santos?

Lo sé. Termino una exposición pobre, ignorante y apasionadamente laical. Pero he cumplido el mandato de la voz: “¡Es tiempo de escucha! ¡Escríbelo!”. Ahora el que tenga oídos para oír que oiga. 

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 6 de octubre de 2004

Comunicado a la opinión publica

LA OPINIÓN DE LA IGLESIA
Y LA OPINIÓN DE LA JERARQUÍA NO SON LO MISMO

CORRIENTE SOMOS IGLESIA; JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN DE TEÓLOGOS Y TEÓLOGAS JUAN XXIII; ALANDAR; UTOPÍA, REVISTA DE CRISTIANOS DE BASE; COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES; CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO; FORO FERNANDO URBINA; IGLESIA DE BASE DE MADRID; MOVIMIENTO PRO CELIBATO OPCIONAL (MOCEOP); PROCONCIL; ÁREA DE ASUNTOS RELIGIOSOS DE LA FEDERACIÓN ESTATAL DE LESBIANAS, GAYS, TRANSEXUALES Y BISEXUALES; MUJERES Y TEOLOGÍA DE SEVILLA; COORDINADORA DE COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES DE ALBACETE; GRUPO CRISTIANO DEL COL-LECTIU LAMBDA DE VALENCIA; LAICOS DE PORTALS ASSOCIACIÓ CRISTIANA DE GAIS Y LESBIANES (L'ACGIL); GRUPO CRISTIANO DE LA ASOCIACIÓN DECIDE T DE ALICANTE; GRUPO CRISTIANO PACIFISTA I ANTIMILITARISTA DE VALENCIA; COMUNIDAD DE TURBALLOS

ECLESALIA, 06/10/04.- Ante las recientes manifestaciones de los obispos españoles en relación a las posibles modificaciones legislativas que el gobierno esta preparando (ampliación de plazos en la ley del aborto, matrimonio de parejas homosexuales, ley de enseñanza,...) los colectivos abajo firmantes queremos manifestar a la opinión pública lo siguiente:

1. Se confunde con frecuencia en los medios de comunicación lo que es opinión de la jerarquía de la Iglesia Católica y lo que pueda ser el sentir de todos los creyentes.

2. El punto anterior tiene especial importancia dada la existencia de distintas opiniones en el seno de la Iglesia sobre los temas mencionados u otros de índole similar. En la Iglesia cabe la disensión con opciones sociopolíticas oficiales de la jerarquía cuando no se trata de verdades de fe indiscutibles. El Concilio Vaticano II afirma: "La totalidad de los fieles no puede equivocarse en la fe...cuando "desde los obispos hasta el último de los laicos cristianos" muestran estar totalmente de acuerdo en cuestiones de fe y de moral" (Lumen gentium, 12)

3. La iglesia es una comunidad que tiene la experiencia del Espíritu y en la que el Espíritu no es exclusivo de la jerarquía. Es toda la Iglesia la que está llamada al discernimiento y a la puesta en común para discernir lo que Dios quiere de ella en un momento histórico dado. Nadie tiene la exclusiva y el monopolio de la verdad.

4. Por tanto queremos manifestar que las opiniones que con frecuencia aparecen en los medios de comunicación no reflejan el sentir plural de todos los creyentes. Reclamamos más diálogo con la jerarquía y una actitud de respeto y consideración a otras opiniones que se puedan expresar por parte de colectivos y comunidades con larga y sólida trayectoria eclesial y fuerte compromiso con el mensaje de Jesús de Nazaret.

Para más información:  somos-iglesia@eurosur.or   /   http://www.somosiglesia.net

VOLVER ^

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 13 de octubre de 2004

MANIFIESTO FINAL DEL XIX FORO DE ENCRUCILLADA
IV ENCUENTRO DE LA CORRIENTE SOMOS IGLESIA

‘La humanización de la Iglesia... una Iglesia humanizada’

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 10 DE OCTUBRE DE 2004

ECLESALIA, 13/10/04.- Reunidos en Santiago de Compostela el 9 y 10 de octubre de 2004 para reflexionar sobre "La humanización de la Iglesia... una Iglesia humanizada" y poner en común y celebrar nuestras experiencias de fe viva, esperanza y compromiso con la construcción del Reino, queremos manifestar a la opinión pública lo siguiente:

.- Constatamos con tristeza y preocupación que existen en el seno de la Iglesia, y especialmente en la jerarquía, actitudes de regresión y de ponerse a la defensiva ante cualquier cambio en la organización eclesial, pluralismo de opiniones o propuestas de renovación a fondo en la línea de las perspectivas abiertas por el Concilio Vaticano II.

.- Igualmente nos preocupa que la formulación oficial de la fe permanece en un lenguaje de otras épocas, lo cual dificulta enormemente la transmisión del mensaje de Jesús a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo.

.- Al primar con demasiada frecuencia la institución y la ortodoxia frente a los valores evangélicos, se cae en actitudes profundamente inhumanas hacia sectores de la propia Iglesia que mantienen, desde planteamientos sinceros y responsables, opiniones y opciones discrepantes con el magisterio oficial.

.- Una muestra de lo anterior es la actitud negativa del magisterio de nuestra Iglesia frente a la sexualidad humana, lo que comporta, entre otras consecuencias, que se impida el acceso al matrimonio a los sacerdotes y a las personas homosexuales.

.- Apostamos decididamente por una Iglesia sin privilegios que sea capaz de inculturarse y ser fermento en las sociedades laicas, plurales y democráticas, promoviendo ciudadanos activos que vivan y luchen por la paz, la libertad y la justicia, con una opción decidida por los pobres y los que sufren.

.- Creemos firmemente que la Iglesia debe ser una comunidad de comunidades sin discriminaciones de orientación sexual y género en el acceso a los distintos ministerios comunitarios.

.- Queremos alentar y fomentar espacios eclesiales de encuentro para compartir experiencias y aunar esfuerzos; para alzar una voz en contra del miedo a los cambios y a dejarnos interpelar por el Espíritu y el proyecto de Jesús de Nazaret.

.- Compartimos el testimonio de muchas comunidades cristianas, grupos y personas que trabajan conjuntamente con otras de diferentes religiones y también ateos, para conseguir una mayor justicia social y en definitiva una verdadera felicidad para todos los seres humanos.

.- Nos identificamos con una espiritualidad no basada en el temor y el pecado, sino en la alegría que viene de la promoción de todo ser humano en su crecimiento personal, hacia la liberación de toda sumisión, codicia, rencor y desconfianza.

.- Finalmente, ante la coyuntura actual de tensiones entre el gobierno y la jerarquía eclesiástica, exigimos de nuevo que el sentir plural que hay dentro de la Iglesia sobre los temas que se están debatiendo pueda expresarse con libertad y sea escuchado con pleno derecho.

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 15 de octubre de 2004

¡ENHORABUENA, ÁFRICA!

Premio Nóbel de la Paz para una mujer africana

ANA ISABEL GONZALEZ, Mercedaria Misionera de Bérriz

“Si uno desea salvar el entorno, primero tiene que proteger al pueblo. Si somos incapaces de preservar la especie humana ¿qué objeto tiene salvaguardar las especies vegetales?”

“No podemos esperar sentadas a ver cómo se mueren nuestros hijos de hambre” (Wangari Maathai)

ECLESALIA, 15/10/04.-No suele suceder que al leer las portadas de los periódicos encontremos demasiados motivos para la alegría. Pero el pasado 8 de Octubre, en primera plana de nuestros diarios nos encontrábamos una noticia para ser celebrada: la concesión del Premio Nobel de la Paz 2004, por primera vez, a una mujer africana, la keniana Wangari Maathai.

La mayoría de nosotros/as hemos conocido ahora este rostro de mujer fuerte y sonriente, con una larga trayectoria de compromiso por la democracia, los derechos humanos, el desarrollo de las mujeres y el respeto al medioambiente.

Nacida en 1940 y madre de tres hijos, fue la primera mujer de África Occidental que logró un doctorado universitario en Biología, la primera profesora de su especialidad y la primera decana de la facultad de Medicina de Nairobi. Maatahi ha presidido en Kenya el Comité “Jubilee 2000”, para la condonación de la deuda externa a los países del Tercer Mundo. Su denuncia de la corrupción y defensa de la democracia durante el régimen dictatorial de Daniel Arap Moi, la llevó repetidamente a la cárcel. Amnistía Internacional llevó a cabo múltiples campañas por su liberación. En diversas ocasiones, su voz se ha escuchado en la ONU en defensa del desarrollo sostenible, de la promoción de los pueblos pobres y de las mujeres. Actualmente es viceministra de Medioambiente de su país.

Pero su principal aportación, destacada especialmente por el Comité Nóbel al otorgarle el premio, ha sido la puesta en marcha del Movimiento Cinturón Verde, un proyecto de reforestación de los bosques de África cuyos objetivos son detener la erosión de la tierra, promover la biodiversidad, proveer a las mujeres de madera para cocinar y promocionar su papel en la sociedad, pues ellas mismas gestionan y llevan adelante el proyecto. Este Movimiento ha conseguido plantar más de 30 millones de árboles en África y ha proporcionado trabajo a más de 50.000 mujeres en diferentes viveros.

La vida y la trayectoria de Wangari Maathai nos vuelve a recordar algo importante: que África no es sólo el continente de las guerras tribales, las hambrunas y las pandemias. Es también la tierra de la resistencia, de la lucha por la vida, de la creatividad y la esperanza. Es tierra de hombres y mujeres que, desde abajo, se comprometen y trabajan por un futuro mejor para todas y todos.

La concesión del premio Nóbel de la Paz a una activista a favor de la ecología y del desarrollo sostenible nos habla también de lo unidas que están la causa de la paz y la causa de la ecología, la causa de la Humanidad y la causa de la Tierra: son una única causa, la de la Vida.

El nombre, de hermoso sonido africano, y el rostro sonriente de Wangari Maathai nos traen de nuevo la noticia de que el compromiso de las mujeres a favor de la paz y la vida se extiende como una red a lo largo y ancho del mundo. Los hilos de esta red tienen colores muy diversos y penetran todos los espacios: la casa, la calle, la escuela, las asociaciones y movimientos, el trabajo en la tierra y en las Universidades, la familia, el arte, la música, la política... En los últimos años, varias mujeres de distinto continente, color y religión han dado rostro y voz a este compromiso al recibir también el Nóbel de la Paz: la iraní Shirin Ebadí (2003), la nortemericana Jody Williams en nombre de la Campaña Internacional contra las minas antipersonas (1997), la guatemalteca Rigoberta Menchú (1992) y la coreana Aun San Suu Kyi (1991).

Sí, África nos trae hoy maravillosas noticias. ¡Gracias y enhorabuena!

 “La paz en la tierra depende de nuestra capacidad de asegurar el medioambiente” (Comité Nobel al premiar a Wangari Maathai)

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 18 de octubre de 2004

CRISTIANISMO Y SOCIEDAD NO CONFESIONAL

Declaración de un colectivo de teólogas y teólogos españoles*

ECLESALIA, 18/10/04.- Las teólogas y los teólogos españoles abajo firmantes estamos asistiendo, alarmados y preocupados, a la polémica suscitada entre obispos de la Iglesia católica y políticos del actual gobierno español, a propósito de leyes que afectan a la enseñanza de la religión en la escuela, la ayuda económica estatal a la Iglesia católica, las investigaciones con células madre embrionarias y las leyes reguladoras del divorcio, aborto y matrimonios entre homosexuales. Diversos frentes católicos conservadores han entrevisto un “fundamentalismo laico” o un “laicismo agresivo” en los intentos gubernamentales -no siempre bien formulados-, contenidos en una supuesta “hoja de ruta” socialista, elaborada para perseguir y destruir la Iglesia. Dichas apreciaciones no responden a la realidad ni se compaginan con otras declaraciones de líderes políticos socialistas que han expresado su respeto por todas las creencias religiosas y el compromiso de cumplir los acuerdos del Estado Español con las distintas religiones.

Como cristianas y cristianos ocupados en la reflexión teológica, seguidores de la teología de la liberación, defensores del espíritu del Concilio Vaticano II, partidarios del diálogo interreligioso y comprometidos intelectualmente en la sociedad “laica” que nos toca vivir, observamos con preocupación y desconcierto la posición de la jerarquía católica que admite a regañadientes la modernidad, rechaza los postulados básicos de una ética no religiosa, se muestra insensible al pluralismo religioso de nuestra sociedad, se obsesiona en imponer su código moral y cosmovisión social, considerados los únicos verdaderos, y tiende a poseer el monopolio de la ética. Por otra parte, no creemos sea función de los obispos decidir sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las leyes, y menos aún negar al Estado la capacidad para legislar sobre determinadas cuestiones relacionadas con la igualdad de todos los ciudadanos.

Hablamos como teólogos y teólogas desde el interior de la Iglesia, de la que formamos parte, y desde la libertad en el ejercicio de nuestra actividad intelectual, pero sin pretender imponer nuestros puntos de vista a nadie. La jerarquía nunca nos pide nuestra opinión como teólogos y teólogas para enriquecer una visión universal, en la que quepamos todos y todas. De ahí que nos pronunciemos en nombre de muchos católicos que acogieron gozosamente el Vaticano II, del que parecen estar alejados no pocos obispos españoles, y saludaron con aplausos el final del totalitarismo franquista, el derrumbe de una cristiandad sin cristianismo, la llegada titubeante pero esperanzadora de la democracia, la devolución del derecho de ciudadanía a los derrotados y marginados y el progreso logrado entre todos en diferentes campos.

Nos duele que nuestros obispos cierren filas con los votantes de la derecha, excluyendo a los de la izquierda, entre los cuales existen no pocos católicos y católicas, defiendan un modelo de familia patriarcal sin fisuras, no se autocritiquen, estén más atentos a los privilegios de la Iglesia católica que a las urgencias del Reino de la justicia y sean más romanos que universales.

En pleno debate social y político como el que estamos viviendo, desearíamos que alentasen nuestra esperanza, nos invitasen a ser “samaritanos” en las encrucijadas y diesen muestras de fe comprometida con los pobres y excluidos. Nos entristecen sus llamadas a la disciplina, a la obediencia y a la autoridad desde una nostalgia por el retorno a las “certezas” de otras épocas. Nos gustaría que fuesen gozosamente compasivos, pacíficos, testigos del evangelio y trabajasen por la reconciliación.

Creemos que el proceso de secularización de la sociedad española en su conjunto es un fenómeno positivo que encierra enormes posibilidades para vivir la fe en un mundo adulto, sin necesidad de las condiciones de plausibilidad procedentes del Estado en forma de apoyos económicos, exenciones fiscales u otro tipo de privilegios, que alejan a las religiones, y a la Iglesia católica en particular, del testimonio de pobreza y de la opción por los pobres. Con todo, el cristianismo debe ejercer una función crítica de las tendencias individualistas de la sociedad, del modelo económico neoliberal, del modelo democrático que no fomenta la participación de los ciudadanos en la vida política y de la falta de igualdad entre hombres y mujeres en la sociedad y en el catolicismo.

En coherencia con el respeto al Estado no confesional, reconocido en la Constitución española de 1978, nos parece necesario revisar los acuerdos de 1979 firmados entre el Estado Español y la Santa Sede, que, en su formulación actual, no se corresponden con los cambios producidos en la sociedad durante los últimos 25 años. En coherencia con el espíritu de Jesús de Nazaret, somos partidarios de la autofinanciación de la Iglesia católica como muestra de autonomía, de madurez institucional y de libertad del poder político. Este planteamiento nos parece más conforme con el principio de libertad religiosa y con el reconocimiento efectivo del pluralismo religioso que caracteriza a la sociedad española, y responde con mayor autenticidad a los orígenes del cristianismo.

*Firman este documento

1.       Aguiló, Enrique. Teólogo. Sevilla
2.
       Alegre, Xavier. Facultad de Teología de Catalunya. Barcelona
3.       Andavert, José Luis. Teólogo. Iglesia Bautista de Madrid
4.
       Bernal, José Manuel. Teólogo. Logroño
5.
       Carmona, Francisco J. Universidad de Granada. Granada
6.
       Castillo, José María. Universidad de Granada
7.
       Collectiu de Dones de Església. Catalunya
8.
       Díez Alegría, José María. Teólogo. Ex presidente de la Asociación de teólogos y Teólogas Juan
XXIII. Madrid

9.
       Domínguez, Carlos. Facultad de Teología de Granada. Granada
10.
    Duato, Antonio. Director de la revista "Iglesia Viva". Valencia
11.
    Estrada, Juan Antonio. Universidad de Granada
12.
    Fernández Barberá, Carlos. Instituto S. de Pastoral. Madrid 
13.
    Floristán, Casiano. Profesor emérito. Universidad Pontificia de Salamanca
14.
    Galindo, Emilio. Director de Darek-Nyumba y de CRISLAM. Madrid
15.
    García, Máximo. Instituto Superior de Estudios Teológicos Evangélicos. Madrid
16.
    García Roca, Joaquín. Universidad de Valencia. 
17.
    Gómez, María Mercedes. Asociación de Mujeres Teólogas 
18.
    Guerrero, José Ramón. Emérito. Universidad Pontificia de Salamanca 
19.
    Gimbernat, José Antonio. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid
20.
    Herrero, Juan Luis. Teólogo. Logroño
21.
    Lois, Julio. Instituto S. de Pastoral. Madrid
22.
    Peláez, Jesús. Universidad de Córdoba 
23.
    Mármol, Rosario. Directora de la "Alandar. Revista de Información social y religiosa". Madrid
24.
    Martínez, Pablo. Teólogo. Madrid
25.
    Martínez, Felicísimo. Instituto S. de Pastoral. Madrid
26.
    Miret, Enrique. Teólogo. Ex presidente de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII.
Madrid

27.
    Moliner, Albert. Cátedra de Tres Religiones. Universidad de Valencia. 
28.
    Moral, José Luis. Profesor del la Universidad Salesiana. Roma
29.
    Pastor, Federico. Jubilado. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid.
30.
    Pintos, Juan Luis. Universidad de Santiago. Santiago de Compostela 
31.
    Silva, Fernando. Universidad Complutense de Madrid
32.
    Pintos, Margarita María. Teóloga. Madrid
33.
    Tamayo, Juan José. Universidad Carlos III de Madrid
34.
    Trayner, María Pau. Col.lectiu de Dones en l' Església.
35.    Zubía, Marta. Universidad de Deusto. Bilbao

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 20 de octubre de 2004

OBISPOS-CATÓLICOS-ESPAÑOLES-2004

CARLOS LANUZA

“Creo que si los obispos hubieran tomado públicamente posición todos a la vez,
en un día preciso, desde el púlpito, habrían podido impedir muchas cosas.No sucedió y para eso no hay ninguna disculpa.”

Konrad Adenauer
[i][1]

 

ECLESALIA, 20/10/04.- El que en julio de 1948 sería elegido Presidente de la recién constituida República Federal Alemana se expresaba de este modo, lamentando la etapa del nacionalsocialismo, el holocausto de 6 millones de judíos y el silencio prolongado (1933-1945) de los responsables de las Iglesias cristianas en Alemania.

Ignoro si nuestros obispos-católicos-españoles-2004 conocían este texto. Lo que sí sé es que han querido tomar públicamente posición todos a la vez, en un día preciso –un domingo próximo pasado- desde el púlpito. Es decir, que se hizo llegar a todos los ministros de la Iglesia un documento elaborado por la Conferencia Episcopal Española, para que fuera leído desde el púlpito –es decir, en el momento de la homilía- de cada una de las iglesias católicas españolas donde se celebra la Eucaristía cada domingo.

Es interesante el asunto ya que se trata de algo en discusión que viene desde antiguo:

Pregunta:

“¿Debe la Iglesia –Católica, pero igualmente Evangélica-Luterana, u otras- tomar públicamente posición ante la sociedad civil en asuntos que afectan a la sociedad aunque no sean expresamente asuntos religiosos?”

Respuesta:

“La Iglesia Católica ya ha hablado por boca de sus miembros, actuantes en la vida social y política, los cuales actúan desde sus propias percepciones pero guiados por los principios básicos que el Magisterio de la Iglesia pone a su disposición. Por tanto no es necesario que los obispos-católicos-españoles publiquen un documento especial con motivo de la reciente intervención de algunos países en Irak.”

Así se expresaban algunos obispos en el mes de marzo de 2001, tras la invasión armada de Irak. Recordemos que algunos medios de comunicación pedían entonces a la Conferencia Episcopal Española una toma de postura en contra de la guerra y a favor de la paz.

(Ambos asuntos, luego expresados con claridad por Juan Pablo II, al que el Presidente del Gobierno Español, Sr. Aznar y Sra., visitó sonriente y respetuoso, pero desobediente hasta el extremo, aún siendo católico confesante).

Pues no hubo Documento de la Conferencia Espiscopal Española sobre la invasión de Irak.

Pero sí lo ha habido sobre el proyecto, recientemente anunciado, de legalizar las uniones de personas del mismo sexo del mismo modo que lo pueden hacer las de distinto sexo. Como a esa fórmula se le ha llamado, de momento verbalmente y sin discusión en las Cámaras, matrimonio, los obispos, ahora sí, se han apresurado a hablar, aunque tampoco se trate de asuntos expresamente religiosos.

Pregunta:

“¿Por qué todo lo referente a la sexualidad del ser humano es considerado como asunto importante para que los obispos-católicos-españoles, todos ellos solteros por carisma especial, se sientan urgidos a tomar públicamente posición aun cuando se trate de asuntos de la vida de la sociedad civil?”

Respuesta:

“Todo lo que afecta a la persona interesa a la Iglesia. Las cuestiones referentes al comportamiento moral son cuestiones preferentes para que los obispos orienten y guíen a toda la sociedad, misión recibida de Dios mismo.”

Es curioso que se consideren asuntos muy importantes los referidos a la sexualidad, la convivencia, las relaciones personales/íntimas entre los miembros de la sociedad, a los que hay que dirigirse aunque no sean cristianos confesantes, y que no se piense igual de otros asuntos:

Preguntas:

“¿Podrán los obispos-católicos-españoles estar atentos y conocer los problemas que preocupan profundamente a la sociedad española? ¿Podrán tener la capacidad de anunciar ante la sociedad española el Gozo y la Esperanza –“Gaudium et Spes”- que la familia de la Iglesia vive, amasa y ofrece al mundo? ¿Podrán alentar con sus palabras, gestos y presencias los trabajos y esfuerzos de tantos y tantas que en la sociedad española van siendo sal y luz, fermento y levadura?”

Respuesta:

“¿Cómo? ¿Qué? No entendemos la pregunta... Mire usted: nosotros....”

Pero... ¡no se pongan nerviosos!, no: hay cosas que sí se han dicho en su momento, sólo que ni ustedes mismos les han dado mucha importancia, al menos no han puesto mucho énfasis en darles la misma publicidad, incluso podríamos preguntarnos si han tratado de actuar en consecuencia.

Se me ocurre, como ejemplo:

Y también documentos de la Iglesia en general, tales como:

Se me ocurre que está bien decir lo que pensamos –somos herederos de la experiencia profética de Israel- y decirlo con claridad y respeto. Pero cuidado: no sea que estemos juzgando muy desde fuera, un tanto al margen de la vida y de las personas sobre las que opinamos: que al paso de los años todo se ve de otra manera... Y, sobre todo, el amor: porque si no tengo amor nada soy (Cfr. 1 Cor 13,1ss).

Y no basta con empezar el documento o la homilía diciendo aquello de: “queridos hermanos”. A veces las palabras son falsedad si no van acompañadas de gestos reales de cercanía, de diálogo, de conocimiento real, de las cosas y de las personas... Al menos, así lo entiende la sociedad, que se escandaliza ante la rigidez y dureza con la que a veces juzgamos a los de lejos y la habilidad con la que encubrimos los defectos y abusos de los de dentro.

Para terminar: ojalá los documentos de los obispos-católicos-españoles hablen de todo lo que nos preocupa e interesa, se fijen sobre todo en los asuntos importantes, traten siempre de iluminar, orientar y dar gozo y esperanza al mundo y, desde luego, empecemos nosotros mismos por tenerlos en cuenta. Ya lo dice la gente: “Consejos vendo y para mí no tengo”.

Si estás de acuerdo... pásalo. Y danos tu opinión: sobre todo, dásela a tu obispo...

Carlos Lanuza: carlanuza@hotmail.com

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 22 de octubre de 2004

LAICIDAD, ESTADO Y RELIGIÓN

BENJAMÍN FORCANO, sacerdote teólogo

Planteamiento del problema

ECLESALIA, 22/10/04.- Los cristianos debemos atenernos al tiempo en que vivimos. No podemos ignorar el pasado, pero tampoco depender excesivamente de él. Porque la vida humana evoluciona constantemente y sería un desacierto querer anclarla en un momento determinado. Nos corresponde, también a nosotros, ser creativos y artífices del momento histórico que nos ha tocado vivir con fidelidad a la entraña original del Evangelio, pero sin apegos incondicionales a las traducciones que de él se han hecho en cada época.

Esto nos sirve para entender las diversas actitudes y reacciones suscitadas por el tema de la laicidad, hoy tan discutido a propósito de las leyes que afectan a la enseñanza de la religión en la escuela, la ayuda económica estatal a la Iglesia católica, las investigaciones con células madre embrionarias y las leyes reguladoras del divorcio, aborto y matrimonios homosexuales.

Si la laicidad es una consecuencia de la modernidad y la mentalidad eclesiástica se ha manifestado, desde Trento hasta el concilio Vaticano II, antimoderna, es natural que dicha mentalidad se muestre contraria a la laicidad. La inquisición y las guerras de religión son un claro ejemplo de la deformación histórica de la verdad cristiana. Todavía en el siglo XIII bulas papales escribían que “es voluntad del Espíritu quemar a los herejes”.El caso de “Galileo” ponía también de manifiesto que el Magisterio , acostumbrado a controlar todas las instancias culturales, tenía miedo a que la razón científica se constituyera al margen de dicho magisterio. Se venía abajo todo el universo de la cultura antigua, reflejo ideológico de la sociedad jerarquizada y desigual.

Fue todo esto lo que provocó el escándalo de la conciencia moderna, forzada a buscar en otro lugar, signos que sirvieran de paz y comunión. Ese lugar fue el racionalismo, la ”religión natural”, un “derecho natural” desvinculado de toda fe y, sobre todo, el lenguaje universal de la “ciencia”.

El grito de la modernidad es una respuesta a la usurpación de la dignidad humana. En nombre de Dios, de la Religión, de la Patria, se han cometido enormes atropellos de la persona. La modernidad más que contra Dios se alza contra la utilización blasfema que de El se ha hecho, habiendo justificado en su nombre la negación del protagonismo, de la creatividad , de la autonomía y de la libertad del hombre. Por defender los derechos de las religiones, se han negado demasiadas veces los derechos de la persona.

La escisión entre la conciencia creyente y la conciencia moderna fue acompañado de otro hecho. Durante siglos la Iglesia se configuró como una Iglesia de cristiandad, articulada en torno al clero. El clero era el sujeto activo y dominante, dotado de una superioridad incuestionable, que le confería una misión espiritual y moral universal sobre la sociedad, el mundo y los Estados.

Esta figura de Iglesia no surgió del Evangelio, era una institución más bien imperialista, que justificaba la desigualdad y, al ser cuestionada por las nuevas ideas, se atrincheraba en sí misma para defenderse en su superioridad y privilegios.

Pensamos que esta mentalidad, lejos de haber sido superada, se convierte en desafío. Son muchos los católicos que sostienen que la salvación está sólo dentro de la Iglesia católica, que el monopolio del saber espiritual y moral está en exclusiva en la Iglesia católica y que los valores del mundo no sirven para nada si no llevan la marca religiosa.

Esta visión imperialista de la religión es la que hace que explosione en la conciencia moderna la reivindicación de la secularización o laicidad, negándose a que lo mundano y humano sea postergado a expensas de lo cristiano. “Cristiano y humano escribía T. De Chardin, tienden a no coincidir; he aquí el gran cisma que amenaza a la Iglesia”. Y el teólogo protestante J. Moltman escribía: “Si la modernidad ha convertido al hombre en palabra iconoclasta contra Dios, es porque el Dios auténtico se ha convertido en palabra iconoclasta contra el hombre”.

Recomponer la unidad escindida: concilio Vaticano II

El Vaticano II, tan desconocido hoy por muchos católicos, ofrece pautas que sirven para resolver este contencioso histórico. El concilio inauguró un nuevo talante, que pasaba de la arrogancia y anatema, al diálogo y colaboración. Enseñó que el Reino de Dios no se identifica con la Iglesia católica, porque el reino es universal y opera en todo tiempo y en toda cultura, y que pueden encontrarse gérmenes , signos y realizaciones del mismo en todo lugar donde se encuentra la presencia del hombre. Esta universalidad ha hecho concluir con toda razón que el concilio Vaticano II fue “la tumba del régimen de cristiandad”. La Iglesia entendió también que ella era la primera en necesitar ser evangelizada: precisaba de un proceso permanente de conversión y renovación. El mundo era sujeto de innata ética natural y podía aportar avances a favor de la justicia, la liberación, la paz y los derechos humanos. El mismo mundo podía ser un agente de purificación contra los fallos de la Iglesia.

Pero este nuevo talante del concilio chocó con el proyecto restauracionista del pontificado actual, que ha intentado desactivar las bases de lo que fue la revolución conciliar.

Este nuevo pensamiento católico es el que nos hace rechazar perspectivas, actitudes y procedimientos de católicos que no concuerdan con las aspiraciones de nuestra época ni con el Evangelio.

Vivimos en un mundo adulto

Vivir en un mundo adulto significa aquí que la humanidad traspone con la modernidad el umbral de la infancia y adolescencia para encaminarse hacia la mayoría de edad. Paradójicamente, la jerarquía católica viene ejerciendo todavía una función paternalista paralizante de cara a este proceso.

El cambio histórico de la modernidad, aplicado a la Iglesia, requiere una nueva relación de convivencia basada en la igualdad y que se expresa en la democracia. La actual estructura autoritaria de la Iglesia es residuo de copias mundanas y contradice la enseñanza apostólica y la tradición.

Exige también una nueva relación con la naturaleza que, de objeto sacro y mitificado, pasa a convertirse en escenario de investigación y dominio y, últimamente, de respeto y confraternización.

Y, finalmente, exige una nueva relación con Dios, el cual en lugar de afirmarse a base de explotar los límites de la debilidad e impotencia humanas, aparece sustentando toda la talla del ser humano, dejándole actuar en todo lo que es, por sí mismo y ante sí. El concilio reconoce que la religión, demasiadas veces, se ha convertido en opio y alienación al impedir la realización del ser humano y ocultar el rostro genuino de Dios. Hacer profesión de ateísmo o, lo que es lo mismo, expulsar tantos dioses falsos, es condición saludable para preservar la fe: “Son muchos los que imaginan un Dios que nada tiene que ver con el Dios de Jesús” (GS, 19).

La laicidad, consecuencia de la modernidad

La incidencia mayor de la modernidad se muestra en el paso de una concepción mítica del mundo a otra científica, en el de una sociedad desigual a otro igual, y en el paso de una sociedad sacralmente tutelada a otra civilmente autónoma.

La laicidad reclama el derecho a promocionar la realidad secular propiamente dicha. La laicidad se opone a las sociedades teocráticas, donde la condición de ciudadano va unida a la de religioso y la de lo civil supeditada a lo religioso. La laicidad surge como polo de afirmación frente a sociedades sacralizadas o muy tuteladas por el poder religioso. En nuestro tiempo, a partir sobre todo del siglo XIX, la laicidad representa el intento de asegurar la emancipación cultural y política del poder eclesiástico.

La laicidad, al pro traer su significado del contenido de la dignidad de la persona, se convierte por ello mismo en base, ámbito y referente del programa de todo Estado, que se precie de ser gestor del Bien Común, porque el Bien Común es la coordinación del bien de todas las personas, en uno u otro lugar , de una parte u otra, de una u otra religión, creyentes o ateas.

Los ciudadanos incluyen, como personas, una ética natural, que se enuncia válida para todos y que los Estados deben manejar sensatamente para articular la convivencia. Las religiones podrán albergar creencias, principios, promesas, programas de futuro y felicidad que, a lo mejor, no figuran en el programa básico de la ética natural. Podrán inculcarlo a sus seguidores y ofrecerlo a cuantos lo deseen conocer, pero jamás imponerlo y mucho menos hacerlo valer contraviniendo la dignidad y derechos de la persona. La persona es el terreno firme, más allá del cual no puede ir el Estado, la Religión ni Ideología alguna.

Desde esta perspectiva, consideramos anacrónica e innecesaria toda posición que pretenda basarse en un imperialismo religioso ( sumisión del poder temporal al religioso) o sobre un fundamentalismo de Estado, que no respete o persiga el hecho religioso, tal como aparece en cada una de las religiones.

En la situación actual, voces diversas de la Iglesia católica plantean batalla contra el Gobierno de España, porque dice estar procediendo más allá de su competencia, legislar erróneamente e ir contra el Bien Común.

Nosotros, apoyados en el pensamiento y espíritu del Vaticano II, consideramos que es tarea del Estado establecer una legislación sobre la enseñanza de la religión en la escuela, la ayuda económica estatal a la Iglesia católica, el aborto, el divorcio, las convivencias homosexuales, la investigación sobre las célula madre embrionarias, en escucha a lo que la experiencia, la ciencia, la filosofía y la ética consideren más conforme y respetuosos con esas realidades. En esa tarea, las Iglesias pueden aportar el tesoro de su experiencia y sabiduría, los argumentos que su investigación considere oportunos y válidos para toda sociedad. Puede que la legislación promulgada por el Gobierno actual no concuerde en todo con la preferido por la religión católica, musulmana , judía u otra cualquiera, pero al Gobierno se le pide que legisle conforme a las exigencias de la ciencia y de una ética común y así sus leyes alcancen un nivel, que lo haga válido para todos. De esa forma, el Estado aconfesional hace justicia a todos, no tolera discriminación y establece una plataforma común -la universal de la dignidad humana y sus derechos- que sea válida y aceptada por todos, sin que esto excluya otros espacios de presencia para la oferta específica de cada religión.

Pensamos que este significado de la laicidad no niega en nada el valor de las religiones, no pretende desterrar a Dios de la sociedad, no reduce la religión a la vida privada, ni atenta contra la particular moral de cada una de las religiones. Sobre la fe particular y diferenciada de cada uno, está la fe común en la dignidad de la persona y sus derechos, fe que debemos compartir todos y única que obliga a un Estado laico a la hora de legislar.

Por otra parte, nosotros somos de los que creemos que, en torno a varios de los temas mencionados, no es fácil concluir que la Religión católica tiene específicos argumentos desde los que iluminar a sus fieles e inculcarles comportamientos especiales. Son muchos los teólogos que opinan que, aparte los principios evangélicos inspiradores de la vida, no se pueden elaborar normas morales categoriales, distintas y propias para los católicos. ¿Qué añadirían esas normas desde la fe al, por ejemplo, significado y regulación ética del problema de la natalidad?

Lo básico y universal pasa hoy por el plano de la laicidad, desde la que el Estado, la economía, la filosofía, la ciencia y la ética tienen que regirse por leyes que le son propias. La Iglesia católica, aun cuando mayoritaria en nuestro país, no tiene el monopolio de dictar la ética para todos los ciudadanos.

Creyentes y ateos unidos en una fe común

La experiencia moderna nos ha mostrado que, referente a la religión, unos y otros, creyentes y ateos, debemos dejar a un lado los prejuicios y dogmatismos.

La crítica moderna a la religión ha servido para emancipar al hombre, para liberar a la teología de una lenguaje precientífico y mitológico, para recuperar la dignidad de la persona humana, para no legitimar nunca más, en nombre de Dios, la humillación y esclavitud de le hombre.

Pero, a su vez, una tendencia cientifista moderna ha pretendido suplantar el puesto de la religión por la sola razón. So pretexto de excluir determinadas alienaciones históricas, ha incurrido en la alienación metafísica de desrreligiosizar al hombre, de volverlo ateo a la fuerza y de hacer del ateísmo una praxis confesional y política. Son muchos todavía los ateos que consideran que su fe es incompatible con el cristianismo y muchos los cristianos que su fe es incompatible con el socialismo –no así con el capitalismo-.

Desde una visión antropológica estructural, pensamos que no se puede sostener que la religión es una realidad autónoma, sin conexión con las otras dimensiones de la vida o que es un simple reflejo de los factores económicos. La religión puede ser opio o dynamis transformadora, dependiendo de si se la vive como elemento utópico y subversivo o como elemento conformista y legitimador del orden establecido.

La fe cristiana es la que hace que este mundo sea tal sin la “hipótesis de Dios”. Dios no es una especie de seguro contra todas las calamidades e impotencias del hombre. Ese Dios es al que se aferra una cierta religiosidad , impidiendo que el hombre afronte sus propios riesgos e impulse su propia maduración. Ese Dios es el que ha intervenido constantemente como rival y opositor del crecimiento del hombre. Reducir la presencia de Dios a los “espacios de miseria” es falsear la relación Dios-hombre, la cual debe estar presente en la totalidad de la vida y no sólo en la marginalidad de la miseria. Si en la vida existen “espacios de miseria” están para que el hombre los remedie y no para que el hombre se aproveche de ellos para hacer un sitio a Dios a base de la promesa de un remedio para ellos en la otra vida. Nosotros no creemos en un Dios que necesita de la debilidad humana como medio para afirmarse a sí mismo. El Dios verdadero sólo se afirma en la afirmación del hombre.

Atentos al espíritu del Vaticano II que reclama que la Iglesia católica “no ponga su esperanza en privilegios concedidos por el poder civil, renunciando incluso al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposición” (GS, 76), nos parece coherente exigir la revisión de los acuerdos de 1979 firmados entre el Estado Español y la Santa Sede. Tales acuerdos no corresponden al nuevo espíritu del Concilio ni a los cambios producidos en nuestra sociedad en estos últimos 25 años. En esta perspectiva, consideramos como más evangélico y conforme con su misión y libertad, que la Iglesia católica asuma como tarea de interna corresponsabilidad el hecho de su propia autofinanciación.

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 27 de octubre de 2004

FINANCIACIÓN DE LA IGLESIA:
¿CUESTIÓN DE ESTADO, O PROBLEMA DE COMUNIDAD?

BRAULIO HERNÁNDEZ

TRES CANTOS (MADRID).

ECLESALIA, 27/10/04.- Las declaraciones de los obispos contra las iniciativas legítimas del Gobierno en asuntos como la financiación de la Iglesia, asignatura de religión, divorcio...etc son providenciales para que los creyentes sensatos, y los no creyentes, nos preguntemos: ¿acaso dos mil años son pocos para que la Iglesia se valga por sí y se destete de las ubres profanas del Estado? El 6 de agosto al romper el alba la radio daba la noticia que poco después leí en Religión Digital: “Rouco afirma que el Estado no financia actividades de la Iglesia desde el 82”. El diario El País la capturó de una editorial de Monseñor en su WEB. “El problema económico de la Iglesia es un problema de comunidad” afirmaba en el año 79 el sacerdote Jesús López Sáez tomándose en serio lo de “los duros trabajos del evangelio” y la “salvaguarda del tesoro” que Pablo encomendaba a Timoteo. Las bengalas de guerra de los obispos ponen al descubierto que no han hecho bien los deberes del evangelio: evangelizar, crear comunidad. “Para el Concilio Vaticano II la Iglesia no es escuela de verdad y de contemplación ni ejército disciplinado, sino Pueblo de Dios, comunidad”. Y sin comunidad no salen las cuentas. El constantinismo alumbró el nacional catolicismo y la Iglesia aprendió a confiar más en las leyes y en los pactos con el Estado, a su medida, que en la libertad y el mensaje del evangelio. Afianzó su solidez en la férrea estructura vertical de mando y en los escudos de sus palacios y propiedades; y en la exhuberancia o severidad de sus templos que, vacíos o llenos, acogen masas de seres anónimos pero que difícilmente se sienten comunidad. La Jerarquía se apoya -privilegiando- en ciertos movimientos autoproclamados “renovadores”, que perpetúan la catolicidad rancia y estéril; y lanza al estrellato a profetas artistas que pintan sus templos con coronas mistéricas con “gran contenido teológico catequético”. Monseñor Rouco, que tiene el honor de ser el Pastor que ante los ojos del mundo rebajó de dignidad el matrimonio civil entre bautizados para ensalzar el confusamente llamado canónico consagrando el matrimonio de una divorciada en el ara de su catedral, se pone en primera línea del combate denunciando el laicismo perverso del gobierno por la nueva ley del divorcio, porque “traerá más divorcio y más sufrimiento”. El victimismo de nuestros obispos es aprovechado por su clase política afín -la que gusta de ir bajo palio- cómoda en ese espacio de vieja cristiandad donde germina su gran semillero. Ver declaraciones de los Srs. Zaplana, Michavila y Arenas avivando el fuego: “el gobierno va contra la Iglesia y le falta el respeto”. En la guerra de los obispos contra el Gobierno el que gana es el PP, advierte el ministro Bono.

 Lo ponen difícil para creer que sufren por el evangelio quienes se sienten más a gusto bajo la capa protectora de Constantino que a la intemperie, con sus inclemencias, en la ladera del sermón de la montaña. Recurrir a la sagrada libertad de elección de los padres, y a la aplastante mayoría de católicos -meros clientes puntuales de “la pastoral de consumo”- para exigir financiación del Estado a la Iglesia es como la pescadilla que se muerde la cola. La vieja catolicidad sociológica demanda un tipo de escuela que es reflejo de su idea de Iglesia. Una y otra es evidente que no crean Comunidad. Al contrario que Pablo, la Iglesia se preocupó obsesivamente de bautizar y sumar almas; pero se “olvidó” de evangelizar. Hay que tener imaginación para ver a Jesús de Nazaret exigiéndole al Gobierno casillas del IRPF para financiar su anuncio, clases de religión en las aulas, pactos interesados, un Concordato de Estado...Y, para colmo, amenazando con tomar la calle con pancartas exigiendo incriminar y apedrear a las adúlteras y matrimonios gays. Él esto lo trasformaba apelando, desde la libertad y la fidelidad de corazón, a la conversión: “Vete y no peques más” o “has tenido cinco maridos y el que tienes ahora...”. Está en el evangelio.

Mientras un presentador de la radio “laica” planteaba la financiación de la Iglesia apelando a las palabras de Pablo: “el que vive del altar, que cobre del altar”, otro de la radio episcopal lanza arengas a los prelados porque no dan suficiente caña al gobierno. Entre los argumentos de la Jerarquía y los medios afines para legitimar la financiación del Estado se destacan la labor social, educadora y el patrimonio monumental de la Iglesia. Es justo y razonable que la Iglesia perciba fondos públicos, como una ONG más, para sus labores asistenciales “allí donde no llega el Estado”; pero no encaja con el evangelio percibir fondos públicos para su propio mantenimiento como Institución. Esa es la cuestión. Es signo de que en la “casa de Dios” no se practica la comunión de bienes. Lo “diezmos” que su “mayoría de católicos” no entregan en caliente en el templo la Iglesia los reclama a través del IRPF. Qué paradoja. Los colegios católicos ya no se montan para acoger a las clases desfavorecidas, a los emigrantes; las clínicas con titularidad de órdenes religiosas son un negocio más, han perdido su sentido evangélico originario. Hay testimonios de monjas y religiosos que abandonan la comodidad de sus instituciones para vivir desde la otra orilla la justicia del evangelio. Los obispos están muy apegados a sus catedrales y propiedades inmobiliarias, con costosos mantenimientos. El templo que anunciaba Jesús de Nazaret era el templo interior, no el de piedra. ¿Templos sin comunidades vivas? Mejor comunidades vivas sin templo. ¿No era esta la alternativa renovadora del Concilio? Este silencio, en medio de tantas declaraciones de guerra de la vieja cristiandad, me mueven a desempolvar de nuevo ese magnífico scanner de Jesús (el cura) sobre la Iglesia: “ESPAÑA, PAIS DE MISIÓN” (está en la RED): “...la mediación del Estado en la cuestión económica de la Iglesia será, mientras persista, un riesgo permanente que hará increíble la mutua autonomía e independencia. El problema económico de la Iglesia es, también, problema de comunidad (...) Sin comunidad, la Iglesia no tiene consistencia propia y necesita la mediación del Estado para asegurar su subsistencia...”. 

VOLVER ^

 

______________________________________________________________________

ECLESALIA, 28 de octubre de 2004

DEMOCRACIA Y PLURALISMO

JOSE MARIA GARCIA-MAURIÑO, Cristianos por el Socialismo

ECLESALIA, 28/10/04.- En una democracia moderna el pluralismo es inseparable de la neutralidad religiosa, que es en lo que consiste la laicidad. Se supone que estamos en una sociedad abierta, que es la propia de una Democracia pluralista y laica. La sociedad democrática solo puede ser plural y laica. El pluralismo deriva de la propia condición humana, de la libertad de pensamiento, de conciencia y de cátedra. El pluralismo es el único escenario posible de este modelo de sociedad abierta.  En ella se valora la dignidad del Ser Humano, es decir, la que se apoya en la idea kantiana de que la persona no necesita andaderas.  La sociedad cerrada se configura por el nacionalismo radical, el fundamentalismo religioso o político, además de la rigidez de los planteamientos, apoyados por una autoridad de carácter religioso.

Lo que diferencia una sociedad abierta de una cerrada, consiste en la tolerancia de sus planteamientos. Una, expresa su visión del mundo y sus valores, y tiene firme convicción en su verdad, pero no desean imponerla. En la otra, pretenden que su visión del mundo sea el núcleo de la razón pública, es decir, cuando el pluralismo es imposible, cuando intentan que su ética privada, su idea de la virtud, de la felicidad o del bien, se convierta en la ética pública de la sociedad. (“Pluralismo y laicidad en la democracia”.Gregorio Peces Barba. El País, 27 de noviembre de 2001).

Al lado del pluralismo hay que ver la concepción laica del Estado. Se trata de reconocer la autonomía de la política y de la ética pública, frente a las pretensiones de las Iglesias de dar legitimidad social al poder político. La luz, la verdad, toda proviene de Cristo a través de su Iglesia, dicen ellos. Y vincula su particular visión de la verdad, del bien, de la virtud o de la salvación a las instituciones del Estado, como pueden ser la enseñanza, el matrimonio, la economía, etc. Se trata de defender la neutralidad del Estado, su carencia de opiniones religiosas, frente a la concepción teológica de la política

Laicidad: concepción y organización de la sociedad fundada en la separación de Iglesia y Estado. Y excluye a las iglesias del ejercicio de todo poder político o administrativo, y en particular la organización de la enseñanza.

Laicismo: doctrina de los partidarios de la laicización de las instituciones, en especial de la enseñanza. Tiende (a partir del s. XIX) a limitar la influencia de la religión en la vida pública. (Larouse 13,6350)

Por una parte, el Estado es a-confesional y se rige por un sistema democrático. No tiene ninguna religión oficial. No confiesa ningún credo religioso. Y la Iglesia, que no es democrática sino jerárquica, tiene que mantener relaciones sociales y políticas con el Estado. Y este es el conflicto: parece que la Iglesia aun no ha aprendido a mantener unas relaciones de igual a igual con el Estado. Pretende que le esté sometido en criterios políticos y morales. La Iglesia no puede imponer al Estado su particular concepción del matrimonio, de la homosexualidad y de las parejas de homosexuales, del divorcio, del aborto, de la enseñanza, de la economía, de la ciencia, etc. (¿Es tolerable que el Estado pague a los profesores de religión y sean los obispos los que decidan quienes son los aptos para impartirlas?) Son temas que pertenecen al ámbito político: el Estado legisla sobre ellos sin depender de criterios de la moral católica. El Estado legisla al margen de la Iglesia, como figura independiente de las doctrinas religiosas Por otra parte, es difícil compaginar la falta de democracia interna en la Iglesia con una defensa externa de sus valores. La Iglesia no tiene autoridad para imponer nada al Estado. El Estado laico es el que defiende la independencia de la sociedad de toda influencia eclesiástica o religiosa (DRAE, II,1225).

Laico: como distinto de clérigo, es el simple creyente que no forma parte del grupo de clérigos que se ocupan del culto cristiano. Forma parte del pueblo (laos) sencillo o plebe, de los plebeyos o iletrados (ojlos en el NT) (Ver nuevo Diccionario de Pastoral, Paulinas, 2002,p.763).

No es la Iglesia superior al Estado, no es lo espiritual superior a lo material. Ni los criterios y valores de la Iglesia superiores a los conceptos de democracia, participación, representación, sufragio o soberanía, propios de la doctrina política. No es la Iglesia la que es incompatible con la democracia, sino unas instituciones jurídicas y económicas que pretenden ejercer en una sociedad plural y laica el monopolio de la verdad.

VOLVER ^

Eclesalia-Ciberiglesia no se hace responsable del contenido de los escritos, que aquí se presentan como revista de prensa y servicio de información sobre temas religiosos, ni asume necesariamente las posturas de sus autores.


Para suscribirse/darse de baja:

(Apunta tu nombre y tu lugar geográfico y eclesial)

Volver a ECLESALIA     -      Volver a CIBERIGLESIA