43 - Junio, 2005. Compañía digna         

MEDIO

FECHA

TÍTULAR

AUTOR

ECLESALIA

03/06/05

RECONOCIMIENTO MUTUO Y COMPAÑÍA DIGNA

Juan Masiá

ECLESALIA

07/06/05

SANAR NUESTRA MEMORIA EN TIEMPO DE ESTRATEGIAS

Centro Social Ignacio Ellacuría

ECLESALIA

08/06/05

MENSAJE A LOS CRISTIANOS/AS DEL CONTINENTE

VV.AA.

ECLESALIA

13/06/05

MANIFIESTO DE LOS COLECTIVOS CRISTIANOS DE GAYS Y LESBIANAS BISEXUALES Y TRANSEXUALES (LGTB) EN ESPAÑA

VV.AA.

ECLESALIA

16/06/05

¿A LA CALLE?

Teólogos/as Juan XXIII

ECLESALIA

16/06/05

BOLIVIA EN LA CALLE

Curas en la Opción por los Pobres

ECLESALIA

17&21/06/05

EL GRAN ABISMO

Joseph Castelló Ríos

ECLESALIA

20/06/05

LA MORAL DE NUESTRAS BATALLAS MORALES

José Ignacio Calleja

ECLESALIA

23/06/05

EL ORO DEL BECERRO

Juan de Dios Regordán

ECLESALIA

24/06/05

EL II CONGRESO BÍBLICO NACIONAL

Jaime Barcón

ECLESALIA

27/06/05

PAPAS MAGNOS Y PROFETAS MENORES

Braulio Hernández

ECLESALIA

28/06/05

CELEBRANDO LAS DIFERENCIAS

‘Decide-T’

ECLESALIA

29/06/05

AMORCITO

Cristina Ruiz Fernández

ECLESALIA, 03 de junio de 2005

RECONOCIMIENTO MUTUO Y COMPAÑÍA DIGNA*

JUAN MASIÁ, jesuita, facultad de teología de la Universidad Pontificia de Comillas

MADRID.

ECLESALIA, 03/06/05.- "No conviene, dice el Señor, que los seres humanos vivan solos. Hagamos que se reconozcan mutuamente y se acompañen dignamente" (cf. Gen 2, 18).

Hoy la primera lectura es la boda de Sara y Tobías (Tob 7). Coincidencia, quizás menos oportuna, con un tema que está en la calle: matrimonio y familia. ¿Coincidencia inoportuna? Este texto de la Biblia se interpreta, a veces, de un modo "espiritualista y machista". La lectura espiritualista menosprecia el deseo corporal mutuo de la pareja y se fija sólo en Sara y Tobías rezando antes de acostarse. La lectura machista acentúa la frase repetida: "se te da por mujer, según la Ley", y cita el Génesis, leyendo: "la mujer, ayuda y auxiliar del varón". Para el Concilio Vaticano II, el matrimonio es "mutua entrega" (GS, 48) y no mero contrato. En el Derecho Canónico, es "comunidad de vida y amor" (CIC, n.1604).

El P. Alonso Shökel explicaba la "ayuda adecuada": no tratar a la otra persona como animal de carga o en relación de esclavitud. El P. Leon Dufour comenta: "una relación cara a cara, de reconocerse mutuamente al desnudo". En la Carta sobre la vida (2001), los obispos japoneses dicen: "ayuda adecuada" significa "compañía digna", acompañarse mutuamente. Esto vale para el varón y la mujer y para otras relaciones, de pareja o amistad, sea cual sea su orientación sexual. Se aplica también a las relaciones dentro de comunidades que viven con sentido su celibato. La imagen grotesca de los siete maridos de Sara, fallecidos la noche de bodas, vale como símbolo de posesividad, dominio o dependencia en relaciones humanas inmaduras.

¿De qué sirve discutir a favor o en contra de cierta legislación matrimonial, si no suprimimos las situaciones de maltrato en toda clase de relaciones? Sería incoherencia o hipocresía. En vez de manifestarnos a favor o en contra de un nombre, un trámite o una ceremonia, ¿no es más importante fomentar relaciones de reconocimiento mutuo? Ya sean relaciones de pareja, de amistad o de diversos tipos de comunidades, que sean de "compañía digna": ayudarse mutuamente a crecer en una sociedad que integre amistad y justicia. Para aproximarnos a este ideal, en vez de manifestarnos con ruido, oremos juntos en silencio en esta eucaristía.

*Texto de la homilía del 2 de junio en la eucaristía de la comunidad universitaria.

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ECLESALIA, 7 de junio de 2005

SANAR NUESTRA MEMORIA EN TIEMPO DE ESTRATEGIAS

CENTRO SOCIAL IGNACIO ELLACURÍA

BILBAO (VIZCAYA).

ECLESALIA, 07/06/05.- Pasadas las elecciones al Parlamento vasco y tras el debate sobre el estado de la nación, se han ido desplegando nuevas estrategias políticas sobre el modo de abordar las reformas territoriales, gestionar las demandas de los nacionalismos y acometer iniciativas que puedan propiciar el abandono de la violencia de ETA. El escenario parece desplazarse hacia un terreno en el que el término responsabilidad cobra, más que nunca, un especial significado. Más allá de las legítimas estrategias, aportamos en estas líneas algunos rasgos de la reconciliación cristiana por los que quisiéramos sentirnos interpelados. También con la confianza de invitar a la reflexión y al diálogo enriquecedor.

La representación de los márgenes de maniobra política puede componerse con distintos matices. He aquí una sencilla descripción sobre la base de algunas frases célebres:

a) “La política puede y debe contribuir al fin de la violencia” (José Luis Rodríguez Zapatero). Recogiendo el espíritu de consenso que entiende que estuvo presente en los pactos de Ajuria Enea y Madrid, pretende ofrecer un mínimo denominador común a todos los grupos parlamentarios. Por un lado, podría abrirse un escenario de contactos y diálogo entre los poderes competentes del Estado y ETA, siempre que exista una voluntad inequívoca de abandonar la violencia por parte de la organización. Conviene recordar que de esta manera, hace ya bastantes años, la ETA político-militar se incorporó a la normalidad democrática. Por otro, el debate político sobre las reformas territoriales del Estado se llevaría a cabo por los grupos políticos, comenzando por la búsqueda de un amplio consenso en la Comunidad Autónoma Vasca.

 b) “Lo que ha sucedido es que el Gobierno ha dado un paso, pero todavía no es el paso” (Arnaldo Otegi). Otegi devuelve a Zapatero la misma declaración que el Gobierno español trasladó a la opinión pública tras las afirmaciones de Anoeta. Acepto el envite y lo doblo. Para la Izquierda Abertzale el conflicto se desactivaría abordando los dos focos que lo alimentan: la territorialidad y la aceptación de la decisión soberana del pueblo vasco.

c) “Usted ha traicionado a los muertos” (Mariano Rajoy). Según el dirigente del PP debe recuperarse la lucha frontal contra una ETA debilitada y su entorno político. También se eleva la voz de alarma ante la descomposición irresponsable de los pactos de la transición en la configuración del Estado español. Se moviliza la identidad nacional y los recelos territoriales que estaban ya en carne viva por algunas desafortunadas declaraciones sobre el carácter parasitario de algunas comunidades.

No hay duda, es tiempo de estrategias. Aparecen signos esperanzadores... pero teñidos de incertidumbre. ¿Serán capaces los partidos de trabajar por la paz y la normalización política sin buscar sus propios réditos?

Prudencia en los momentos de agitación...

Imaginemos que mi hijo padece una desmotivación seria con sus estudios. Como padre o madre, ante su desorientación adolescente, me parece importante afirmar mi autoridad estableciendo unos límites a su pereza y unos objetivos claros. Pero si mi exigencia es inflexible, y es percibida por el chaval como una meta imposible de alcanzar, lejos de lograr algún avance, estaré probablemente provocando su hundimiento. Si queremos generar algún cambio en momentos de dificultad, parece prudente valorar con realismo el margen de maniobra de quien tenemos delante. En la relación con los hijos, en las relaciones personales y laborales... También, aunque con mayor complejidad, en la vida política: ¿Hasta dónde mantener los principios sobre los que se fundamentan las diferentes ofertas políticas?, ¿hasta dónde exacerbar sentimientos que se presumen electoralmente rentables?, y ¿hasta dónde generar cambios con una inteligencia prudente? En este momento en el que la pelota ha salido por encima del frontis y rebota por todos los tejados, la prudencia aconseja no arrinconar al oponente y asfixiarlo sin espacio vital.

Las tres frases antes citadas delimitan el territorio: El partido socialista no puede ir más allá de una línea tras la que siente la amenaza del grupo popular acusándole de ceder al chantaje terrorista y descomponer la solidaridad del Estado. Cualquier fallo en la gestión de este proceso supone con verosimilitud un vuelco electoral. Por otra parte, tiene que acoger una demanda del nacionalismo que se mantiene vigorosa y persistente. El nacionalismo vasco, en todas sus vertientes, se sitúa en un clima social que demanda soluciones políticas y de pacificación. En función de la valoración de los logros que esté dispuesto a conseguir, el nacionalismo se juega avanzar en su legítimo proyecto o retornar a escenarios enquistados. Todo va depender de la capacidad de las partes para experimentar lo que se siente en la piel del adversario.

Comentaba Gurutz Jaúregi en una reciente entrevista que en nuestro país se ha producido un agravamiento en la polarización de las identidades “contra todo pronóstico”. Contra todo pronóstico, porque, en principio, el proceso de globalización ha ido desactivando la estructura uniformadora del Estado-nación, lo que debería facilitar la convivencia de identidades plurales en marcos políticos compartidos. En el proceso de integración en la Unión Europea parecería lógico que, por un lado, el Estado nacional dejara de pretender la homogeneidad cultural e identitaria en la que se ha forjado, y que, por otro, los nacionalismos minoritarios abandonaran su aspiración al modelo de Estado-nación. Para Jaúregi resulta lamentable que en lugar de articular soluciones viables en el actual contexto, los sentimientos identitarios sean utilizados como enganche electoral. Pero queremos tomar su comentario en su sentido más positivo. No vivimos en el siglo XIX. El clima cultural y político parece permitir con realismo histórico una convivencia de las identidades sobre unas bases distintas a las de los últimos siglos.

Más allá de la prudencia: aportaciones desde la reconciliación cristiana

Quizá para este logro haga falta algo más que estrategias. Somos conscientes de que presentar la aportación de nuestra espiritualidad va más allá de la convenciones y los mecanismos de la política. Pero confiamos en que puedan ser fermento de nuestra convivencia. Es nuestra apuesta y también nuestra invitación.

Antes de nada, debemos ser conscientes del terreno que pisamos. Apelar a nuestra fe cristiana en el análisis de los acontecimientos exige asumir una doble consideración como punto de partida:

a) No podemos sacralizar ninguna realidad. Sólo Dios es Dios. En un momento en que tantos programas, sueños, proyectos se toman como absolutos irrenunciables, podemos afirmar que sólo Dios es absoluto. Y, en el mismo sentido, todo es valioso en tanto en cuanto favorece construir el Reino de Dios. Y deja de serlo cuando no contribuye a él. Este hilo conductor de la espiritualidad es muy importante en un tiempo en que las reivindicaciones legítimas de distintos sectores son irreconciliables y, por tanto, renunciar se hace ineludible. El único Absoluto ayuda a relativizar nuestros pequeños absolutos y los sitúa en el lugar adecuado.

b) Y tampoco podemos esgrimir las grandes utopías de nuestra fe como valedoras y justificadoras de proyectos políticos. Por ejemplo, no podemos defender que necesariamente la fraternidad universal obliga a unidades políticas mayores, como algunas veces se hace, pues en ellas sabemos que, con frecuencia, las mayorías han intentado imponer su voluntad –y su lengua, su historia, sus mitos, sus héroes...– a las minorías. En nombre de esa misma fraternidad universal podemos aludir a la necesidad de diversidad, a la comunicación y el diálogo, al respeto del hermano, a reconocer en el otro a un verdadero semejante y no a un oponente. Un mismo argumento puede inclinarnos hacia un sentido u otro. Sirve como criterio y punto de apoyo para el análisis, pero no puede manipularse con ligereza. Así, no pueden bautizarse como cristianos ni el proyecto socialista, ni el conservador, ni el nacionalista... Ni consiguientemente anatematizarse... Hay que bajar más y discutir más sobre lo que esos proyectos, en su configuración concreta, implican hoy y aquí para la vida en dignidad de las personas y para garantizar la necesaria solidaridad humana.

La experiencia de la reconciliación es, en primer lugar, una experiencia de aceptación. El valor de aceptar nuestra propia realidad. No es tarea sencilla y suele verse acompañada de cansancio y, a veces, fracasos. Aceptar el relato de nuestra historia y asumir que venimos condicionados por experiencias familiares muchas veces transmisoras de interpretaciones heridas de la realidad. No deja de sorprender que miremos hacia Oriente Próximo confiando en presenciar signos de reconciliación entre judíos y palestinos, sin darnos cuenta de que en nuestra propia familia podemos estar transmitiendo aún heridas del franquismo. Transmitiéndolas y padeciéndolas.

El relato lúcido de nuestra historia abre espacio a la evangelización de nuestros sentimientos de identidad. A la evangelización de la interpretación, muchas veces inmunizada e inflexible, de nuestra propia historia colectiva, y de la inercia con la que nos hemos instalado en un ángulo de los conflictos.

Esta aceptación puede permitirnos ensayar otra mirada a nuestro alrededor e interpretar las prevenciones y rechazos de los oponentes políticos. Es necesario ponernos en la piel del otro y saber leer su "no" (el analista Javier Villanueva decía recientemente que la clave del momento actual estriba en saber interpretar la negativa de quien tenemos delante. Nuestra actualidad exige superar la concepción de la política como juego de intereses y asumir con decisión y voluntad la búsqueda del acuerdo. Javier Villanueva , No será fácil para nadie, en HIKA nº 164, marzo de 2005). Zapatero no puede eludir por más tiempo el “no” que el nacionalismo plantea a su encaje en el Estado, y aceptarlo como un derecho democrático. Y el propio nacionalismo tiene también que interpretar el “no” de los demás. Carece de sentido proponer un arreglo amable con el Estado en contra de las fuerzas que legítimamente lo representan de manera contundente. El punto de encuentro sólo puede estar en la interpretación correcta de ambas negativas y en la voluntad política decidida por alcanzar acuerdos.

Esta interpretación de las negativas tiene que ver con un cambio en la mirada. Una mirada en el que el otro es parte de mi proyecto, y no mi infierno y mi resistencia. Una mirada que ante la negativa es capaz de volver sobre sí misma y desacralizar el propio planteamiento. Nuestros obispos lo decían hace ya unos años: “Esta pluralidad conflictiva de identidades está reclamando el hallazgo de una fórmula de convivencia en la que cada uno de los grupos modere sus legítimas aspiraciones políticas en aras de una paz social que es un valor notablemente más precioso y necesario que el imposible cumplimiento de todas las aspiraciones de todos los grupos”. Preparar la paz, nº 5, Obispos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, 29-5-2002.

Y por último, pero no menos importante, necesitamos sanar nuestra memoria. Pasar de una memoria del agravio a una memoria de la gratitud. Hay mucho por lo que empezar. El constitucionalismo que se dice vasquista debería reconocer que la cultura vasca ha pervivido por el esfuerzo, muchas veces abnegado, de las personas que han configurado el paisaje del nacionalismo vasco. Debería agradecer ese esfuerzo de años y reconocer la falta de sensibilidad por las minorías culturales que, desde su tradición universalista, ha percibido como bucólico folclore. Por su parte, el nacionalismo vasco debería reconocer que el proceso de normalización lingüística en el que nos hallamos no hubiese sido posible sin un pacto social del que han participado también quienes no son nacionalistas. Y reconocer que ese pacto lo ha dado por supuesto y no lo ha agradecido, cuando personas como los consejeros socialistas fueron los encargados de diseñar y poner en práctica el mapa escolar –clave del proceso de normalización–. Y así tantas otras cosas para unos y otros...

Hemos hablado de reconciliación política. Nuestra sociedad tiene por delante un reto aún más delicado: superar la historia de la violencia. Para acometerlo necesitaríamos haber consolidado un camino de acuerdo y mutuo reconocimiento.

Demasiado para nuestras solas fuerzas. Por eso sentimos que la reconciliación es un don. Un acontecimiento en el que toda la energía detenida en un pasado de sufrimiento se transforma en fuerza creadora de futuro. Esta es la experiencia que algunas personas han sabido transmitir. La experiencia acaecida en los corazones de personas que han sido víctimas de la violencia. Esta es también nuestra esperanza.

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ECLESALIA, 8 de junio de 2005

MENSAJE A LOS CRISTIANOS/AS DEL CONTINENTE

MOVIMIENTO CONTINENTAL DE CRISTIANOS/AS POR LA PAZ, CON JUSTICIA Y DIGNIDAD, 29/05/05

SASAIMA (CUNDINAMARCA, COLOMBIA).

ECLESALIA, 08/06/05.- "Pues yo voy a realizar una cosa nueva que ya está en marcha, ¿no la notan? Trazaré una ruta en las soledades y pondré praderas en el desierto" (Isaías 43,19).

Entre el dolor y la esperanza cristianos y cristianas de los pueblos de América del Norte (Canadá y Norteamérica); Centro América y el Caribe (Cuba, Puerto Rico, Salvador, Honduras y Panamá); Región Andina (Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú) y países del Cono Sur (Argentina, Brasil y Chile), nos reunimos en Sasaima (Colombia), entre el 28 y 30 de mayo en un solo clamor, en una sola lucha. Con los corazones ardientes de indignación por la negligencia de algunos de nuestros gobiernos y en solidaridad, tejimos nuestros símbolos, nuestros cantos, unidos en una sola bandera continental. Convencidos del largo caminar que requiere esta lucha, nos atrevimos a soñar que otro mundo es posible, nos atrevimos a ver en medio de la oscuridad una luz pequeñita que ilumina a los marginados y excluidos. Experimentamos una iglesia nueva donde todos tenemos cabida, donde no existen fronteras ni geográficas ni ideológicas, donde una espiritualidad vivida desde abajo, desde la pluralidad y la riqueza multicultural nos alimenta y nos fortalece.

Discernimos que existen dos problemas reales que azotan a nuestra América morena: el militarismo y el libre comercio que proyectan y consolidan un modelo neoliberal de muerte para nuestros pueblos. Esta realidad es experimentada desde la vida cotidiana y desde las estructuras de poder de nuestros países.

Ante esta realidad, asumimos la necesidad de articularnos en un proceso continental de cristianos por la paz con justicia y dignidad. Desde la fe nos comprometemos por la defensa de la vida, lo que implica afirmar la soberanía y la solidaridad de los pueblos, y la No Violencia como estilo de vida.

Reconocemos que en los distintos países hay un conjunto de experiencias alternativas y esperanzadoras que nos inspiran y nos proyectan a una acción más continental. Esta acción ecuménica es una vocación de construir juntos una alternativa de justicia y paz.

La acción del espíritu que hace nueva todas las cosas nos insta a actuar en este momento histórico, en el que debemos resistir con espíritu solidario y construir relaciones de justicia.

Por lo tanto, en esta perspectiva invitamos a todos y todas que compartan este sueño a sumar esfuerzos en esta iniciativa.

Hoy América se levanta, denuncia y rechaza las políticas de dominación, expresadas en el Libre Mercado y el Militarismo. Exige justicia unidos en una voz, para que esta, nuestra tierra, no se convierta en un desierto y para que la dignidad retorne a los campos de la Vida.

Como afirmo Mons. Oscar A. Romero: “En el nombre de Dios, les pido, les ordeno: dejen de matar a sus hermanos, obreros y campesinos; porque antes de escuchar la voz de un hombre, escuchen la voz de Dios, que dice: No matarás” (Mons. Oscar Romero).

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ECLESALIA, 13 de junio de 2005

MANIFIESTO DE LOS COLECTIVOS CRISTIANOS DE GAYS Y LESBIANAS BISEXUALES Y TRANSEXUALES (LGTB) EN ESPAÑA

Con motivo del encuentro “Cristianismo y Homosexualidad”

VV.AA.*, 29/05/05

MADRID.

ECLESALIA, 13/06/05.- Nosotros y nosotras, cristianos/as gays, lesbianas, bisexuales y transexuales de diversas organizaciones, reunidos en el VII Encuentro estatal “Cristianismo y Homosexualidad”, en Madrid los días 28 y 29 de mayo de 2005, ante el inicio del Pontificado de Benedicto XVI y ante el histórico reconocimiento del derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo y a la adopción en todo el Estado español

INVITAMOS A:

BENEDICTO XVI A:

- Cambiar la concepción de la homosexualidad a la luz de la ciencia.

- Revisar la doctrina del Magisterio de la Iglesia Católica acerca de la sexualidad, la homosexualidad, el matrimonio y la familia a la luz de la palabra de Dios y de acuerdo con los signos de los tiempos.

- Contribuir a una Iglesia creíble,transparente, amable y fiel a Jesús donde se reconozca la dignidad de LGTB como signo del Amor de Dios.

- Respetar los derechos y deberes de LGTB para posibilitar el sacramento del matrimonio,el sacramento del orden sacerdotal y la vida consagrada.

- Garantizar a las personas cristianas femeninas su acceso a la toma de decisiones en todas los estamentos de la Iglesia.

LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA Y A LA CURIA VATICANA A:

 - Erradicar el machismo y el odio a los homosexuales tanto dentro como fuera de la iglesia de forma que se sientan acogidos en situación de justicia e igualdad.

- Solidarizarse especialmente con la mujer lesbiana en su doble condición de marginación.

- Reconocer la separación entre iglesia y estado y consolidar un Estado aconfesional, con un espíritu de respeto y amor fraterno entre todos/as.

- Defender el derecho de los niños a ser adoptados por LGTB para su felicidad.

- No utilizar el concepto de ley natural y ley divina para argumentar como normas morales lo que que no son más que prejuicios en contra de la homosexsualidad.

- No usar el lenguaje como arma de enfrentamiento y de rivalidad generando un clima violento que no favorece el mensaje del Evangelio basado en el amor.

- Entender que los bancos vacíos de nuestras parroquias suponen una huelga continua de muchas personas cristianas femeninas y masculinas que reivindican que se den nuevos cambios.

LOS/AS CRISTIANOS/AS Y TODO EL PUEBLO DE DIOS:

- Acoger nuestra participación visible y nuestro testimonio de seguidores de Jesús y su mensaje del Reino de Dios, Amor y Justicia en la Verdad del Evangelio.

- Trabajar conjuntamente en la normalización de la homosexualidad venciendo el miedo y los prejuicios sociales.

- Ofrecer una alianza entre todos/as para que desapareca la homofobia, y poder cambiar actitudes que mejoren como personas cristianas.

- Ofrecer una alianza entre todos/as para que desapareca la homofobia, y poder así cambiar las actitudes que atentan contra la dignidad de las personas, como hijos e hijas de Dios que somos.

AL GOBIERNO CENTRAL, LAS COMUNIDADES AUTONOMAS Y TODOS LOS PARTIDOS POLÍTICOS A:

- Aceptar nuestro apoyo para aprobar definitivamente la propuesta de Ley del derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo.

- Construir conjuntamente una sociedad más libre, justa, solidaria, tolerante, respetuosa, cívica, fraterna y en paz.

AL MOVIMIENTO HOMOSEXUAL Y LA COMUNIDAD INTERNACIONAL A:

- Recibir nuestro apoyo incondicional en la defensa de los derechos y deberes de todo nuestro colectivo en todos los países.

- Compartir nuestros logros y ser testimonio de esperanza y solidaridad, donde la Justicia y el Amor estén globalizados para todos/as.

EN RESUMEN EXPRESAMOS:

1.- Nuestro testimonio gozoso y público como hombres y mujeres con experiencia del Dios de Jesús también en nuestra condición homosexual.

2.- Nuestra voluntad de dialogo decidido y permanente con la jerarquía de la Iglesia Católica a la luz del Evangelio para la construcción de una comunidad más acogedora.

3.- Nuestro compromiso para incorporar mensajes de Resurrección que humanicen la realidad homosexual.

4.- Nuestro apoyo a la propuesta de Ley del derecho del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

5.-Nuestra petición de considerar la homofobia como pecado que atenta a la dignidad de la persona.

6.-Nuestro perdón anticipado ante cualquier situación de exclusión por parte de la Iglesia a la que pertenecemos.

7.- Nuestra apuesta por la Iglesia con la que soñamos y que garantice que tanto las personas cristianas femeninas como masculinas compartan la toma de decisiones y las responsabilidades del Reino de Dios.

Madrid, 29 de Mayo de 2005

*Associació Cristiana de Lesbianes y Gais de Catalunya (ACGIL). Grupo Cristiano de ALEGA (Asociación de Lesbianas y Gays de Cantabria). Comisión de Asuntos Religiosos de COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid). COHESION – Gays cristianos. COMULGA, Grupo Cristiano del Colectivo No Te Prives de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales – Murcia. Grupo Cristiano del Colectivo DECIDE-T de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales – Alicante. Área de Asuntos Religiosos de la FELGT (Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales). Comisión de Asuntos Religiosos de GEHITU (Asociación de Gays y Lesbianas del País Vasco - Euskal Herriko Gay eta Lesbianen Elkartea). Cristian@s de GYLDA (Colectivo de Gays y Lesbianas de La Rioja). Grupo Cristiano del Colectivo LAMBDA de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de la Comunidad Valenciana. Cristian@s de OJALA (Colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales – Málaga). SAL DE LA TIERRA (Vitoria – Gasteiz). Grupo Cristiano de XEGA (Xente Gai Astur). Unitarios gays de España – Sociedad Unitaria Universalista de España.

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ECLESALIA, 16 de junio de 2005

¿A LA CALLE?

Nota de la Junta Directiva de la 'Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII'

ASOCIACIÓN DE TEÓLOGOS Y TEÓLOGAS JUAN XXIII

MADRID.

ECLESALIA, 16/06/05.- La jerarquía eclesiástica española ha decidido apoyar la manifestación pública contra la decisión gubernamental de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y su derecho de adopción, convocada por el Foro Español de la Familia para el 18 de junio en Madrid. Algunos obispos han invitado a que sus feligreses salgan “a la calle”, un precedente discutible ya que de este modo -inusual en la Iglesia católica- se desautorizan algunas leyes aprobadas por el Congreso de los Diputados y se ahonda la división entre católicos con visiones religiosas y políticas diferentes. La Iglesia no es una institución política frente a otras instituciones, ni puede imponer en la sociedad su código ético. Los fieles laicos más conscientes no toleran ser tratados por los obispos como menores de edad, ni muchos de ellos están dispuestos a formar un “frente político” afín a los partidos de la derecha. Entienden su misión con otros criterios.

Nos estamos alejando del espíritu del Vaticano II, Concilio que propuso una Iglesia al servicio del reino de Dios en la sociedad, enraizada en el evangelio de Jesucristo, samaritana con la humanidad doliente, profética frente a los poderes de este mundo y partidaria de una vida cristiana pacífica, compartida y gozosa, desde la opción por los pobres. Contemplamos a nuestros obispos crispados frente al gobierno socialista; a los movimientos católicos neo-conservadores aliados con la derecha política; a nuestros fieles de las parroquias desorientados; y decepcionados profundamente los que proponemos otro tipo de teología, de pastoral y de Iglesia, propensa a la reforma y distanciada de la “restauración”.

No pretendemos con esta nota avalar al gobierno socialista, con el que disentimos en ciertos puntos de su programa. En nuestra Asociación hay diversidad de opiniones políticas. No estamos de acuerdo en salir “a la calle” en cuanto católicos. Que cada cristiano opte por la formación política más apropiada a sus criterios y haya libertad de decisión en el seno de la Iglesia, sin que se nos conmine a seguir un camino único. Estamos hondamente preocupados por el rumbo que está tomando la jerarquía frente a un gobierno no confesional, legítimamente constituido, en medio de una sociedad secular y plural que rechaza consignas episcopales, propuestas desde una autoridad religiosa escasamente creíble.

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ECLESALIA, 16 de junio de 2005

BOLIVIA EN LA CALLE

MARCOS ALEMÁN, MARCELO CIARAMELLA, EDUARDO DE LA SERNA, delegados de ‘Curas en la Opción por los Pobres’

ARGENTINA

ECLESALIA, 16/06/05.- Ante la situación de Bolivia, los Curas en la Opción por los Pobres queremos decir una palabra a nuestras comunidades y a la sociedad.

“La hermana república de Bolivia está en la calle”. El descontento con las autoridades vuelve a poner varias preguntas en el ambiente: la democracia, ¿debe ser representativa o participativa? El pueblo en la calle ¿podría ser antidemocrático? ¿Tienen algo que ver países extranjeros o bolivianos con mentalidad extranjera, en la situación que se está viviendo? La democracia occidental, capitalista neoliberal, ¿no es acaso un modo de organización extraño a las raíces de nuestros pueblos originarios de América Latina, pero que es impuesto con sangre y represión? (1)

Quisiéramos tener respuestas, aunque nos faltan elementos; sin embargo queremos expresar nuestra reflexión:

1. No nos parece casual que el conflicto en Bolivia, tenga elementos semejantes al que hace unos meses vivió el Ecuador, y al que parece pretenderse para Venezuela. Y no podemos ignorar que en todos los casos hay un elemento común: Energía. Gas y Petróleo son motivos más que suficientes para que poderes oscuros pretendan apoderarse de ellos. Los intentos del Imperio de monitorear democracias (¿quién monitorea Guantánamo?), o de declarar "repúblicas fallidas" (¿quién asegura que sea "acertado" el modo de gobierno bélico-terrorista del Norte?), y sus guerras "preventivas", no parecen inocentes en esta situación.

2. Mirar la actitud de la gente en las calles bolivianas, nos recuerda otras del Perú, o de Ecuador, y esto nos invita a pensar otro elemento en común: no es casualidad que los que alzan la voz del clamor popular, sean comunidades mayoritariamente aborígenes. Comenzando por el levantamiento de Chiapas, y siguiendo por muchos otros, los hermanos de los pueblos originarios levantaron su grito silencioso diciendo "basta". Basta de saquear a la "Madre Tierra", basta de expolio, y de muerte.

3. Y entre opresores y oprimidos, tampoco resulta extraño ver a los sectores del poder económico siendo fieles a su histórica alianza con los explotadores, desentendiéndose de la vida, el dolor y la muerte de los hermanos caídos al costado del camino. Ayer lo llamaron "barbarie", hoy "autonomía" o "secesión", lo cierto es que las víctimas de sangre que reclama el dios dólar o el dios mercado siguen siendo siempre las mismas.

4. No nos queda clara la actitud del Gobierno argentino, quien en las palabras parecía buscando colaborar en la pacificación, pero en la práctica parece aliado de Repsol y de Techint, que no son ajenos a las políticas de expolio y sangre.

En nombre del Dios de la Vida, como comunidad de hermanos, queremos solidarizarnos con el pueblo boliviano, queremos repudiar la violencia y el expolio, y hasta la "acumulación preventiva" de energía. Y en esta solidaridad con nuestras hermanas y hermanos bolivianos, abrazamos también a los miles de bolivianos que residen en nuestro país. Con ellos nos unimos a la oración a la Virgen de Copacabana para que con justicia y dignidad, el pueblo hermano alcance la paz.

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(1) Recordamos las palabras de los Obispos Latinoamericanos en Medellín: "Esta falta de adaptación a la idiosincrasia y a las posibilidades de nuestra población, origina, a su vez, una frecuente inestabilidad política y la consolidación de instituciones puramente formales. A todos ellos debe agregarse la falta de solidaridad, que lleva, en el plano individual y social, a cometer verdaderos pecados, cuya cristalización aparece evidente en las estructuras injustas que caracterizan la situación de América Latina" (Promoción Humana Nº 2)

Para más información: edlserna03@uolsinectis.com.ar 

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ECLESALIA, 17 y 21 de junio de 2005

EL GRAN ABISMO*

JOSEP CASTELLÓ RÍOS, pepcastello@ya.com

ECLESALIA, 17/06/05.- Aquí donde yo vivo hay un profundo abismo entre el mundo religioso y el profano. Es difícil salvarlo. Querer aproximar esos dos mundos es como querer mezclar el agua y el aceite. Ya puedes remover, que al instante una y otro se separan claramente.

Sin entrar a analizar las causas de esa separación, porque sería largo y daría lugar a desacuerdos difícilmente superables, es fácil observar que mientras en el mundo profano se confía tan sólo en el hacer humano y se busca por encima de todo el bienestar material, especialmente el propio, en el mundo religioso, pese a que se viva más o menos de igual modo, se afirma la existencia de ese Dios que dicen rige el Universo y que cuida de sus humanas criaturas.

No voy a entrar en teologías, que no es lo mío, pero si no ando muy errado sé que hay maneras de entender la Fe que son capaces de hermanar el pensamiento religioso con el laico. No obstante, la doctrina oficial de la Iglesia Católica y Romana, principal representación cristiana en el ámbito geográfico desde donde escribo, sigue siendo la misma que abrió esa profunda brecha entre los dos mundos. La doctrina y la acción política, que si de la doctrina tan sólo se tratase poco daño tendríamos que esperar.

No me cabe la menor duda de que la Humanidad está desatendiendo peligrosamente la dimensión espiritual de la persona, esa dimensión de la mente que nos caracteriza como humanos. Vivimos cada vez más como animales inteligentes desde el individualismo, sin tener en cuenta nuestra pertenencia al cosmos del cual formamos parte ni a la gran familia humana de la que somos miembros inseparables. Y ese modo de vivir, que no es sino una clara muestra de poco raciocinio, tiene nefastas consecuencias para la Humanidad entera, ya que nos lleva directamente al enfrentamiento permanente de unos contra otros y a la destrucción ininterrumpida del medio natural del cual formamos parte.

El estado del mundo global en que vivimos exige con carácter de urgencia la colaboración de todos los colectivos con conciencia, religiosos y laicos. Nadie con sentido de responsabilidad debiera excluirse ni excluir a nadie de ese diálogo fraterno necesario para salvar la Humanidad en la medida que se pueda. Desde diversas esferas del mundo religioso y del profano se alzan continuamente voces alertando de cuanto aquí estamos diciendo, pero una falta de auténtica colaboración entre ambos favorece que no sean oídas, que no trasciendan a la totalidad de la población, como sería deseable, y que avance triunfante la ideología neoliberal que nos destruye. A mi ver, hoy el conocimiento humano no debiera prescindir de todo cuanto consideran esencial las diversas tradiciones religiosas, ni estas debieran prescindir de las explicaciones que la ciencia puede dar del fenómeno religioso. Pero en cambio, andan cada una por su lado. La Religión, aferrada a sus mitos ancestrales. El humano saber al pragmatismo por encima de todo, sin contemplar las consecuencias deshumanizadoras que este conlleva. O por lo menos, sin conceder demasiada atención a los valores espirituales que constituyen el gran bagaje que encierra el conjunto de las religiones.

El alto grado de intolerancia mutua a la vista está. Nombrar la religión en un ambiente laico genera, en los más de los casos, un rechazo tanto más evidente cuanto más distendido es el contexto. Del mismo modo que decir a los creyentes que la religión es una elaboración cultural, y que la neurología está investigando el proceso por el que la mente humana genera los estados místicos de los cuales procede la vida religiosa equivale, a su modo de ver, a blasfemar o si más no a proponerles cambiar su Fe por ateísmo. Es evidente que ambos mundos tienen el corazón en carne viva y una extrema sensibilidad a flor de piel, y esa es una dificultad inmensa para el diálogo.

Las religiones han hecho a lo largo de los siglos sobrados méritos para que desde una óptica humanista no se quiera saber nada de ellas, y los siguen haciendo, y eso sólo ya basta en principio para explicar la prevención que despiertan en el mundo profano. Y aunque no es menos cierto que desde ese otro bando se han tomado revanchas a veces excesivas e innecesarias, en buena lógica cristiana cabe preguntar: ¿quien debe dar en el presente el primer paso?

Ese avanzar al frente comporta un riesgo grande, más en el mundo religioso que en el laico, y quienes gozan de un poder que dicen fue otorgado por el mismísimo Dios, es muy difícil que quieran asumirlo. No hay más que ver como reaccionaron a los esfuerzos humanizantes de Juan XXIII quienes le sucedieron. Una clase sacerdotal que de pronto reconociese publicamente que no está en posesión de ningún atributo superior al de los demás mortales, a buen seguro perdería su prestigio y sería rechazada por la mayoría de esa población que actualmente la venera. La gente quiere líderes, y los quiere brillantes. La idolatría forma parte de la condición humana. Está muy lejos todavía nuestra especie de ese alto grado de evolución al cual algunos visionarios como Teilhard de Chardin dicen que tiende, y nuestro gregarismo ancestral favorece entretanto a los más ambiciosos erigirse en líderes de la manada.

Pero si bien se mira, ese afán de revestirse de prestigio con la supuesta ayuda de la Gracia Divina que favorece el liderazgo y el triunfo terrenal, en lo religioso es pan para hoy y hambre para mañana. No hay más que ver como aumenta la increencia. Nadie que no comparta de antemano sus premisas puede dar crédito a cuanto predican quienes desde lo alto de su trono dicen estar en posesión de la verdad. La revelación que legitima de forma indiscutible las creencias predicadas, su propia potestad al considerarse a sí mismos sucesores de aquel apóstol que dicen fue elegido por el mismísimo Dios hecho hombre, el embarazo virginal de María que da origen divino a Jesús, la resurrección de Este después de su muerte y su subida al cielo, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, y un sinfín de puntos más que la religión católica considera intocables, tal como aún hoy los predica son inaceptables para el mundo profano. Simone Weil, que era judía, señaló treinta y tantos motivos para no hacerse cristiana. Un agnóstico o un ateo no necesita tantos, pero si quisiera podría hacer una lista mucho más larga. No obstante, con el corazón en la mano yo me pregunto: ¿hace falta creerse todo eso para vivir conforme al ideario cristiano?

El problema está en ver lo que es primero y más importante, como aquí en Tambo alguien con buen juicio me señala. Para mí, que escribo desde España, y para más detalle desde Catalunya, el país de origen de Pere Casaldàliga, lo prioritario no es la pobreza material, por más que pobres sí los hay y que habrá cada vez más al paso que vamos. Aquí la mayor miseria es la moral. La pobreza de espíritu está resultando endémica en este materializado rincón del mundo que desde Roma tratan de mantener como baluarte de ese catolicismo ultramontano y batallador hacedor de fanáticos de uno y otro bando.

España es un conjunto de pueblos de tradición católica que en la actualidad forman un Estado constitucionalmente laico. El nivel de increencia es mayoritario y aplastante, incluso en la población que por estar bautizada figura censalmente como católica, y hoy se casa en la iglesia y mañana se divorcia en el juzgado. Pero hay grupos muy bien vistos desde Roma como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y los Neocatecumenales, que pese ser una muy reducida minoría tienen mucha influencia. Ellos, junto a la jerarquía católica, tratan de mantener la religión en el estado de privilegio medieval que tuvo durante el tiempo de la dictadura franquista, algo que consiguieron con creces en la legislatura del anterior gobierno. Sus presiones sobre el actual gobierno para imponer criterios legislativos confesionales a un estado laico son continuas, al igual que para que se de en las escuelas, a cargo del Estado, la enseñanza de ese catolicismo ancestral que asegura los privilegios de los clérigos, el cual la mayoría de la población por diversos motivos rechaza.

Tratar de mantener hoy día la religión como en los tiempos de mi niñez, cuando regía en Roma Pío XII, es a mi ver mucho más que una estupidez. Es a la vez un crimen y un suicidio. El mundo no creyente se perderá, sin duda, todo el caudal de sabiduría que podría aportarle un cristianismo evolucionado y puesto al día como el que intentó lanzar el Vaticano II, en tanto que el mundo religioso seguirá agonizando en el oscurantismo de su ancestral universo de magia y fantasía.

Qué duda cabe de que, como en todo cuanto se refiere al conocimiento, el curso de la vida acabará haciendo aflorar la verdad, y día llegará en que la religión bajará definitivamente de su pedestal y aceptará sin recelo las propuestas del mundo de la ciencia y del saber humano. Tal vez entonces el mundo profano pueda llegar a aceptar sin prejuicios toda la utilidad de orden personal y colectivo que hay en la esencia de las diversas tradiciones religiosas. Tal vez..., en el mejor de los casos. Pero entre tanto, ¿habrá hecho algún bien ese empeño eclesiástico de imponer a toda costa el propio credo?

*Escrito para la lista de Tambo, foro de diálogo de los Servicios Koinonía (http://servicioskoinonia.org/tambo). 

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ECLESALIA, 20 de junio de 2005

LA MORAL DE NUESTRAS BATALLAS MORALES

JOSÉ IGNACIO CALLEJA, Profesor de Moral Social Cristiana

VITORIA (ÁLAVA).

ECLESALIA, 20/06/05.- Observando las últimas batallas morales de mi sociedad, estoy pensando que tiene que haber gente que respire aliviada y satisfecha por los protagonistas y orientación de las mismas. Al fin, los curas y los “sociatas y demás modernos” vuelven a partirse la cara por asuntos de sexo, matrimonio y libertades civiles. Nada nuevo bajo el sol. La “vieja” sociedad vuelve a sus “guerras de religión”. 

Ya sé que no se trata de batallitas de poca monta y que la cuestión de la moral civil, la moral común compartida por todos en una sociedad democrática, no es una cuestión menor. Pero sobre esto ya sabemos lo suficiente, en teoría. Se trata ahora de avanzar en su práctica histórica. Sabemos de qué hablan, unos, al referirse a la ley natural o naturaleza de las cosas, en relación al desarrollo de la vida personal; y sabemos de qué hablan, otros, al apelar a la autonomía moral del sujeto como principio rector de la existencia humana. En sus versiones extremas, ambas tesis son irreconciliables, pero en sus versiones más razonables y argumentadas, son esfuerzos “condenados” a entenderse y converger. Es curioso, en este sentido, que personalidades modernas, tan poco sospechosas como Habermas y Offe, vengan reclamando la aportación irrenunciable de las religiones, críticamente pensadas y vividas, a la hora de dotar de recursos morales a las sociedades democráticas del futuro. Quien piense que esto de las tradiciones religiosas es agua pasada a la hora de amasar los porqués de la justicia, la solidaridad, la no-violencia o la reconciliación, que se apreste a un ejercicio de humildad intelectual, porque no ha entendido nada. Las religiones necesitan su propio momento de crítica histórica, argumentativa y práctica, pero, dicho y hecho esto, que nadie las dé por muertas o superadas; y, sobre todo, que nadie renuncie a sus potencialidades para animar los mejores proyectos de respeto a los derechos humanos y estimular las necesidades de gratuidad y responsabilidad que la vida en común requiere. Si alguien piensa que con una buena dosis de novedades, modas, consumos y festejos, la gente de las próximas generaciones va a sentirse satisfecha, que se vaya olvidando de tan vana ilusión. Mis palabras no las entiendo como las de un “profeta caduco” con intereses en la causa, sino como la visión realista que se adivina en el surco abierto por el mejor pensamiento cultural de nuestros días. Tampoco lo vivo como el desquite de las viejas religiones, sino como lo que parece ser, la insatisfacción final ante una vida sometida a una carrera de propuestas tan diversas como, a menudo, triviales. El negocio, decimos, tiene imaginación para aprovecharse de todo. Pero, me atrevo a añadir, no de la necesidad de “sentido profundo” en el ser humano, ni del grito de las víctimas del sistema. Hay algo en esto que podemos reprimir, pero nunca acallar para siempre. Lo dejo aquí, para volver a un final más sencillo y concreto.

Decía al comienzo que tiene que haber gente encantada con nuestras batallas morales. Mientras nosotros debatimos sobre lo natural en cuanto al matrimonio, como si en ello nos fuese el destino de la creación, ellos siguen en sus trece de comerciar con todo: personas, animales y cosas. Nosotros discutimos sobre nuestros derechos civiles, y ellos siguen impertérritos identificando libertad con mercado, bienestar con negocio, progreso con poder adquisitivo, oportunidades culturales con beneficios estratégicos, felicidad con multiplicación de deseos y satisfacción para pocos. Y, así, ¡ay, Señor, Señor!, el progreso humano, la productividad económica, la investigación farmacéutica, la paz, el comercio, la salud, la alimentación, las pobrezas, el agua y el aire, la igualdad de géneros, la democracia universal, todo esto no es tema prioritario en nuestras discusiones sobre la “ley natural” y su expresión en la vida democrática de los pueblos. Pues bien, esta es mi sencilla intuición moral e intelectual: los pueblos de la tierra tienen “hambre y sed de justicia”, hoy, ayer y siempre, y distraerlos sólo con polémicas morales en torno al sexo y la naturaleza de las cosas, socapa de urgencias históricas espirituales, es doblemente alienante; primero, por descuido del sufrimiento real de la gente real (ley cristiana de la encarnación) y, además, por entrega del buen nombre de Dios a la cuenta de resultados de los que hacen del mundo un negocio y un casino de especulaciones.

Propongo, a la postre, equilibrar las sensibilidades morales de la religión (cristiana), en orden a que nosotros, la gente del cristianismo, ganemos “coherencia cristiana” y todos, la gente del humanismo laico, sepan (sepamos) de una tradición espiritual de valor incalculable. ¡Hay tanto que aprender unos de otros! 

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ECLESALIA, 23 de junio de 2005

EL ORO DEL BECERRO

JUAN DE DIOS REGORDÁN DOMÍNGUEZ

ALGECIRAS (CÁDIZ).

ECLESALIA, 23/06/05.- Todavía recuerdo cómo, en la década de los cincuenta, la dueña de un cortijo andaluz organizaba meriendas con los niños y niñas de los obreros de su finca. Les preguntaba si querían “merienda de pobres o de ricos”. Casi todos exclamaban: “¡de rico…!” Ya desde pequeños aspiraban a eso. Pero, a estos les daba pequeños bocadillos y un trocito de tarta y a los que se quedaban “en pobre” les daba más cantidad.¿Quería ella luchar contra el concepto que se tenía de pobreza y riqueza? Durante mucho tiempo se ha defendido que la riqueza y la pobreza entraban en los designios de Dios. Si los pobres se resignaban con su pobreza, recibirían en la otra vida la recompensa que en esta se les negaba. Nadie se podía rebelar contra todo orden establecido. A Dios se le utilizaba y se le echaba la culpa de todos los males del mundo. No se si aquella señora era sincera o jugaba a distraerse con la inocencia de aquellos niños pobres.

Pretender responsabilizar a Dios de la injusticia y del mal del mundo es ofenderle. Las injusticias tienen sus autores instalados en la macroeconomía mundial en donde no abundan sentimientos ni corazones abiertos a la solidaridad. La ambición y el ansia de poseer riquezas a cualquier precio llevan a la usura extrema. Pero todo esto lo mueven mentes retorcidas, sin sentimientos, a quiénes no les interesa ni la sonrisa de un niño ni les interesan los problemas humanos. Utilizan la religión pero no son religiosos ni adoran al Becerro de Oro, sino que su objetivo es apoderarse del Oro del Becerro. Las mentes embriagadas por la macroeconomía cobijan a dirigentes de países ricos, convirtiéndoles en sus marionetas aliadas. Así nace y se amasa la deuda externa de los países pobres que provoca la muerte prematura de millones de inocentes, la ignorancia y la explotación de millones de trabajadores y de niños que nacen la miseria.

Hace poco se anunció la condonación de parte de la deuda externa. Pero esto responde más a los intereses de los acreedores que a los derechos de las víctimas. En los momentos actuales la deuda externa, injusta e inmoral es imposible que la puedan pagar los países altamente endeudados. A gobernantes que han preferido “merienda de ricos” se les dice ahora que sus países recibirán ya sólo “algo de tarta”. Su actitud ingenua de grandeza les ha llevado a ser responsables de que aumenten los estómagos hambrientos y los puestos de trabajo precarios. Olvidaron que los ricos jamás renuncian a su afán de ganar más. Los desheredados de la tierra han llegado al límite de su paciencia y el clamor de los pobres ha llegado a los oídos del Señor de la Historia.

El día 16 de Junio el Papa actual invitó a “comprometerse en la creación de una civilización cada día más fraternal, con renovada atención a las personas, especialmente a los más pobres y a los marginados de la sociedad” Afirmó que “la tierra tiene capacidad para nutrir a todos sus habitantes a condición de que los países ricos no se queden con lo que pertenece a todos”. Ante las graves injusticias, el compromiso de los cristianos debe inspirarse en la actitud de Jesús. Él quiere paz para todos, pero una paz basada en la justicia y la solidaridad. Que todos tengan el estómago lleno para que puedan desarrollarse como personas libres. La Iglesia, como comunidad de creyentes, ha de estar al servicio del Reino de Dios en la sociedad actual, con rigor y sin paños calientes. Si la Iglesia calla ante los grandes desafíos, gritarán las piedras. El carisma de denuncia profética, hoy más que nunca, tiene que brotar en la Iglesia frente a los poderes de este mundo desde la opción de los pobres. 

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ECLESALIA, 24 de junio de 2005

EL II CONGRESO BÍBLICO NACIONAL

JAIME BARCÓN, de la asociación Proteología

CARACAS (VENEZUELA).

ECLESALIA, 24/06/05.- Los que asistimos al Congreso, organizado por la Sociedad Bíblica SOBICAÍN y celebrado en Caracas del 17 al 19 de febrero, 2005, tuvimos oportunidad de apreciar el evangélico entusiasmo con que la mayoría de los expositores arremetieron contra el Capitalismo, el Imperialismo y el Neoliberalismo. Cuan modernos Quijotes, y Biblia en ristre, no dejaron títere con cabeza. Naturalmente que no es difícil encontrar en la Biblia, y especialmente en el Evangelio, buenos argumentos para desautorizar las ideas subyacentes del Capitalismo Liberal, en las cuales se supone que si cada individuo se preocupa sólo de su bienestar, habrá una Mano Invisible, el modernista sustituto del Dios tradicional, que todo lo arreglará, y el bienestar social, suma de los bienestares individuales, quedará maximizado.

No cabe duda que las ideas liberales constituyeron un significativo avance con respecto a los sistemas autocráticos anteriores. Por otra parte, como los inquisidores del Medioevo hicieron, una astuta manipulación de la Biblia, y del mismo Evangelio, puede pretender justificar muchas cosas. Y más adelante, la interpretación de Calvino, con sus ideas de predestinación y su estoico estímulo al ahorro y la inversión, vinieron de perillas para el desarrollo capitalista. Pero el Evangelio leído desde el Tercer Mundo, y no olvidemos que Jesucristo era un tercermundista, parece justificar mejor un sistema socialista que uno capitalista, como quedó de manifiesto, por el varapalo que recibió el Capitalismo, en el II Congreso Bíblico de Caracas, el cual a su vez se hacía eco del Foro Mundial de Teología y Liberación, celebrado en Porto Alegre, Brasil, en enero de este año de gracia, bajo el lema "Otro Mundo es Posible".

Pero los sistemas socialistas, que se han intentado instrumentar hasta la fecha, no han sido muy exitosos que digamos, y muchas veces han terminado en estruendosos fracasos. Vale la pena detenernos en analizar el primer experimento cristiano, que más que socialista, podríamos denominar de comunismo radical, puesto que disponía la propiedad común de todos los bienes, tanto medios de producción como bienes de consumo. Como el lector habrá anticipado nos estamos refiriendo a lo que encontramos en los Hechos de los Apóstoles. En Hch 4:34-35, leemos: "No había entre ellos ninguna necesidad, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad". Naturalmente que si el Reino de Dios, anunciado en el Cristianismo, aspira a ser universal, sin excluir a nadie, el procedimiento anterior sería ruinoso, pues si todos quieren vender y nadie comprar, el mercado inmobiliario, entre otros, se vendría abajo, y poco después nadie tendría casa donde vivir. El repartir equitativamente "según la necesidad" forma parte del desideratum del Socialismo de la Modernidad, lo cual pone de manifiesto sus raíces cristianas, o si se quiere, la puesta al día del Cristianismo.

Pero la armonía de aquel comunismo primitivo no duró mucho. Un poco más adelante, en Hechos 6,1, leemos: "Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana". Y aquí nos encontramos con el meollo del problema que todo sistema que aspire a ser considerado como Socialista debe resolver. Si se aspira a repartir equitativamente los bienes colectivos de acuerdo a las necesidades, ¿quién, o mediante que procedimiento se determinan las necesidades? Si son funcionarios públicos estos serán vulnerables a todo tipo de presiones, por razones de amistad, lazos familiares, compadrazgo, paisanaje --¿hebreos o helenistas?-- además de las consabidas mordidas y sobornos que proliferan en toda administración pública. A lo anterior habría que agregar, que aún con la mejor voluntad del mundo, no es fácil anticipar las necesidades del prójimo. Creo que fue G. B. Shaw que dijo: "No ames a tu prójimo como a ti mismo. Puede tener otros gustos --o necesidades". En la Venezuela de estos días hemos experimentado esta situación. Con ocasión de los deslaves ocurridos recientemente mucha gente quedó sin vivienda. El gobierno otorgó nuevas viviendas a los damnificados. A gente que había vivido toda su vida al lado del mar, les asignó viviendas en los sitios menos acordes con sus costumbres e idiosincrasia. Naturalmente que al poco tiempo, la gran mayoría, abandonó las viviendas asignadas, que nunca llegaron a ser hogares.

Ahora bien, existe un mecanismo de asignación de bienes, servicios y actividades, que es eficiente, equitativo, y poco vulnerable a manipulaciones non sanctas. Pero este mecanismo queda también satanizado bajo las iras evangélicas a las que nos referíamos anteriormente, por estar asociado en el imaginario popular y teológico con el odiado Capitalismo. Se trata del Mecanismo del Mercado. Y resulta que las perversidades que se le achacan, son más bien debidas a su ausencia, que a su presencia. Volvamos al desideratum evangélico-socialista que podríamos resumir en la fórmula, "A cada cual según sus necesidades; de cada cual de acuerdo a sus habilidades". En general hay que suponer que es la misma persona quien mejor conoce sus necesidades y habilidades. Pero a la hora de asignar recursos y actividades hay que tener en cuenta dos factores. El primero, que dependiendo del mecanismo de reparto que se utilice, puede haber incentivo estratégico para sobreestimar necesidades --"pedigüeños de oficio" con destrezas histriónicas--, y subestimar habilidades personales. El segundo es que tanto las necesidades como las habilidades son relativas dentro de la colectividad, por aquello de que "en el país de los ciegos, el tuerto es Rey".

Pues el Mecanismo del Mercado evita la manipulación de necesidades y habilidades personales. También es eficiente tanto en la asignación de bienes y recursos humanos y materiales. Además es imparcial evitando irritantes favoritismos tan comunes en los decisores públicos. Lo que no puede hacer por si solo es compensar desigualdades iniciales entre los individuos, y es aquí donde la mano visible del Estado debe complementar a la invisible del Mercado. Claro que por muy automatizados que estén los procedimientos gubernamentales siempre se requerirá la intromisión, y discrecionalidad, de funcionarios públicos en la vida privada de los ciudadanos, en la de aquellos que requieran asistencia especial en virtud de sus necesidades, con la consiguiente limitación de las libertades individuales. Como en general estas intromisiones son indeseables, es de suponer que esto servirá de incentivo para la superación individual de aquellos menos favorecidos, con la subsiguiente disminución de las desigualdades.

Como dicen los ingleses, "hay que tener cuidado de no arrojar al bebé con el agua del baño". Si en el Tercer Mundo se decide emprender la construcción de un sistema de corte socialista --lo que no es descabellado, dado que el sistema capitalista no ha sido capaz de resolver el problema fundamental de la distribución de la riqueza, como en cierta medida se ha resuelto en el Primero-- este socialismo no debe descartar mecanismos, como el del mercado, que se ha visto tiene interesantes atributos. Así mismo debe aprender de los errores que se han cometido en el pasado, tanto en movimientos cristianos a lo largo de los siglos, como más recientemente en los países socialistas, que constituían el llamado Segundo Mundo, en donde un ineficiente manejo del sistema de precios, y del mercado por supuesto, unido a una falta casi total de incentivos, precipitaron su estrepitoso colapso.

Tenemos entonces, que dar la bienvenida a estos teólogos, quienes dejan la torre de marfil que ha sido la tentación en donde ha caído mucho del quehacer teológico, por no saber enfrentar -ni por consiguiente aprovechar- los retos del Modernismo. Naturalmente que estos teólogos, al entrar en el campo de la Economía Política, deberán esforzarse en dominar las herramientas que se han desarrollado profusamente desde los tiempos de aquellos, los teólogos escolásticos, quienes daban vueltas a problemas como el del "Precio Justo", y similares, tratando de incorporar conceptos tan importantes como el del "Precio de Mercado", el cual no es necesariamente injusto, como esperamos haber argumentado con éxito, en esta reflexión.

Aprovecho la ocasión, para felicitar al Hno Bernardo, a nuestra compañera Rebeca, y ese simpático grupo de SOBICAÍN, que junto a los cristianos maronitas del Monasterio de San Charbel, hicieron posible la realización de tan interesante, y polémico, Congreso Bíblico.

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ECLESALIA, 27 de junio de 2005

PAPAS MAGNOS Y PROFETAS MENORES

BRAULIO HERNÁNDEZ

TRES CANTOS (MADRID).

ECLESALIA, 27/06/05.- “Por eso os herí por medio de profetas, porque quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos” (Os 6,3-6). Se leía el primer sábado-domingo de Junio.

El papa Wojtyla ha sido el centro absoluto de todo en esta primera mitad del 2005. En enero comenzó su declive definitivo, siendo hospitalizado el 1 de febrero en el policlínico Gemelli (donde disponía de “una ‘suite’ de 200 metros preparada siempre “a su disposición”). Y el 28 de junio inician su proceso de beatificación. En medio, dos meses de agonía, su muerte y funerales de Estado; y el conclave donde salió elegido su delfín. El Vaticano alentó convertirlo en un espectáculo mediático: un tsumani de papolatría se decía.. Y fue una casualidad, misteriosa, que todas las catequesis programadas para ese mismo período estuvieran dedicadas a los profetas menores. Excepto la primera, sobre la libertad cristiana de la Carta a los Gálatas, Llamados a la libertad, justo cuando moría J.M. González Ruiz, un teólogo baluarte del Concilio Vaticano II y de esa libertad. De paso, recordar que quienes atacan el pluralismo de los hijos de Dios son los que crean la división en la Iglesia. También coincidía el relevo angustioso de Casaldáliga, “el obispo de los pobres”, un obispo profético como Romero. Estas catequesis eran un buen contrapunto contra tantos excesos.

¡Recontruid la casa!, de Ageo, ha sido la última, de cierre. Sorprende saber que el mensaje de este profeta menor, del que nadie se acuerda, fue el que inspiró a Juan XXIII la renovación del Concilio. Le precedieron otras como: “Conocerás al Señor” (Oseas), “Derramaré mi espíritu” (Joel), “Levantaré la tienda” (Amós), “Y tu, Belén” (Miqueas). “Es un milagro poder contactar con la experiencia de Miqueas ¡veintiocho siglos después!”, se maravilla el ponente. (Están en www.comayala.es).

Juan XXIII convocó el Concilio (una “locura papal” dijeron) siendo un papa que ya no estaba como para escalar montañas. Pero él confesó: “El primer sorprendido de esta propuesta mía fui yo mismo (...) Después de tres años de preparación laboriosa, aquí estoy yo a los pies de la santa montaña”. En cambio, Juan Pablo II llegó al papado pletórico, con fama de escalador: un papa moderno. Pero aquel “aire frescoserrano que el papa bueno reclamaba, se fue transmutando de nuevo, con Wojtyla, en el viejo “ polvo imperial que se ha acumulado en el trono de Pedro desde Constantino” como lo describía JUAN XXIII.

A Juan Pablo II lo han descrito como “El gran restaurador” (Leonardo Boff); se ha dicho que convirtió el Vaticano en “una factoría de santos”: 1.338 beatos (“10 veces más que sus antecesores”) y 482 santos. Un record absoluto. Pero, entre tantos, ni uno solo de los muchos crucificados en América latina como Jesús de Nazaret, se sorprendía Jon Sobrino. “¿Qué hubiese ocurrido si en un país del Este hubiesen asesinado a 17 sacerdotes como ocurrió con El Salvador?”, se preguntaba Jon. O, lo que es lo mismo: ¿Cómo habrían valorado a Oscar Romero en Roma si, en vez de nacer en el Salvador, hubiera nacido en la Polonia de Wojtyla? Tuvo que acercarse el 25 aniversario de su asesinato para que la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex-Santo Oficio) declarara, tras casi una década de investigaciones, que "no existen obstáculos de naturaleza teológica que puedan impedir el normal desarrollo del proceso". La Congregación para la Causa de los Santos, asustada, le había pasado los papeles. Wojtyla no planteará dudas. Le pondrán una autopista.

Sí las tuvieron con Oscar Romero que, como Jesús, hizo el viaje a Jerusalén y tuvo visitas apostólicas, idénticas a las que Anás, Caifás y Alejandro hicieron a Pedro y a Juan (Hch 4,1-12). Asumió ser “un pobre de espíritu” como en el Sermón de la montaña; y fue cuestionado, como los profetas, por anteponer la justicia del pueblo al culto formalista de la “Sinagoga bien montada”. Incluso, como Jesús, lloró sobre Jerusalén, al sentir desolación en Roma tras aquella fría audiencia con Juan Pablo II, su papa y colega, que le despidió con este consejo: “procure ir de acuerdo con su gobierno”. Como remate final, también murió crucificado, en pleno tajo, en una modesta capilla de un modesto hospital de cancerosos. Jon Sobrino fue testigo de su calvario: “Conocí a Casaldáliga en el mes de febrero del 80 y le dije: 'Escribe a Romero y anímale a que siga'. Porque monseñor Romero sufría mucho en El Salvador con los obispos. A los pocos días lo mataron. Cuando volví a ver a Casaldáliga, me dijo: 'Nunca le escribí aquella carta, pero te mando esta poesía'. Es el famoso poema sobre San Romero de América. Claro que es santo, Romero, porque ha cumplido todos los cánones y las normas de Dios. Aunque, al parecer, todavía no ha cumplido las normas de la Iglesia”.

Juan Pablo II tuvo “el funeral más grande de la historia”. Los grandes del mundo pasaron por la sede de Pedro. Los titulares decían: “2.500 personalidades”, “200 Jefes de Estado y de Gobierno”, “3.500 periodistas acreditados...”. (Tres presidentes del país más poderoso de la tierra lo acompañaron). Hubo miles de banderas; y pancartas que decían: ¡Santo subito!, Giovanni Paolo II il Grande. La homilía, hecha por su delfín y sucesor, fue interrumpida (“en 13 ocasiones”) con aplausos y una exigencia: “Santo, santo, santo”. El mismo día después de su muerte, su Secretario de Estado ya lo había postulado: “Juan Pablo II El Grande” (un calificativo reservado a los papas ya canonizados). Uno de los más prestigiosos historiadores de la Iglesia, Juan María Laboa, autor de “La historia de los Papas“, nos recuerda que los poquísimos Papas Magnos que hubo los hizo la historia. Declararlo Magno al día después de su muerte, me parece una insensatez”. Su jefe prensa, el Sr. J. Navarro-Valls, el apóstol de un nuevo carisma, el de la imagen de la Sede de Pedro, y miembro de la “Obra de Dios” (en latín Opus Dei), declaró, seguro de sí mismo, 15 días después de su muerte: “Yo veré a Juan Pablo II en los altares” (ABC domingo 17 de abril). Ni Jesús ni ningún profeta tuvieron tan rápido reconocimiento. El discípulo Wojtyla se mostraba como más grande que el Maestro; lo contrario que Juan el Bautista: “Es preciso que él crezca para que yo disminuya” (Jn 3,30).

Amós, un pastor y recolector de higos, no un profesional del culto, denunció, como Oseas y compañía, la idolatría del pueblo que se dice creyente pero que, en el fondo, es un mero consumidor de ritos vacíos, sin experiencias de fe. También la corrupción religiosa, social y política, con sus guiños y extrañas alianzas. Los grandes santuarios pueden estar llenos, pero la religión puede estar paganizada, denuncian. Un culto esplendoroso que encubre la injusticia social y que la tienda de David está en ruinas. De Miqueas salió el trillado “Y tu, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre las aldeas de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo”. Todo lo opuesto a un monarca absoluto; un pastor laico de vestir normal para no marcar diferencias, no un profesional de lo religioso; y que exclamó ante la gran Jerusalén: “Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados” (Mt 23,37-38).

Anda y repara mi casa que amenaza ruinas, escuchó Francisco de Asís. Oscar Romero escuchó la voz de la conciencia antes que ciertos consejos de la santa alianza, “la mayor alianza secreta de los tiempos modernos” (como diría Richard Allen, presidente del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan). Alguien lo recordaba hace unos días, y con otras palabras así lo resumía: yo te ayudo a desmantelar el régimen de Polonia y tu me ayudas a desmantelar la teología de la liberación en América latina. Mientras monseñor Romero defendía con hechos que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 4,19) –esto, precisamente, se leía en las Iglesias cuando expiraba Juan Pablo II- otros compañeros de báculo y nuncios vaticanos miraban “con tortícolis” a Roma; y algunos quizá alternaban en cócteles sociales con dictadores que firmaban sin escrúpulos, incluso en nombre de Dios, encarcelamientos, torturas, incluso asesinatos de Estado. No olvidemos que ha sido posible conceder el Nobel de la Paz a quien alentó tantas guerras. Hablando de libertad de conciencia, el joven Ratzinger, en el 68, así se explicaba: "Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica, se halla la 'propia conciencia', a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica" (El País, Cartas al Director, 27/05/05).

Frente a las 650 audiencias o encuentros privados del papa Wojtyla con Jefes de Estado, y 212 con primeros ministros, (así como con presidentes de multinacionales, con los más famosos de la tierra, o con parejas principescas para darles una bendición apostólica a su nuevo matrimonio canónico..., monseñor Romero, por ejemplo, recibiría a campesinos, clérigos o catequistas comprometidos, amenazados por unos gobernantes y familias pudientes que se declaraban católicos fervientes.

Una de las sorpresas de Benedicto XVI fue anunciar la primicia, ante un círculo de selectos, y en latín, del proceso de beatificación de Juan Pablo II “cuanto antes”. No lo hizo un día cualquiera, sino un día 13, festividad de la virgen de Fátima, el día del atentado del pistolero Alí Agca contra Juan Pablo II, quien visitó y perdonó públicamente a Agca. Juan Pablo II convirtió este atentado en la piedra angular de su pontificado: “fue la intercesión de la virgen de Fátima quien desvió la bala”. Él mismo discernió que el “hombre vestido de blanco que cae muerto” (tercer secreto de Fátima) era él; y no, por ejemplo, su predecesor, Albino Luciani, el papa revolucionario que se negó a ser coronado, el monarca que cedió el sitio al pastor.

Juan Pablo II se declaraba en deuda con el Concilio Vaticano II a la par que impulsaba un modelo de Iglesia que contradecía aquel deseo de aire fresco de Juan XXIII, el ¡reconstruir la casa! volviendo a las fuentes de la experiencia comunitaria de los Hechos de los Apóstoles, a “los rasgos más sencillos y puros” de la Iglesia naciente. Y asentó como modelo de Iglesia a los movimientos preconciliares, que la controlan, y basan su prestigio, y su supervivencia de casta, en el sentimiento de culpa del pueblo, menor de edad: No tengas más que dos años de edad, tres a lo sumo. Porque los niños mayores son unos pícaros que ya quieren engañar a sus padres con inverosímiles mentiras’ (Escrivá de Balaguer n. 868). “Roma propuso la pastoral de tipo espiritualista para frenar la garra de las comunidades de base y de la Teología de la Liberación” (Jon Sobrino). Esto mismo, anticipándose a Jesús, lo denunció Miqueas, hace 28 siglos.

Tras la elección de Benedicto XVI, Casaldáliga reivindicaba la dimensión profética de la Iglesia; y que “El Papa no debería ser Jefe de Estado de ningún modo (“su único estado es el de gracia, que es el que le corresponde”, suele decir). El Papa no puede ser un monarca absoluto, la Iglesia no puede ser una comisión de aristócratas espirituales...” (Declaraciones a la Cadena SER).

Y, puestos a imaginar, imaginemos que un día los medios nos sorprendieran con este titular: El Papa promulga una encíclica renunciando a todo status, títulos, honores y riturgias de Jefe de Estado; y a ser venerado y adulado como “Su Santidad”, o “Sumo Pontífice”. Para legitimar su decisión no tendría que indagar mucho, buscando textos de apoyo, en los fondos de la gran Biblioteca Vaticana: los evangelios y los escuetos textos de los profetas menores tienen todos los ingredientes a flor de piel.

El día que Benedicto XVI anunciaba la primicia de la apertura del proceso de beatificación de Juan Pablo II, el evangelio propio del día decía: “Simón, ¿me amas más que éstos? (por tres veces...). Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme»”. 

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ECLESALIA, 28 de junio de 2005

CELEBRANDO LAS DIFERENCIAS

Manifiesto del grupo cristiano ‘Dedide-T’

GRUPO CRISTIANO ‘DECIDE-T’, 25/06/05

ALICANTE

ECLESALIA, 28/06/05.- Este pequeño comunicado nace de nuestra alegría de ser cristianos y cristianas homosexuales, pero sin eludir la tristeza e indignación que nos producen las manifestaciones que algunos de nuestros hermanos que, compartiendo la misma fe y siendo creyentes, no respetan la diversidad dentro de la misma comunidad. Pensamos que nos juzgan cuando Cristo nunca condenó, sino que únicamente predicó la verdad del Amor.

Ante la congoja que nos producen las continuas declaraciones y ataques por parte de determinados sectores de la Iglesia, presentamos el siguiente manifiesto, en el que expresamos nuestro respeto por la manifestación que tuvo lugar en Madrid el pasado 18 de junio. No obstante, creemos que no representa la totalidad de la opinión del pueblo cristiano, sino únicamente la de esos sectores. Nuestra Madre Iglesia debería acercarse más al mensaje de amor de Cristo, y no ser reflejo de la intolerancia y opiniones de determinadas personas. La posición política de los representantes de la Iglesia no hace más que dividirla. Las afirmaciones sobre determinados temas deberían hacerse desde un punto de vista social, no político. Y mucho menos usarlo como arma arrojadiza sobre algunos grupos de personas.

Desde nuestra realidad como cristianos y cristianas homosexuales nos declaramos creyentes, defensores del matrimonio y de los valores familiares, porque creemos que son importantes y que gracias a ellos se crea una sociedad más justa, pacífica y solidaria. Por supuesto, estamos a favor también del matrimonio entre personas del mismo sexo, como base legítima y válida de familia, que no puede ni debe ser motivo de condena ni de repulsa. No atacamos en ningún caso los derechos de la familia formada por un hombre, una mujer y su descendencia. Por el contrario, lo que verdaderamente se está atacando es la familia homoparental, que es una realidad que existe pero no quiere ser reconocida. Es en la familia donde crecimos, crecemos y nos formamos como personas. Defendemos y deseamos que siga siendo así, modelo de convivencia y patrón a seguir para construir un mundo más cercano al modelo de amor que Dios predicaba.

Pedimos a nuestros hermanos y hermanas cristianas que compartan con nosotros la alegría de encontrarse en el amor de Cristo. Que, como seres creados por Dios a su imagen y semejanza, y bendecidos por el amor de Nuestra Madre la Virgen María, queremos vivir desde nuestra propia naturaleza sexual. De esta manera, reconocemos la creación de Dios y su diversidad, sin hacer distinciones, sino celebrando las diferencias y contrastes como sal que alimenta la Tierra y la Obra de Dios.

Y, con motivo del día del Orgullo Gay, queremos compartir la alegría de ser Hijos de Dios, de poder vivir nuestra fe en Cristo, de escuchar la Buena Nueva, de recibir la bendición de haber crecido en una familia y de poder seguir construyendo un mundo mejor con el ejemplo de Cristo Vivo. Y, por supuesto, la alegría de ver aprobada una ley, la del reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, que nos iguala en derechos y obligaciones para con la sociedad, con la que nos comprometemos a trabajar y mejorar. Queremos ser instrumentos activos de Dios en este mundo a través de la realización de nuestro amor en el seno de una pareja.

Para más información: jaferrizp@ono.com

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ECLESALIA, 29 de junio de 2005

AMORCITO

Carta a Antonio María Rouco Varela, Cardenal/Arzobispo de la diócesis de Madrid

CRISTINA RUIZ FERNÁNDEZ

MADRID.

ECLESALIA, 29/06/05.- Querido Antonio María, soy una joven madrileña, cristiana y practicante. Practicante porque cumplo con los sacramentos y voy a misa todos los domingos que puedo. Y además practicante porque intento llevar a mi vida diaria el Evangelio, aunque con mucho esfuerzo y muchos errores.

Desde hace algunas semanas estoy sintiendo bastante inquietud en mi corazón. Por la Iglesia, por el pontificado, por el futuro, por mi fe... por eso he decidido escribirte esta carta. Y te escribo precisamente a ti porque tú eres el obispo que me corresponde, el obispo de esta diócesis en la que llevo viviendo toda la vida, el obispo al que siempre oigo mencionar en la liturgia, cuando se reza “por nuestro obispo Antonio María”. De hecho, recuerdo cuando era adolescente ir a misa en Santander y sorprenderme porque decían otro nombre en esa frase litúrgica. Para mí el concepto de obispo iba unido a tu nombre... Luego ya he ido aprendiendo un poco más de jerarquía eclesiástica, pero tampoco mucho.

El caso es que últimamente he estado leyendo textos y acercándome a la figura de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. A través de sus palabras y de su biografía he conocido otra manera de ser obispo... y estoy gratamente sorprendida. En textos sobre Romero leí la anécdota de una señora, anciana y pobre, que se acercó llorando al cuerpo de Moseñor durante el velatorio en la Catedral de San Salvador y exclamaba: “amorcito, ¿por qué te dejaste matar?”. Una y otra vez: “amorcito, ¿por qué te dejaste matar?”... Así hasta que llegó al cadáver de Romero y sentenció: “es que tú sí nos querías”. Esta anécdota me revolvió por dentro y me hizo pensar ¿por qué jamás en la vida llamaría yo “amorcito” a nuestro obispo Antonio María?

Entonces me di cuenta de que, pese a ser cristiana comprometida y practicante, te desconozco por completo y para mí eres una figura lejana, incluso oscura. Casi, casi, ni siquiera sé cómo suena tú voz. He intentado leer alguna de tus cartas pastorales, pero se me han caído de las manos. No tengo ningún recuerdo de tu imagen que no sea de negro y con tirilla o engalanado para oficiar alguna misa, boda o funeral solemne. La única anécdota que conozco de tu vida es aquel rumor que trascendió hace tiempo que afirmaba que llevabas más de diez años sin ir al cine. No sé si es verdad ni tampoco sé si te sientes cerca o lejos de la sociedad. Sólo sé que yo te siento lejos.

Siento lejanía e incluso a veces siento incomprensión, cuando me entero de que no permites que se apoye la campaña Pobreza Cero en las parroquias y apareces, sin embargo, embarcado en una especie de “cruzada” contra el matrimonio homosexual. ¿Por qué, Antonio, es más importante la moral sexual que la lucha contra la pobreza, que es el mayor mal al que se enfrenta nuestro mundo de hoy? ¿Por qué te preocupa más que se niegue las derecho de igualdad a las personas –muchas de ellas no católicas y otras muchas sí– por el simple hecho de que aman a alguien de su mismo sexo? ¿Es esta “cruzada” más importante, por ejemplo, que los Objetivos del Milenio?

Eso es sólo un ejemplo y no quiero enumerar tampoco todas mis propuestas y mis demandas para la renovación de la Iglesia. A través de esta carta, simplemente quiero decirte que necesito sentirte más cercano, que quiero conocerte, humanizarte, saberte cerca del pueblo, de los cristianos, de las cristianas y también de los no creyentes. Por eso en esta carta he optado por llamarte “de tú” en vez de “de usted”, para sentirte cerca. Eres mi obispo, por el que rezo todos los domingos, y quiero estar segura de que estás al lado de la gente, de que conoces nuestras necesidades y de que te implicas a fondo con nuestras vidas. Quiero quererte, Antonio María, aunque me cueste... y espero poder algún día llamarte “amorcito, amorcito”; ¿te lo imaginas?, sería tan bonito...

Todo el mundo, tenga la edad que tenga y lleve el recorrido que lleve, tiene derecho a abrir los ojos, mirar la realidad y cambiar sus pasos. Por eso no pierdo la esperanza.

Un abrazo fraterno,

Cristina Ruiz Fernández (cristina-ruiz@wanadoo.es).

 

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